Capítulo 19

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Noventa minutos después del ingreso de Jaken al quirófano, nadie salía a darnos información. Me comí las uñas ante la desesperación y la agonía de que algo malo le sucediera.

¿Cómo podría mirar a Landon a los ojos? Jaken estaba en el rancho gracias a mí, si yo no hubiera regresado a la vida de los Mallory o dicho mis inquietudes sobre su nacimiento, nada de esto estuviera sucediendo.

Todos los Mallory, esperan por noticias, la señora Alice, abrazada a su esposo; Magdalena con Travis y Patrick a mi lado. El silencio es roto de vez por momentos cuando una voz femenina hace el llamado a X o Y doctor.

Patrick tiene los ojos cerrados, mentón en alto y cabeza apoyada en la pared. Su imagen alzando a su hermano inconsciente ha quedado perpetuada en mi cabeza y no saldrá jamás. Ojos bajos, labios apretados, mandíbula tensa y en silencio.

Su rostro es una máscara que hace difícil descubrir lo que piensa o siente. Está a mi lado, pero jamás lo he sentido tan lejos, allí, de brazos cruzados y cuerpo tenso. Mi corazón se oprime al ver la forma que tiene de cerrarse, dejarme a un lado.

Sensación que es superada solo de pensar que Alfred Vass, tuvo que ver con este asalto y de ser así ¿Qué debería hacer? Lo mejor sería hablar con Simons y dejar las cosas claras, pero ¿Qué cosas? ¿Qué deseaba Alfred de mí?

—Esto puede tardar horas, te llevaré a casa, te mantendré informada.

La voz de Travis me hace alejar la mirada de Patrick y buscarle. Lo encuentro sosteniendo la mano de su esposa y acariciando su rostro, mientras le recuerda lo poco que ha dormido en estos días.

—No podré dormir —responde Magdalena viendo a su hermano y lanzando un suspiro.

—Travis tiene razón, cariño —le persuade su padre —estos sobresaltos no son buenos para el bebé.

—Estoy bien —insiste ella con la vista fija en su hermano —me iré en cuanto sepamos algo.

Sigo el rumbo de los ojos y noto lo que la perturba. Patrick ha abierto los ojos y son ellos los que muestran la agonía que cruza por su alma. Parpados caídos, ojos humedecidos y labios apretados.

Mi mano tiembla al alejarla de mi regazo y buscar la suya. Esperaba cualquier cosa, todas ellas tenían el rechazo como protagonista. Entrelazó nuestras manos, alejando los brazos de su regazo y contemplando nuestras manos unidas.

—Llevaba mi ropa.

Su voz sale ronca y en voz baja, no hace contacto visual conmigo y no lo necesito. El gesto de no hacer contacto visual con nadie y parpados caídos lo dicen todo. Patrick está sufriendo, y al igual que yo, no sabe cómo manejar ese sentimiento o demostrarlo a los demás.

—Paseaba con mi madre, en una zona que solemos transitar ella y yo. —continúa —recibió un disparo que era para mí —puedo ver el tormento cruzar por su rostro cuando cruza sus ojos con los míos —si algo le sucede...

—No es tu culpa —le interrumpo y niega.

—Debí hacer algo hace meses cuando recibí la primera amenaza —sigue, ajeno a mis palabras y regresando la atención a la puerta cerrada.

Menciona que desde hace mucho tiempo lleva recibiendo amenazas y ataques. Los primeros recibidos, crearon alertas y alarmas haciéndole buscar respuestas. Nadie resultó herido ni en esos o en las siguientes, haciéndole pensar que eran bromas pesadas de algunos lugareños.

—Es Alfred—le digo —Lamento haber traído problemas —me excuso.

—También lo pensé. —me confiesa viendo hacia el pasillo, incorporándose lentamente.

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