Capítulo 22

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El miedo por lo que presenció hizo a Malcolm Mallory, acompañarnos a ver a Jake ¿Cómo juzgarlo? Lo que vio hace unas horas le avergüenza a él tanto como a este servidor.

El ambiente durante todo el viaje fue roto únicamente por la música que sonaba en la vieja estación de Jazz que papá solía escuchar. Con una Luisa al borde del llanto, papá enojado y yo intentando controlar una tormenta que cree.

El ascenso al piso en que tenían a Jake, fue en las mismas condiciones. Respiré aliviado al no ver rastros de Landon y le permití a Luisa ser la primera en ingresar. Total, papá deseaba privacidad para liquidarme o mandarme al diablo.

Cualquiera de ellas la merecía.

—No voy a permitirte esos tratos a Luisa ¿Es lo que te he enseñado? —me recrimina una vez estamos solos. —prometimos cuidarla Patrick.

He perdido la cuenta de cuantas veces me he reprendido internamente. El poco dato que tengo es que son muchas y que no tengo un alegato que logre disminuir mi mal humor o la contrariedad en mi padre. Me cegó la ira, la frustración, el miedo ¡Que sé yo!

—Intento entenderte, hijo —continúa, esta vez en tono más bajo —Deseo que todo lo que nos dijeron en casa, sean exageraciones.

—La encerré y les prohibí abrirle la puerta. Esperaba que ustedes llegaran para abrirle y venir con ella. Saltó por el balcón y Salvador le soltó a Delilah. —respondo.

Lo mejor en lo que respecta a Malcolm Mallory es decir la verdad, bajar la cabeza y callar. Si haces todo lo contrario va a cabrearse, hace años temía a sus azotes. Nunca fue hombre de darlos, su corpulento cuerpo intimidaba.

Hoy, le temo a una recaída y vivir sin él.

—¿Por qué? —insiste en saber— No me digas que no lo sabes, no eduqué a un hombre irracional. —sonrío ante el voto de fe y libero el aire estirando mis piernas.

¿Por qué? Repito la pregunta en mi cabeza y busco como inició todo. Empiezo mi relato recordando el momento cuando no la vi en los pasillos y mi búsqueda por todo el hospital. Los señalamientos de Landon le habían afectado y había salido huyendo.

—Luisa es impredecible, temí que hiciera algo estúpido —respiro con violencia —aún me enoja recordar lo imbécil que fui.

Le cuento como a punto de llamarla recibo la llamada de Salvador, diciéndome que Simons estuvo en el rancho, atendiendo a un supuesto llamado mío. Luisa llegó minutos antes, asegurando que no se le necesitaba en el Hospital y que Jake estaría bien.

—Era su amigo y no le importó largarse sin esperar que sucedía con él —papá sonríe golpeando con sus manos mi pierna una y otra vez. —Aparece sonriéndole a Simons, de repente son los mejores amigos.

—Todo esto puedo resumirlo en dos palabras —no deja de reír al decirlo —estás celoso.

—Estás en un error...

—Déjame terminar —me impide alegar y me muestra el anillo de casado —¿Vez esto? —pregunta girando el aro en su dedo —si la mujer es la correcta. No te importará si muchos la admiran, o lo hermosa que sea. Hizo una promesa ante Dios y va a cumplirla.

—¿Cómo se sabe que es la correcta? —no puedo evitar preguntar —mamá creyó que Landon lo era y se limpió el trasero con esa promesa en el altar.

—Te hará enamorarte dos veces, primero de ti mismo y luego de ella. No es cuestión de saberlo, sino de sentirlo. —sonríe al ver mi rostro confundido y palmea mis hombros —algunas cosas están destinadas a no ser, para que otras sucedan.

Permanezco en silencio procesando lo que ha dicho y encontrando similitudes en lo último que dijo con mi madre y él. Mamá pasó por un proceso de divorcio doloroso con un hombre infiel y encontró el amor al otro lado del país. Papá estaba en medio del duelo de la perdida de su esposa, de la que no parecía lograr salir, hasta que llegó mi madre.

IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora