Capítulo 10

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Meses después...

Esta mañana desperté sintiéndome vencedor ¿La razón? El día de hoy finalizaba el contrato con los Taylor Hall. El exesposo de Magdalena, Augusto Taylor, dejó en manos de Dorian, su hermano, los negocios en esta zona. Una decisión que tomó al entender que mi hermana no lo amaba.

El menor de los Taylor jamás ha intentado hablar con Magdalena y menos, recordado su antiguo matrimonio con su hermano, centrándose en todo momento en los negocios.

Pese a que hacer negocios con Dorian, no es resultó tan malo como lo creí. Mi deseo es dar por terminado esta etapa de nuestra vida y pasar la página. Magdalena es feliz en su matrimonio y ya están hablando de ampliar la familia.

Lo mejor es cortar todo vínculo con el pasado y no mirar en esa dirección.

—Este es el último de los quince lotes, señor. —menciona uno de los encargados del pesaje de las reses —la doctora Simons le entregará el reporte.

—¿Se aseguraron que todo marchara bien?

—Como lo pidió señor.

No es desconfianza hacia Amaia o Dorian, quien ha resultado un excelente comprador. Me siento más cómodo si es mi grupo el que constata que todo marche como se debe. Lo último que se espera es una demanda por incumplimiento por mala calidad.

Los Taylor siguen siendo personas de poca confianza para nosotros. El deseo de Malcolm Mallory, era sepultar este contrato y cerrar todo vínculo con los Taylor. Lo busco en los alrededores, pero no hay rastros de él. Durante el desayuno manifestó su deseo asegurarse personalmente que todo saliera según lo acordado.

—¿Y mi padre?

A las únicas que veo es a mamá y a Luisa por los lados los cobertizos. Alice y Luisa, se han vuelto inseparables, es común ver a Alice Curtis hacer el recorrido de siempre con Luisa siguiendo sus pasos o tomando notas.

Ella no lo sabe, pero la prepara para dejar en sus manos su labor. Un compromiso que desconozco si Luisa quiera tener, siempre ha recalcado que está de paso. Aunque en estos días su comportamiento es retraído y triste.

—Tiene una visita. —responde Salvador —de todas maneras, el personal de los Taylor no ha llegado.

Lo que me resulta extraño, es casi medio día, Dorian prometió que antes de la tres de la tarde estaría todo finalizado. He dejado olvidado el móvil en la oficina, haciendo imposible marcarle, pero Fred asegura ya lo hizo.

—Un accidente los atrasó. Están dispuestos a cubrir la falta —niego.

—No hace falta, con que esta pesadilla culmine, es suficiente.

Todos sonríen, incluso yo me permito hacerlo. Es la risa al recordar un evento trágico pasado, lo que te dice que ha sido superado. Lo más cercano a la graduación es el logro de burlarte de tus errores y las penas. El matrimonio de mi hermana con Augusto, nos dejó una enseñanza.

Magdalena ganó madurez, entendió que los finales no siempre son fracasos; a Alice Curtis, en ver más allá de las apariencias, hay lobos disfrazados de ovejas; a papá que debe leer la letra pequeña (resulta un chiste, pero es así).

¿Y a mí? Me alejo del grupo buscando en mis registros de todas las enseñanzas recibidas por los Taylor cuál fue la mejor. El encuentro al chocar con un letrero del nombre del rancho.

El lazo sanguíneo no te hace familia, llevar un apellido no te hace miembro de una. La lealtad y el amor, sí. Malcolm Mallory, era mi padre mucho antes de quitarme el Giles.

Avanzo hacia la casa y detengo los pasos ante la imagen de Luisa, sentada bajo la sombra de un árbol, con Delilah pastando a pocos pasos y a mamá avanzando a la casona a pasos acelerados.

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