Capítulo 2- Alianza

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Los tres días pasaron, y aunque había tomado una decisión, durante los tres días, Liyuen pensó en otras salidas posibles. Pero por más que pensara y pensara, llegaba a la misma conclusión, cualquier otra alianza implicaría más riesgos para ella.

El día de la cita, festejó el cumpleaños con Yichen, se aseguró de que sintiera lo amado que era y lo bendecida que se sentía por su nacimiento. Ella nunca se había sentido amada por su padre y la habían educado para no expresar sus emociones, pues era una princesa, no quería eso para su hijo.

Y al llegar la tarde se preparó para la reunión, estaba tan nerviosa que incluso dudó sobre qué ropa usar. Si destacaba mucho su estatus de princesa con joyas y adornos, ¿Longxuan la despreciaría más? Si elegía algo sencillo, ¿se sentiría ofendido? Era imposible predecirlo, así que eligió algo intermedio, en colores apagados y solo una horquilla en su cabello. Luego se cubrió con una capa oscura, abordó su carruaje y fue a su encuentro.

Fei Longxuan no solo había aumentado su poder en los últimos años, sino también su riqueza, era un hombre inteligente y trabajador, aunque no provenía de una familia rica había sabido aprovechar sus oportunidades sin dejar de ser honrado. Tenía una casa nueva, aunque un poco apartada del centro de la ciudad, así que Liyuen esperaba que nadie la viera llegar de visita. De hecho hasta había alquilado un carruaje en lugar de usar el suyo para levantar menos sospechas

A la entrada , un sirviente la esperaba, hizo una profunda inclinación así que debía saber quién era.

-Por aquí , el señor la espera- dijo y la guió. La casa era grande, aunque no tanto como su mansión, estaba iluminada con muchos faroles ,tenía jardines bien cuidados y un pequeño estanque. Se veía también la presencia de varios guardias de seguridad ubicados estratégicamente aunque ninguno de ellos se había notar. Siguió al hombre hasta llegar ante las puertas de un estudio,

-Mi señor, su visita está aquí – anunció desde afuera, luego hizo una reverencia y se retiró.

-Adelante- se escuchó la fuerte voz masculina desde el interior y la princesa entró.

- Su Alteza, bienvenida, es un honor – dijo con seriedad desde el otro lado de la estancia, estaba sentado tras el escritorio y no hizo amague de levantarse. El respeto de sus palabras era desmentido por sus acciones. Estaba vestido con ropa oscura y llevaba el cabello suelto, trasmitía la comodidad de alguien que estaba descansando en su propia casa, sin ceremonia alguna que correspondiera a recibir a una princesa. Fue ella quien debió acercarse, él estaba bebiendo té, pero no le ofreció, se quedó mirándola como esperando que ella explicara su visita.

-Milord – lo saludó levemente cuando estuvo frente a él y con un gesto la invitó a sentarse.

-¿Por qué necesitaba hablar conmigo? ¿Qué la trae aquí? – preguntó y no había cordialidad en su tono de voz.

-Vine a pedirle que se case conmigo – dijo ella y se dio el gusto de verlo perder la compostura, de que su cara ya no fuera una máscara imperturbable pues no pudo ocultar su sorpresa.

-¿Quiere que me case con usted?¿Se ha vuelto loca?

-Vengo a proponerle un trato beneficioso para ambos. Mi hermano está en el norte y aunque es capaz e inteligente y tiene mucha gente a su favor, también tiene enemigos. Aún cuenta con el apoyo de mi padre, pero eso puede cambiar de un momento a otro gracias a las traiciones que se tejen en palacio. No hay nada que pueda hacer por él, salvo rezar porque regrese a salvo y pueda mantener su lugar como legitimo Príncipe Heredero. Pero la Consorte Shuang preferiría que su hijo ocupe ese puesto y hará todo lo posible por lograrlo. Eso significa que también yo seré su objetivo, ya que mi hijo está en la línea sucesoria- dijo con sinceridad.

-¿Usted quiere que su hijo sea rey? – preguntó.

-No, quiero que esté lejos de las intrigas y sea feliz, pero no puedo evitar que otros nos vean como un peligro.

-O que la familia de su marido use a su hijo y busque convertirlo en heredero- dijo él.

-Es cierto, si me vuelvo a casar puedo frenar sus ambiciones. Además no tengo poder en la corte ni una red de influencias. Solo tengo dinero y la posición de princesa con lo que eso conlleva. Usted en cambio tiene más poder político que yo, si se convierte en mi aliado puede ayudarme a mantenernos a salvo. Y yo puedo darle una posición que haga más difícil que lo ataquen, si es el príncipe consorte sería parte de la familia real, y los nuevos enemigos que ha ganado deberían tratarlo con más cuidado. No sería tan fácil matarlo en un callejón durante una noche oscura. Es una alianza que nos beneficiaría a ambos, y en un par de años podemos divorciarnos.

-¿Qué la hace creer que quiero casarme con usted?

-No quiere, solo sería un negocio, eso hace que esto pueda funcionar. Le he expuesto claramente mis motivos, Milord- dijo y él sonrió aunque más bien era una mueca que carecía de humor alguno.

-Admito que ha logrado sorprenderme. ¿Y por qué cree que el Rey dejará que nos casemos?

-Mi padre está agradecido y en deuda.

-¿Tanto como para entregarme a su hija? Soy solo un Ministro.

-Soy una viuda con un hijo, milord, ya no soy una hija tan valiosa. Usted es más valioso para él que yo- dijo. No le importaba confesarlo, había dejado su orgullo fuera cuando había atravesado las puertas de esa casa. –También mi padre estará feliz de evitar que alguien más use mi posición para amenazarlo y al mismo tiempo estrechará sus lazos con usted, ganando su lealtad ¿Aceptará?

-¿Y si no lo hago? ¿Buscará a otro candidato para marido?

-Estoy buscando una salida- respondió.

Fei Longxuan se la quedó mirando en silencio durante un rato, era algo incómodo, su mirada oscura era penetrante y volvía a ser imposible adivinar que estaba pensando. Acababa de exponerse ante él, de hecho al hablar de la consorte y sus planes casi había quedado al borde de la traición, también había mostrado sus debilidades. Había expuesto todas sus cartas y ahora esperaba, casi como un prisionero esperaba su sentencia. El silencio la estaba enloqueciendo. Quería pararse e irse, o arrojar la tetera para escuchar como se hacía añicos contra el suelo, algo que no fuera ese silencio y quietud.

-Me casaré con usted. Acepto su trato – dijo de pronto y Liyuen quiso largarse a llorar pero se contuvo- Le enviaré un mensaje cuando piense en la mejor manera de llevar a cabo su plan. Si no tiene más que decir, puede regresar.

Ella se puso de pie e hizo una inclinación de cabeza para saludarlo. Salió y el sirviente la esperaba en el jardín para acompañarla a la salida.

La joven se sintió aliviada de que Longxuan aceptara, pero al mismo tiempo le dolió el corazón al escuchar aquellas palabras tan frías que había dicho al despedirla. Años atrás su padre la había vendido en matrimonio a un general cuyo apoyo necesitaba, ahora ella misma había vuelto a venderse.

"Yichen estará a salvo" se repitió mentalmente. Y eso era todo lo que importaba.

La Grulla y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora