Un poco más, y diría que casi es como un momento de descanso, de pausa...ellos lo necesitaban y yo también.
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Aquel día, Longxuan había regresado temprano, la princesa estaba ocupada revisando las provisiones mensuales de la mansión, así que se encontró a Yichen solo, sentado en uno de los bancos de la galería.
Parecía más pensativo que aburrido.
-Milord- lo saludó el niño cuando se acercó
-¿Sucedió algo en la academia? – preguntó alarmado.
-No, bueno en realidad sí, nada malo, solo que la clase de hoy fue muy interesante. El profesor hizo muchas preguntas...-dijo y lo dejó en el aire.
-Y no respondiste para respetar nuestro trato – completó Longxuan y el niño asintió. Longxuan sintió amargura, ¿acaso estaría siendo para ese niño alguien tan manipulador y terrible como había sido la Concubina Shuang para Liyuen niña? Se dijo que no, porque sus medidas trataban de protegerlo, pero aún así, su infancia estaba siendo acompañada de malos momentos y malos recuerdos. Era un niño inteligente y sensible, no quería que lo que sucedía lo afectara en el futuro. No quería dejarle cicatrices en el alma.
-Tengo una idea- dijo Longxuan y eso hizo que Yichen lo mirara con interés.
-¿Cuál?
-Haremos nuestros propios exámenes aquí , quincenalmente. Aunque podemos empezar al finalizar esta semana. Y si sacas notas excelentes, te concederé un deseo.
-¿Lo que sea? – preguntó entusiasmado.
-Sí, siempre que sea posible.
-Seré muy razonable- dijo Yichen y eso lo hizo sonreír.
-No es necesario que lo seas, no siempre- le aclaró y le dio una palmadita en la cabeza.
-Voy a estudiar, entonces – dijo y se fue a buscar sus libros.
Cuando Liyuen se liberó de sus tareas domésticas, encontró a los dos en el jardín. Longxuan leía documentos y Yichen, tirado en el césped,a su lado, leía sus libros y hacía anotaciones.
Se quedó observándolos, se quedó soñando despierta, se quedó imaginando un pasado diferente. Un pasado que iba desde una noche de lluvia hasta aquel día luminoso, sin nada de lo intermedio.
Aquella primera semana transcurrió con tranquilidad, de a poco iba llegando el otoño y el primer examen de Yichen fue un éxito completo. Sacó la puntuación máxima y eso que Longxuan no había sido condescendiente con las preguntas porque sabía que el orgullo del niño no permitiría ese insulto a su inteligencia. De hecho, el pequeño Principe se había sentado frente a él para verlo corregir, expectante y concentrado. Había tenido dos mínimos errores al escribir ciertos caracteres, pero sus respuestas habían sido perfectas.
-Felicitaciones – dijo Longxuan pasándole las hojas corregidas- Tienes tu deseo, ¿qué quieres?
-Cometas- respondió.
-¿Quieres que compremos cometas?
-Que la hagamos y que vuelen, lo hemos intentado con madre antes pero no volaron ¿Sabe volar cometas, milord?
-Sí- respondió y suspiró levemente, en verdad ese niño estaba siendo demasiado razonable. No pedía nada extraordinario. Él había volado cometas mil veces con su hermano cuando niño, su padre les había enseñado – De acuerdo, mi próximo día libre haremos y volaremos cometas.
-¿Puede ser afuera? –preguntó Yichen con cautela y eso lo hizo sonreír más. Era razonable pero también inteligente. Su deseo no solo era volar cometas sino hacerlo en el mundo exterior. Sin embargo, había empezado por la parte aceptable de su pedido, para luego pedir algo un poco más arriesgado. Él había llegado a coincidir con Liyuen en querer mantenerlo lejos de los juegos de poder de la política, en evitar que estuviera en la línea sucesoria, pero aún así no dejaba de asombrarse de lo listo que era. Si seguía así, no pasarían muchos años antes de que le ganara al weiqi, ese pensamiento le molestó, porque todo aquello era temporal. El día del trato no habían hablado de un futuro, ni de que fuera permanente, no creía que fuera posible, pero le molestó. De pronto quería ver crecer a ese niño.
-Sí, dije que cumpliría tu deseo. Y te lo ganaste – le respondió y alejó a todos los otros pensamientos. El pasado empezaba a quedar atrás con sus sombras, el futuro no había sido decidido, pero tenían el presente.
Yichen le contó entusiasmado la noticia a su madre, entre los tres decidieron que el riachuelo que frecuentaban era el mejor lugar para ir a volar cometas. Allí tendría espacio suficiente y privacidad. El niño estuvo de acuerdo, seguramente hubiera preferido ir a un lugar con más gente, como los demás, pero también deseaba que el Ministro Fei conociera aquel lugar que ellos disfrutaban tanto.
Así que cuando Longxuan tuvo su día libre, partieron temprano en la mañana luego de desayunar. Llevaron viandas de comida y todo lo necesario para armar las cometas. Yichen y el ministro dedicaron las primeras horas a armarlas, mientras Liyuen descansaba debajo de un árbol y leía. Luego se reunieron a comer, mientras el pegamento de las cometas secaba y después del almuerzo, Longxuan le enseñó al niño cómo hacerlas volar mientras la princesa los acompañaba. Una vez que la cometa de Yichen se elevó y empezó a ser llevada por el viento mientras el niño corría feliz, Longxuan le ofreció a su esposa enseñarle a volar una.
-¿Quieres probar? – preguntó.
-No soy una niña.
-¿Lo fuiste alguna vez? ¿Una niña como él, así de feliz y libre? – preguntó a su vez y algo brilló en la mirada de ella. Porque era verdad, no había sido una niña feliz, amada y libre, tanto como podía serlo alguien de la nobleza, como Yichen. Pero sí había fingido ser una joven libre y feliz mientras robaba tiempo en el Palacio de su hermano.
-Enséñame, después de todo nunca logré hacerlas volar para él. Y probé distintos métodos...- dijo pensativa.
-Creo que ese fue el error, lo pensaste demasiado- dijo y le pasó el carretel de hilo, luego se ubicó tras ella y le tomó las manos para darle indicaciones de qué hacer, pudo sentir la tensión de ella ,y la propia, al estar tan cerca. Se apartó, terminó de darle las instrucciones y luego tomó la cometa mientras le iba indicando los pasos a seguir, y cuando al fin se elevó en el aire, la vio sonreír como antaño. Por un instante, volvió a ser la Liyuen que le sonreía en medio de un jardín. Y él se quedó mirándola como si fuera el centro del mundo, de su mundo. Y por un instante ella le devolvió la mirada mientras sonreía despreocupada.
-¡Madre! ¡Estás volando una cometa! – gritó Yichen y ella se giró para saludar a su hijo, mientras Longxuan aún la miraba.
La ilusión del pasado volvió a desvanecerse, pero Fei Longxuan se dio cuenta que esta mujer que tenía delante, la que era y no su esposa, la que tenía un hijo que priorizaba por sobre todo lo demás, la que era al mismo tiempo vulnerable y valiente, era la mujer que él quería proteger, hacer sonreír y mantener a su lado, no por un contrato, no por el pasado en común, sino porque ya no imaginaba otra forma de vivir.
Pensar en regresar a su propia casa, donde reinaba la soledad y el silencio, donde pasaba sus días encerrado en sí mismo, era inaceptable, porque tal vez conscientemente o no, el día que había aceptado aquella alianza con la Princesa Liyuen había empezado a recorrer un camino que también lo había devuelto a ser él mismo. No el Ministro Fei, sino a volver a ser Longxuan. Y sus sentimientos que se habían visto reducidos al desapego y el resentimiento , se habían vuelto a abrir a una gama impensada de emociones al convivir con ellos.
Y tenía también temor, porque esa mujer no dejaba de ser alguien inalcanzable. Por un instante se preguntó si el hombre del cuento no había regresado a su amada no por no poder darle la luna, sino porque cansado de volar lejos tras lo inalcanzable había olvidado el camino de regreso a ella. Como él.
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La Grulla y la Luna
RomansaLa Princesa viuda Liyuen necesita protegerse a ella y su hijo de las intrigas del Palacio, por ello toma la decisión de proponerle una alianza a través del matrimonio a un hombre poderoso pero que la desprecia, el Ministro Fei Longxuan.