27 de mayo
La capilla de la colonia estaba llena de invitados, no cabía un alfiler. El ambiente alegre y festivo de los allí presentes contrastaba con la tristeza de una joven invitada, Fina. Fina, sentada junto a su padre en unos de los bancos del fondo, notó como le caía una lágrima resbalando por su mejilla. Tenía tan solo 13 años pero sintió, en ese momento, que su mundo se desmoronaba y su futuro se le escapaba de las manos. Su padre la miró y sonriendo le acercó un pañuelo para secarle las lágrimas. Poco sabia el bueno de Isidro que su hija no lloraba de felicidad como él pensaba, sino que sus lágrimas solo eran la demostración de la implacable tristeza que sentía Fina en cada rincón de su gran corazón. Había creído que después de sentir un dolor terrible por la muerte de su madre, no volvería a experimentar otro tan intenso y desgarrador como el que le estaba provocando presenciar ese enlace.
La noche anterior se celebró una gran fiesta en la casa de los de la Reina. La ocasión no era para menos, la única hija de don Damián de la Reina se casaba. A sus 23 años, Marta de la Reina no podía haber elegido mejor pretendiente que Jaime Berenguer, un médico de 33 años que ya se había abierto camino dentro del campo de la medicina. Marta estaba radiante, con su corta melena rubia suelta y con un vestido azul ceñido que no sólo resaltaba su magnífica figura sino que le acentuaba el brillo de sus preciosos ojos azules. Jaime presumía de novia con cada uno de los invitados lo que hizo que Marta se mostrara agotada de conocer y tener que hablar con tanta gente. Decidió, entonces, escabullirse a la zona del servicio. Entró en la cocina suspirando y bufando sonoramente. En un primer momento creyó estar sola, hasta que se percató de la presencia de otra persona.
- ¡¡Fina, por Dios, me has asustado!! No te había visto.
- Perdón señorita Marta, no pretendía asustarla. Contestó la jovencita de melena larga y morena.
- ¿Qué haces aquí? Preguntó Marta con cara de sorpresa.
- Estoy realizando una tarea del colegio. Puedo ir a mi habitación si quiere estar sola.
- No, para nada. Me gusta tu compañía, ya lo sabes. ¿Quieres que te ayude? Le preguntó la rubia.
La mediana de los de la Reina siempre había mostrado un especial cariño por la hija del chófer de su padre. Más aún desde hacía cinco años atrás, cuando la pequeña Fina había perdido a su madre. Marta, por desgracia, también sabía lo que era perder a una madre siendo muy joven. Desde siempre, estar con Fina la calmaba. Apreciaba en la pequeña una gran bondad y una alegría que no veía en su entorno lleno de adultos amargados y cansados de la vida.
- Vale, pero usted ¿no debería estar en su fiesta...?
- Estoy aburrida de tantos invitados y de tener que poner cara de felicidad todo el rato. Marta hizo una mueca que hizo sonreír a Fina.
- Pero ¿es que no está feliz? Preguntó a la rubia con un tono que a Marta le pareció el más dulce del mundo.
- Claro que sí, pero estoy algo agotada de tanta fiesta y de tanta charla banal. Además, ¿tú crees que se puede ser feliz todos los minutos del día?
Esa pregunta no iba dirigida a Fina, era más bien una pregunta que se hacía la propia de la Reina a sí misma. Aún así, ajena a esos pensamientos de Marta, Fina respondió.
- Pues yo creo que sí. Cuando por fin das con el amor verdadero, aunque la vida ponga piedras y trabas en el camino, ese amor todo lo puede, nos hace seguir adelante y ser capaces de enfrentarnos a lo que sea para continuar siendo felices junto a la persona que amamos. Pienso que aunque a veces puede ser complicado, por más que el amor pueda ocultarse por un tiempo, si es verdadero, siempre vuelve a aparecer. Pueden pasar horas, días, semanas, meses o años, pero siempre volverá a renacer.
ESTÁS LEYENDO
SIEMPRE FUISTE TÚ
FanfictionFina Valero con 13 años presencia el enlace de Marta de la Reina con Jaime Berenguer. No puede evitar que se le parta el corazón. Desde que tiene uso de razón ama a la mediana de los de la Reina. Con el paso de los años, ¿seguirá intacto su amor por...