SIEMPRE FUISTE TÚ

Capítulo 12. Enero y febrero de 1956. La vida sigue

7 de enero.

Era sábado y Fina esperaba, como cada semana, la llegada del cartero. Esa mañana, por suerte, llegó a su hora habitual. Se le iluminó la cara cuando le entregó, entre alguna que otra factura, una carta con el remitente de Marta de la Reina. Subió corriendo a su piso y se sentó en su butaca preferida. La alegría de recibir una nueva carta del amor de su vida, se fue disipando a medida que la iba leyendo. La morena entendía perfectamente que Marta hubiera tomado, finalmente, esa decisión. En ese momento Fina entendió, también, que ella debía hacer lo mismo, pasar página y buscar algo de felicidad en su vida. Pese a no tener contacto, todo ese tiempo, seguia viviendo por y para Marta, alimentada por las cartas llenas de amor de ésta y por los recuerdos. Pero, ahora todo se había terminado definitivamente. Ella era una chica joven con toda la vida por delante y aunque el adiós definitivo de Marta le había arrancado el alma, era necesario seguir adelante.
Para no perder el hábito, a la última carta de Marta, Fina también quiso escribirle una respuesta.

Querida Marta,

He recibido tu última carta y aunque mi corazón lleva roto hace meses hoy he sentido que se quebraba un poco más. A pesar de todo, tengo que decirte que entiendo perfectamente que hayas decidido seguir con tu vida. Creo que es la mejor decisión que podías tomar, Jaime y tú sois marido y mujer hasta el final de vuestros días. Lo más sensato es asimilar eso, puesto que en este tiempo que vivimos, por desgracia, no tiene otra solución.
Me gustaría que fueras feliz Marta. Ojalá el hecho de ser madre llegue pronto y llene ese corazón tan grande que tienes. Serás la mejor madre del mundo, no tengo ninguna duda. Esa jaula de oro en la que vives, tendrá menos barrotes cuando llegue ese bebé. Tu vida volverá a llenarse de sonrisas, de alegrías y de miles de momentos felices que sabrás disfrutar.
Hoy me toca despedirme definitivamente de ti, pero me niego a decirte adiós y aunque sé que la vida se ha empeñado en ponernos mil obstáculos, también se ha empeñado en ponernos en el mismo camino varias veces. Por eso, aunque seguiré con mi vida y voy a intentar ser feliz, continuaré esperando a que llegue el momento en que el destino vuelva a cruzarnos nuevamente.
Me despido ya de ti con las mismas palabras que has usado tú.
Siempre te llevaré en mi corazón: te he amado, te amo y te amaré.
Siempre tuya, Fina.

La toledana guardó la carta en la misma caja donde tenía guardadas las de Marta y todas sus respuestas. Se secó las lágrimas y se preparó para salir de casa. Ese era un buen momento para empezar de nuevo. Había quedado con Rose y con Camille, ambas llevaban ya siete meses de relación y se habían empeñado en que Fina conociera a Ana, una chica de Barcelona que trabajaba con Camille, en una libreria de París, desde hacía poco menos de un mes. Aunque no le apetecía más que tumbarse en la cama a llorar y a desahogarse, sabía que salir de casa para distraerse le iría muy bien.

Cuando la morena llegó al café de Flore, del barrio de Saint-Germain, Rose y Camille ya estaban allí esperándola con Ana.

- Bonjour!! Désolé pour le retard. Se disculpó Fina.

Las chicas no le dieron mayor importancia al retraso de la morena. Camille y Rose le presentaron a Ana y en ese momento fingieron un imprevisto y se esfumaron del café sin dar oportunidad a Fina o a la propia Ana a protestar por la traición de la pareja.

- Pues que bien. Muy sutiles estas chicas. Verbalizó Fina.

Ana se rio ante el comentario en castellano de la morena. Fue una buena manera de romper el hielo. Las dos chicas empezaron a explicarse sus vidas y el motivo por el cual ambas habían acabado trabajando y viviendo en París. El rato pasó amenamente y las dos mujeres decidieron continuar su charla yendo a comer.

Ana era una chica de complexión delgada y casi tan alta como Fina. Llevaba media melena de color castaño. Sus ojos marrones eran muy expresivos. A Fina le pareció una chica guapa.