Capítulo 4. Enero de 1947. La despedida

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6 de enero.

Fina y Esther estaban dirigiéndose hacia su rincón preferido. Un pequeño bosque bien resguardado del paseo principal a la ladera del río Tajo. Después de haberse visto bastante menos de lo que a Esther le hubiera gustado durante las fiestas navideñas, buscaron la tarde del día de reyes para estar juntas. Fina habría preferido estar en la casa grande y buscar el momento de poder volver a coincidir con Marta, más aún, cuando su regreso a Niza estaba ya tan próximo. Pero, sabía que otro plantón a Esther sólo le conllevaría más problemas. Llevaban una cesta de mimbre llena de comida y una manta para poder sentarse bajo un árbol.

- ¿Nos sentamos aquí? Preguntó Esther.

- Sí, me parece bien. Desde aquí no se ve el camino principal y estamos resguardadas. Toma, coge la manta de ahí. Le pidió la morena.

Colocaron bien la manta, se descalzaron y se sentaron en ella. Fina abrió la cesta, sacó algo de fruta, queso y pan. Esther observó a la morena.

- ¿Dónde tienes la cabeza? Por qué está claro que aquí no. Inquirió la pelirroja.

- ¿Qué dices? Estoy aquí contigo. No sé a qué te refieres. Protestó defensivamente la morena.

- Fina, no quiero discutir, pero llevas todo el camino hasta aquí casi sin hablar, tienes el semblante triste. ¿Es por doña Marta, verdad?

- Bueno Esther, se va mañana y es verdad que eso me apena. Ya te dije que es como una hermana mayor para mi y añoraré poder hablar con ella, que me aconseje... Ya sabes. Me sentiré algo sola.

- Claro, ya lo entiendo. Pero tú no estás sola. Me tienes a mi, cada día, siempre. Dijo Esther acercándose a Fina y plantándole un cariñoso beso en los labios. Fina esbozó una sonrisa y se tumbó sobre la manta.

- A ver, ¿qué más has pensado sobre el viaje a París? Preguntó la morena desviando la conversación anterior.

- Pues mira. Respondió con entusiasmo la pelirroja. - He pensado que ya debemos ponernos a practicar con el francés. En la biblioteca de Toledo hay fascículos que podemos coger para ir aprendiendo lo más básico e irnos defendiendo con el idioma. Mi amiga me ha dicho que en las galerías Armand no tendremos problemas para entrar a trabajar, siempre buscan chicas tanto para el almacén como para ser dependientas. Les interesan las españolas para que puedan atender a los clientes del sur de América. Además, ella nos deja una habitación de su piso hasta que encontremos algo para nosotras dos.

- !!Vaya¡¡ Lo tienes todo pensado, ¿y esa cabecita ha pensado ya cuando se querría ir?

- También. Respondió Esther con bastante euforia. - Lo tengo todo pensado. Debemos ahorrar tres meses más. Calculo que para abril podremos irnos. Hay que comprar los billetes de Madrid a Irún y de allí a Paris. Después, también es necesario que tengamos algo de dinero para mantenernos un mes si no hemos encontrado trabajo antes ninguna de las dos. Aunque espero que no sea así.

- Perfecto todo. Fue lo único que Fina respondió, con la mirada perdida y mil dudas en la cabeza.

La tarde pasó. Las dos chicas volvieron hacia la colonia. Esther se quedó en su habitación pero Fina no dudó en ir a la casa grande. Quería y necesitaba poder despedirse de Marta.

En los jardines que daban acceso a la entrada del servicio, Fina observó una silueta sentada en unos de los bancos de piedra que adornaban el espacio. Era oscuro y un pequeño farol de gasolina iluminaba un poco el rincón. Al acercarse más, se dio cuenta que era la mediana de los de la Reina. Se le iluminó la cara y aceleró el paso hacía ella.

- ¡¡Hola doña Marta!! ¿Ya tiene el equipaje preparado?

- ¡¡Fina!! Hola, ¿de dónde vienes tan contenta?, ¿has estado con ese chico? Preguntó la rubia.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora