Capítulo 23. Abril de 1957. La fantasía

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28 de abril

Pasaban ya varios minutos de las doce de la noche y Fina estaba esperando a Marta en la cocina. Se había quedado muy inquieta después de la conversación con su padre y de las preguntas que le había hecho don Damián.

- Buenas noches, mi amor. Susurró Marta entrando en la cocina. - Perdona, no he podido bajar antes, mi hermano Andrés me ha entretenido y no había manera de que se marchara a su habitación.

- Tranquila cariño. No pasa nada. Dijo la hija de Isidro algo cabizbaja.

- ¿Qué ocurre, Fina?

- Hace un rato he coincidido aquí con tu padre. Marta, me ha preguntado por ti. Está convencido que tienes un amante en Madrid. Dice que desde que Jaime se marchó casi no pisas la casa y que se te ve muy feliz. Fina estaba realmente preocupada explicándole a la rubia todo lo que su padre le había estado preguntando.

- ¡¡Dios!! Siento mucho que hayas tenido que aguantar esa conversación, mi amor. ¿Qué le has dicho? Preguntó Marta sentándose al lado de Fina cogiéndole de la mano.

- Que eso lo debe hablar contigo. Que yo no sé nada y que a mi me hablas de lo feliz que te hace tu trabajo. Y que también me hablas de Jaime. No sabía qué decirle. No sé..., realmente me he puesto muy nerviosa.

- ¿Crees que sospecha sobre nosotras?

- No estoy segura. Por ahora creo que no. Creo que piensa que tienes un amante y que yo te sirvo de tapadera cuando dices que vas a quedarte conmigo. Que soy tú cómplice en esto, vaya. Me ha recalcado que el adulterio es delito. Cariño tengo miedo que estas sospechas de tu padre nos acaben separando, que él vaya más allá y quiera investigar.

- Hablaré con él. Intentaré tranquilizarlo. Pero mi vida, estate tranquila porque nada ni nadie va a separarme de ti. Yo ni quiero ni puedo dejar de estar contigo. Dijo Marta acercando las manos de Fina a su propio rostro y besándolas, para calmar las dudas y los miedos de la morena. - No hay marcha atrás, mi amor. Ya hemos sufrido suficiente.

- Sí, hemos progresado mucho y yo tampoco quiero que demos marcha atrás. Si tú estás segura yo también, tú y yo siempre juntas. Dijo la morena tomando la cara de Marta entre sus manos para besarla.

Se besaron para tranquilizarse y calmarse ambas.

- Mi amor, eso haremos. Vamos a enfrentar lo que sea tú y yo, siempre juntas. Marta volvió a repetir las últimas palabras de Fina para afianzar su fortaleza como pareja. - No pensemos más en eso, mi amor.

- No, no pensemos más en eso por ahora.

- Bueno, cambiando de tercio y entonces..., ¿vas a contarme alguna de esas fantasías que tenías conmigo en esta cocina? Preguntó a la morena con picardía.

- Vaya, veo que no se ha olvidado, doña Marta. Respondió Fina con un tono tan seductor que a Marta la volvió loca.

- ¡¡Fina!! Susurró la rubia con energía. - Te comería a besos ahora mismo. Venga, dime. Me has dicho que me la explicarías esta noche en nuestra cita.

Fina se rió por la insistencia de Marta y puso cara de intetesante.

- ¿Qué me darás a cambio de explicarte una de mis fantasías contigo cuando yo era una jovenzuela?

- Quizá..., la haga realidad. Dijo Marta seductoramente susurrándole a Fina la respuesta al oído.

- Mmmm... A Fina se le erizó la piel ante esa respuesta sugerente de Marta. - Pues verás... Cuando te casaste y te fuiste con Jaime yo me quedé muy, muy, muy triste porque había perdido la única amiga que tenía en la casa, con la que podía hablar y la que me ayudaba en mis tareas del colegio. Y bueno..., me quedé muy triste también porque, como sabes, yo ya estaba enamorada de ti.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora