SIEMPRE FUISTE TÚ

Capítulo 18. Febrero de 1957. Un adios definitivo

5 de febrero

Había pasado casi un mes desde que Marta despertara. Aún seguía ingresada en el hospital mientras realizaba la rehabilitación.

- Buenas noches señora de la Reina. Perdone, hoy me ha sido imposible pasarme antes ¿Qué tal ha ido? Preguntó la doctora Borrell entrando en la habitación y dirigiéndose hacia Marta.

- Ha ido muy bien. Creo que físicamemente he hecho muchos avances. La verdad que ya no tengo los dolores de hace unas semanas y puedo realizar todos los ejercicios sin forzar.

- Me alegro. Si todo sigue igual y los resultados de las pruebas que hicimos ayer son correctos, este viernes es posible que le demos el alta. Supongo que estará deseando volver a su casa. Eso sí, será necesario que contraten a una enfermera para que siga con los ejercicios al menos un mes más. Su marido ya lo sabe. Y, claro, todavía no va a poder ir a trabajar.

- Por Dios, sí. Tengo muchas ganas de ir a casa. Jaime ha estado aquí hace un rato y me lo ha comentado. Claro, claro, haré lo que usted mande, doctora.

- Bien, ahora la dejo que descanse. Que tenga una buena noche. Como siempre, si necesita algo, ya sabe que puede avisarnos.

- Sí. Gracias por todo, doctora Borrell. Buenas noches.

Fina llegó al hospital sobre las 22:00h como era costumbre desde que Marta despertó.

- Buenas noches, cariño. Dijo la morena yendo hasta Marta y dándole un breve beso en los labios.

- Hola mi amor. Estaba deseando que llegaras. Te he echado mucho de menos. Odio estar sin ti. Los días se me hacen eternos.

- Y a mi también, mi vida. Pero sabes que es mejor que venga por la noche, así tu padre y tus hermanos no me ven demasiado por aquí. Tu padre me ha preguntado hoy en la casa que cuando me vuelvo a París. A ver, el hombre me ha dicho que está muy agradecido por todo lo que he hecho y por mis cuidados hacia ti. Pero..., no sé. Le he dicho que no tenia ninguna prisa por volver. Me da miedo que sospeche algo, cariño.

- Tranquila. Somos amigas. Eso es lo único que hay que decir. Buenas amigas, además. Sonrió la rubia.

- Bueno, ¿qué te ha dicho hoy la doctora?

- Me ha dado muy buenas noticias. Si todo va bien con los resultados de las pruebas, el viernes me darán el alta. Eso sí, debo seguir con la rehabilitación un tiempo más en casa.

- Eso es genial, Marta. Cuánto me alegro. Dijo Fina cogiéndole de la mano y acariciándole la cara.

- Sí, le pediré a Begoña si me puede ayudar con eso.

- Claro, me parece muy bien. Fina cambió el semblante y Marta lo notó.

- Ehh..., ¿qué te pasa? Preguntó la rubia preocupada.

- Nada Marta, es que aún no me creo que todo haya salido así. A Fina le empezó a resbalar una lágrima por su mejilla, se la secó con la mano y continuó hablando. - He tenido tanto miedo este tiempo atrás. Creí que te perdía para siempre y eso es algo que yo no podría soportar. Me hubiera muerto contigo, Marta, porque yo no quiero ni puedo vivir sin ti. Y ahora me siento tan feliz de tenerte aquí, que tengo mucho miedo que algo vuelva a estropearlo todo de nuevo.

- Cariño, ya está, no llores más. Dijo Marta haciendo que Fina se acercara y dándole otro tierno beso en los labios. - Mi amor, todo ha pasado al fin y yo no pienso alejarme de ti nunca más, ni voy a permitir que tú te alejes de mí. Tampoco voy a permitir que nadie nos separe, te lo juro. Te quiero con toda el alma. Yo ya sé lo que quiero en la vida y es a ti, sólo a ti. Puedo renunciar a todo lo demás, pero no a ti, Fina. Marta le acarició la cara nuevamente y se abrazaron.