Capítulo 12.

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Jungkook

El restaurante Gyros posee un ambiente griego antiguo. Solía venir aquí siempre con Siena lo que lo convierte en un lugar más especial de lo que ya es.

Está a orilla de lago, es pequeño y acogedor. Solo manejan cuatro platos en su menú y el dueño es una pareja de ancianos que llegó a Las Vegas hace treinta y tres años.

Ubico la mejor mesa con la mejor vista, pido dos copas de vino porque sé que le gusta y miro mi teléfono viendo que el mensaje que le envíe hace hora y media no aparece como leído.

Se que es mujer y que puede estar arreglándose pero sinceramente no me importaría si llegara con una bolsa de basura en la cabeza. Ana es hermosa y no necesita de mucho para lucir bella.

Cada que la puerta se abre me esperanzo de que sea ella, pero no. Me siento nervioso y estúpido como si fuese la primera cita a la que voy.

—¿Desea ordenar? —se acerca el mesero.

—Espero a alguien, gracias.

Me inquieto con el pasar de los minutos pero sé que valdrá la pena cuando la vea.

Vuelvo a tomar el teléfono viendo que han pasado veintitrés minutos. El mensaje sigue sin leerse y tomo la iniciativa de llamarla por si algo no está bien.

El teléfono repica, no atiende y vuelvo a marcar repitiendo lo mismo cuatro veces.

Bebo un sorbo grande de vino, pasa el tiempo, el reloj marca las once y me levanto de la mesa viendo que estuve más de dos horas en espera. Dejo billetes y me levanto buscando la salida.

—¿A casa señor?

Asiento subiendo al auto. No me cabe en la cabeza que me haya dejado plantado porque todo estaba aparentemente bien. Quería hablar con ella, pedirle tiempo porque mi situación no es sencilla, estoy agradecido con el padre de Leah por haberme hecho llegar hasta donde estoy y ese mismo agradecimiento es lo que me frena porque no sé cómo dejarla sin herirla. Además de eso, todo lo que se vendría después porque Anastasia es la mujer que quiero relucir y no ocultar y siento que al final terminaré hiriéndolas a las dos.

Quiero a Leah, es especial y buena mujer pero nunca fue lo que quise, nunca extrañé sus besos o nunca quise que el tiempo pasara rápido para volver a verla. Todas esas cosas me pasan es con Anastasia y siempre me voy a arrepentir de no haber puesto mis ojos en ella antes.

Dejo las llaves en el vestíbulo cuando entro al penthouse y me tiro en el sofá con rabia acumulada porque yo Jeon Jungkook, el hombre que juró nunca ir detrás de alguna mujer, heme aquí deseando ir a buscarla por haberme dejado plantado.

Saco el teléfono de mi bolsillo rápidamente deseando que la llamada que entra sea suya y que sólo me diga que se quedó dormida, pero aterrizo cuando quién llama es Yoongi.

—Hermano —dice al contestar— ¿Que tal todo?

—Cuéntame.

—¿El italiano se ha contactado contigo? —pregunta y entre tanta cosa, había olvidado el collar.

—No, ¿Que sabes?

—Logró conseguir una huella digital de la esposa de Renzo —asevera— tiene a una servidumbre de infiltrada y tenemos la muestra camino a las vegas.

—¿Quién la trae? —pregunto con duda.

—Él —comenta— con la huella podremos dar con ella en sistema y hacer escáner de su rostro a ver qué otras coincidencias arroja, si los datos están correctos sabremos si tiene más familia aparte del hijo que abandonó.

INEVITABLE ATRACCIÓN | JEON JUNGKOOK +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora