Capítulo 7.

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Anastasia

Abro los ojos de golpe con el pecho exasperado y con el cabello pegado a la frente. Siento mi rostro húmedo y es que miles de lágrimas me recorren las mejillas en este momento.

—Aquí estoy nena —mi abuela abre la puerta de la habitación— ya pasó.

Me lleva a sus brazos y me aferro a ella fuertemente sin dejar de llorar.

—¿De nuevo las pesadillas? —me acaricia el cabello dejando besos en mi coronilla— te oí gritar.

—Habían cesado —me sorbo la nariz terminando de explotar en llanto— la extraño mucho nana, ¿Por qué tuvo que irse? ¿Por qué ella? ¿Por qué mi mami?

Respira hondo apretándome más contra ella.

—Lo sé —me limpia las lágrimas— pero estoy segura que te cuida desde dónde quiera que esté, de eso no tengo duda.

Duele, siempre va a doler.

—¿Podemos ir al cementerio más tarde?

—Claro que sí nena —me soba la espalda— ahora trata de dormir un poco más, aún es de madrugada.

Me limpio el rostro acomodándome entre las sábanas.

—¿Puedes dormir conmigo?

Me frota el pulgar en la mejilla dándome esa sonrisa que me alegra los días mientras se acomoda a mi lado. Pienso en papá y en ella, son las personas más importantes para mí y me duele que siento que la vida se me está escapando poco a poco, su vida de hecho. A papá le dictaminaron insuficiencia cardíaca grado C, dijeron que no viviría más de cinco años y pese a que se ve sano, se que en cualquier momento la vida me lo arrebatará al igual que a la abuela Vicky.

Y estaré sola.

Abrazo a mi abuela metiéndome entre su pecho. Sus suaves manos dan toquecitos en mi espalda y cierro los ojos tratando de conciliar el sueño nuevamente.

—¿Te gusta ese muchacho? —pregunta de la nada— no tenías porque entrar a la casa como ladrona, vi cuando te dejó.

Sonrío. Nada se le puede ocultar a esta señora.

—Y tú deberías dejar de estar chismeando en el balcón —la regaño— te pareces a nuestras vecinas.

Me da con los nudillos en la cabeza y suelto a reír.

—¿Quién es el muchacho?

Me quedo callada pensando que decirle. No es fácil y menos entendible decir que hace dos noches me acosté con mi hermanastro.

—Es un amigo —le digo para salir de paso— nada serio.

—Para no ser nada serio te emperifollaste como cuando salías con Román —me recuerda a mí ex— tengo ochenta y dos, soy chismosa pero no pendeja Anastasia.

Me río.

Jungkook viene a mi mente. Lo he pensado a cada momento, cuando como, cuando me baño, cuando me visto, e incluso sueño con él. No sé si es efecto de un buen polvo o... algo más.

Sí, es algo más.

Se que la abuela me reprendería por lo que hice pero fue algo que no pude evitar y se que el karma me llegará y qué tal vez en un futuro me hagan lo mismo a mí pero es que Jungkook realmente me atrae desde el primer momento en el que me lo presentó papá.

Era un adolescente mimado y arrogante, en vacaciones íbamos a la casa del lago como todos los años y mis ojos siempre se centraban en él aunque nunca me veía, sabía que era algo imposible, siempre quise saber a qué sabía un beso suyo, una caricia, o que se podía sentir el tacto de su piel contra la mía.

INEVITABLE ATRACCIÓN | JEON JUNGKOOK +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora