Meet You Again | AU Medieval | [Izuku Midoriya × Lectora]

Capítulo 28 | Protege lo que amas

—Tienes que bajarme, Shindō

El pelinegro detuvo a su caballo de inmediato, los demás, quienes llevaban a las señoritas nobles siguieron su camino, sin embargo, ustedes se habían quedado ahí, el príncipe te había tomado tan de repente que ni siquiera habías tenido la oportunidad de negarte, y ahora estabas sentada frente a él, con el vestido manchado de sangre y tierra, tu mirada conectó con la tuya, y no te sorprendió en absoluto la mirada llena de confusión y miedo que te mostró.

—No quiero ofenderla, princesa, ¿pero está loca? ¿Por qué quiere regresar ahí?

—¿Y qué se supone que haga? ¿Qué me deje llevar y resguardar en la torre de un castillo para que ni la brisa del viento me toque? —Respondiste de vuelta, alejándote de él y dando un brinco hacia abajo, sosteniéndote de inmediato del caballo debido al mareo—. No puedo hacer eso... Tengo que hacer algo.

—¿Y que se supone que harás? —El pelinegro bajó a tu lado, frunciendo el ceño y su tono de voz siendo más hostil del que te había enseñado en los últimos días—. ¿Te vas a lanzar a atacar a demonios y bestias? Serás solo un estorbo para los caballeros, ellos se harán cargo.

—Es mejor intentar hacer algo que huir en mi caballo y dejar que valientes caballeros hagan todo por mí. —El rostro de Midoriya pasó por tu mente en ese momento, recordando que había sido él quien había pedido que te protegieran, y te sentiste terrible al saber qué harías lo contrario—. Ya vi morir a caballeros frente a mí, no podré vivir en paz si me voy e ignoro a los demás. Además, estamos en tu reino, eres un príncipe heredero, ¿no se supone que también debes proteger?

—Y protegeré desde mi trinchera, no desde no sé hacer nada.

—Así que solo eres un príncipe de nombre, ya veo, el título te queda grande. —Sabías el insulto que estabas haciendo, en otras circunstancias, aquello habría sido motivo suficiente para iniciar una guerra, pero en ese momento, aquello era lo último que importaba, observaste el rostro acomplejado de Shindō, observando a sus espaldas y escuchando los gruñidos, gritos y golpes de espada—. Si no quieres estorbar, está bien, no lo haremos, pero desde la distancia se podrá hacer algo.