𝗠𝗲𝗲𝘁 𝗬𝗼𝘂 𝗔𝗴𝗮𝗶𝗻 | また会いましょう
Un castillo, una huida, una fiesta y un roce de manos fue lo que necesitaron para que se encontrarán, como imán y metal que, sin siquiera analizarlo, se unían al más mínimo acercamiento.
Sin embargo, c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bakugō Katsuki era extrañamente... Majestuoso.
Por no decir alguna otra palabra.
Las únicas veces que lo habías visto fue durante tu infancia, cuando tú madre aún seguía viva y la vida social era algo a lo que a penas ibas acostumbrándote, tus recuerdos de aquella época eran vagos y borrosos, y en realidad, tampoco recordabas cada aspecto de tu niñez, sin embargo, sí que recordabas a un niño rubio que te presumía tanto a ti como a Shōto el reino que en un futuro sería de él. No obstante, aquel niño pequeño de no más de diez años no era ni la sombra del hombre que tenías enfrente y caminaba con todo el orgullo del mundo inflando su pecho.
El dragón rojo a su espalda te recordó a los dibujos que Midoriya llegó a enseñarte en su estudio durante tu estancia en el palacio de los Todoroki, y si tu memoria no te fallaba, recordabas que había mencionado que su presencia no era del completo agrado del heredero de los Bakugō.
—Veo que han traído a... Un dragón. —El comentario de la reina Shindō probablemente no era el más adecuado como recibimiento a la familia real del Norte, pero tampoco es como que supiera que decir cuando alguien llevaba un enorme dragón a tu territorio—. Una maravilla, si me permiten comentar.
La aparente fascinación de la reina era una clara mentira, pero tampoco podía expresar el total desagrado de tener un ser místico dentro de su tierra, pero debido a que había sido ella quien los había invitado, no le quedaba de otra más que aceptarlo.
—Lamentamos si causa un gran estruendo —dijo Mitsuki, dando media vuelta y frunciendo el ceño hacia su hijo—. ¡Más te vale que guardes ese dragón, Katsuki!
—¡No me digas lo que tengo que hacer!
Escuchar la contestación de Katsuki hacia su madre era algo de otro mundo, a ti te habían criado para seguir órdenes y respetar a tus padres, la sola idea de gritarle de tal manera a tu padre era casi irreal, e incluso si algún día le llegases a gritar, no podías imaginar que era lo que debía haber hecho tu padre para perder la compostura de ese modo, aunque aparentemente Katsuki no necesitaba una razón para responder así, él... Solo era así.