Amo

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Narra Ares.

Salimos de la bodega, mi conductor va a entrar pero se lo impido.

–Ya conduzco yo vete en otro coche, –El hombre asiente y se va, Aria monta en la camioneta.

–¿Donde está el conductor?

–No vamos a casa –Contesto mirándola con complicidad.

Frunce el ceño pero igualmente confía en mí y no hace preguntas solo se pone el cinturón.

Conduzco en silencio por las calles de Rusia mientras Aria mira por la ventana tratando de averiguar a donde vamos.

Entro en el parking de un edificio que conozco muy bien, Aria sale del coche y me sigue.

–¿Me vas a decir ya a donde vamos?

–Lo sabrás pronto mujer tranquila.

Agarro su mano y subimos por el ascensor hasta el último piso.

Las puertas se abren con un pitido, tengo penthouses ubicadas en puntos estratégicos, cerca del los clubs a los que suelo ir, algunos son normales, los utilizo cuando quiero estar solo, pero otros, los utilizo para llevarme a putas, estos tienen una habitación incorporada, muy importante, ya sabéis por donde va la cosa.

Aria analiza todo, camina hasta los ventanales y mira toda la ciudad a sus pies.

–Que bonito –Dice en un susurro.

–¿Sabes lo que es el BDSM? –Se gira de golpe mirándome con los ojos muy abiertos.

–Es sexo pero masoquisticamente hablando, con un dominante y una sumisa y viceversa –Se calla por un instante pensando y cuando por fin se entera se empieza a poner nerviosa –¿No n-no practicaras eso verdad?

–La palabra masoquisticamente te la acabas de inventar, tranquilízate Aria.

–No me has contestado

–Sí, si lo practico –Se tensa y yo me hacerco a ella.

–Que ni se te pase por la cabeza que vamos a hacer eso.

–Nunca lo has probado, no sabes si te gusta, además es lo mismo que hacemos siempre solo que mejor –Sigo acercándome mientras ella retrocede.

–No creo que me vaya a gustar que me des con un látigo.

–O si, ¿Quién sabe? –Su espalda choca con el ventanal y llego hasta ella, levanto con un dedo su cabeza para que me mire y me acerco a su cara  –A lo mejor te gusta ser una sumisa.

Su respiración se acelera, la agarro de la mano y la arrastro conmigo por la escaleras, me paro enfrente de una puerta negra, saco las llaves del bolsillo y la abro, dejo que pase Aria primero.

Las paredes son totalmente roja y en ellas hay colgados muchísimos instrumentos que los voy a utilizar toda la noche para tocar mi música favorita, sus gemidos.

No estoy seguro si Aria está asombrada o asustada, puede que ambas.

–¿Tienes un puto cuarto rojo y yo no me había enterado?

–Todavia no me conoces del todo pequeña. –Cierro la puerta con llave, Aria se da la vuelta mirando la llave.

–Abre esa puerta, no quiero estar encerrada contigo.  –Enseño la llave.

–Aqui ya no mandas tu preciosa, –Me siento a los pies de la cama –Aqui ambos tenemos que poner de nuestra parte, no te voy a dar la llave gratis, te la tienes que ganar.

Narra Aria.

Muchas emociones se cruzan provocando escalofríos al oír esas palabras, me tengo que ganar la puta llave.

Mi Reina (2° libro de la Trilogía Mia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora