3. Extraño alfa

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Quackity se encontraba de mejor humor, fue una extraña, pero agradable experiencia la de aquellos niños. Más aún como todos le agradecía de manera amable.

Tal vez no todos los chamacos eran un desastre fue lo que pensó, pero claro eso no cambiaba que no quería tener ninguno. Ahora mismo debía seguir con lo planeado, asistir a aquel ridículo evento, donde sólo trataban a los omegas como una posible incubadora potencial.

Claro que él había salido con algunas personas, en totalidad eran betas. Jamás y nunca saldría con un alfa, había tenido sus enfrentamientos con ellos al llamarlo un omega indecente al desafiar de esa manera a su alfa.

Su alfa.

Esa simples palabras hacían que Quackity se desconoce, le hacía sentir como un objeto bonito que los alfas quienes se creían los mejores. Es cierto que eran más fuertes, pero un omega también podría hacer cosas de alfa, eso es lo que estuvo demostrando toda su vida después de la muerte de su padre.

Sabía que incluso había rumores en su escuela sobre él, los otros omegas no se le acercaban debido a que era el omega raro de la clase de derecho, muchos otros hablaban de que lo más seguro es que había salido en las mejores posiciones a base de acostones con los docentes. Pero no era así, Quackity había luchado y merecido esa calificación al estudiar y trabajar duro. Algo que esos estúpidos alfas perdían el tiempo malgastandolo entre omegas y fiestas.

Suspiro frustrado ante la idea de olvidarse de todo por lo que trabajo, debido a su condición y por un estúpido alfa que se crea superior. Quackity no creía en el amor, mucho menos en el matrimonio. La mejor prueba eran sus padres, habían  amado, para comenzar a odiarse, su madre solo le importaba cuánto tenía de dinero y
fama de su papá.

Aquel prestigiado apellido que se había vuelto solo el hazme reír de varios alfas. Lo único que podía sentir el chico era una completa frustración y odio por aquella casta que constantemente lo desprecia a él y a su padre.

–Malditos cabrones.

Soltó lanzando su libro, causando que este cayera a unos metros, suspiró intentando controlarse. Cuando iba a ir por él se detuvo al notar como un chico lo tomaba mirando a su dirección, lo primero que noto fue no solo la sonrisa de este, sino su hermoso olor a girasoles.

–¿Es tuyo?

–Ah… gracias.

Lo tomó algo avergonzado, escuchando la risa de aquel chico castaño.

–Deberías tener cuidado, la siguiente vez podrías darle a alguien.

–Eh… si, gracias…

Aquel chico parecía como si no quisiera irse, incomodado un poco a Quackity.

–Ammm, no deberías hablarme, es un consejo…

Aquello extraño al contrario, quien ladeo su cabeza.

–¿No? ¿Y por qué?

–¿Cómo que porqué? ¿Acaso no sabes quien soy?

Aquel chico tocó su propia barbilla examinándolo.

–Bueno, por tu libro diría que estudias leyes.

–¿Y solo eso?

–Eres muy guapo –río divertido.

Aquello hizo sonrojarse, negando y golpear la mesa.

–Soy un omega como tu, soy de hecho el peor omega con el que deberías cruzar palabra. ¿En serio nunca has escuchado de mi? El indecente omega de leyes, han dicho tantas cosas de mí. ¿En serio no sabes quien soy?

Oh Mr CórdobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora