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esta historia es con richard pero me estoy enamorando de carrascal amigas 🫦

Al siguiente día, me levanté con la bulla de mis amigas que venían con un desayuno y un parlante. La música alegre llenó la habitación y mis ojos todavía medio cerrados se abrieron con una sonrisa.

—¡Ay, quiero regalarte! —comenzaron a cantar en coro.

—En tu cumpleaños mi canción,
Quiero regalarte el corazón
Porque sabes que no tengo más

Hoy que cumples años
Te vengo a traer la bendición
Que Dios desde el cielo te mando
Pa' llenarte de felicidad

Que Dios te bendiga y que cumplas muchos años
Hoy que estas cumpliendo años, que Dios te regale vida
Que Dios te bendiga y que cumplas muchos años
Yo te traigo mi cariño, este es mi mejor regalo.

Cantaron juntas y yo solo me levanté para abrazarlas. Sentí un calor en el pecho; su cariño y entusiasmo eran contagiosos. Ya se había acabado mi descanso, así que debía volver al trabajo. Quería arreglarme y me puse un vestido corto que acababa de comprar

 Quería arreglarme y me puse un vestido corto que acababa de comprar

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—No es tan tan corto... bueno sí. Igual a Richard le parecía fea, entonces, ¿qué importa si el vestido es corto? Igual no me va a mirar.

Me di una ducha muy relajante y me peiné.

Me comí el desayuno que me preparó Mariana, que estaba delicioso, y salí hacia la oficina

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Me comí el desayuno que me preparó Mariana, que estaba delicioso, y salí hacia la oficina. Al llegar, los chicos me felicitaron y me elogiaron mi ropa.

—Te ves increíble —dijo Daniel, sonriendo.

—Feliz cumpleaños —agregó James.

—Gracias, chicos —respondí, sintiéndome un poco mejor por sus palabras.

Me fui hasta la oficina de Richard y le indiqué que tenía entrenamiento, una entrevista y que tenía que darle un regalo a la suprema porque estaban cumpliendo meses.

—Me encargo de que consigas el regalo y hagas un par de llamadas —dije, intentando sonar profesional.

Richard apenas me miró y asintió. Su indiferencia seguía molestándome, pero intenté concentrarme en mis tareas.

Durante mi descanso, estaba sentada en mi escritorio cuando Carrascal se acercó con las chicas, Daniel, Mojica y James con un pequeño pudín.

Se me salieron las lágrimas de la felicidad y luego de soplar las velas y que me cantaran el cumpleaños, los abracé a todos

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Se me salieron las lágrimas de la felicidad y luego de soplar las velas y que me cantaran el cumpleaños, los abracé a todos.

—Gracias, de verdad. Esto significa mucho para mí —dije, con la voz quebrada.

—Te mereces esto y más —respondió Lucía, sonriendo.

Cuando estaba a punto de acabar mi turno, organizando mis cosas para irme, Ríos me llamó.

—Dime —dije, abriendo la puerta.

—Palmeras me acaba de mandar un correo importante. Necesito que lo leas y lo analices para que me digas qué tal, y necesito que sea hoy.

—Lo siento, pero mi hora de salida es ya —dije, con una expresión un poco de tristeza.

—No importa —contestó él mientras miraba su celular.

Revisé y el archivo tenía 93 páginas. Sabía que sería una tarea ardua, así que volví con las chicas para avisarles que no podía salir a comer con ellas.

—Está bien, te esperaremos en la casa con pizza —contestó Mariana, mientras las dos me abrazaban como despedida.

Asentí y empecé a leer todo. Estaba muerta de hambre, así que me costaba concentrarme. Al final terminé como a las 10 y le hice un pequeño resumen. Lo dejé en su escritorio; él seguía ahí, en su celular, sin decirme una sola palabra.

Salí de las instalaciones de la selección y no pasaba ni un solo taxi, así que decidí irme en bus. Después de todo, mi nuevo apartamento quedaba cerca. Cuando pasó el primer bus, lo agarré. Iban dos señores sentados atrás y el chofer. Me senté en un puesto en la mitad del bus y cogí un asiento al lado de la ventana. Al rato, se subió un señor a mi lado, un poco mayor que yo, y de un momento a otro sentí que estaba haciendo movimientos raros. Cuando miré, se estaba masturbando a mi lado, viéndome las piernas.

—¿Qué le pasa, asqueroso? —grité, levantándome. Ni los señores de atrás ni el chofer hicieron nada. Me sentía asqueada y me bajé del bus, llorando y corriendo hasta mi casa con miedo de que él se bajara y me siguiera. Sentí que cada sombra me acechaba mientras corría por las calles desiertas.

Las chicas me vieron entrar y sonrieron, sin saber lo que me había pasado.

—¡Feliz cumpleaños ! —dijo Mariana, levantando una caja de pizza.

Yo me tiré de rodillas apenas toqué el apartamento, mientras lloraba. Ellas corrieron hacia mí.

—¿Qué pasó? —preguntó Lucía, alarmada.

Les conté todo mientras me sentaba en el mueble, solo mirando a la pared, aún en shock.

—¡Qué horror! —dijo Mariana, abrazándome—. No puedo creer que nadie te haya ayudado.

—Es tan injusto —dijo Lucía, con lágrimas en los ojos—. ¿Estás bien? ¿Quieres que hagamos algo?

—Solo... necesito un momento —respondí, tratando de recuperar el aliento.

Me sentí rodeada de amor y apoyo, pero también de una profunda sensación de vulnerabilidad. Era un recordatorio brutal de que, a pesar de los momentos felices, la vida podía ser extremadamente cruel e impredecible. Esa noche, mis amigas se quedaron a mi lado, ofreciéndome consuelo en forma de palabras y abrazos.

El día había empezado con una celebración y había terminado en lágrimas, pero sabía que con ellas a mi lado, sería capaz de encontrar la fuerza para seguir adelante.

Mi jefe || Richard ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora