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El sol de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación con una luz cálida y acogedora. Abrí los ojos lentamente, sintiendo el brazo de Richard aún alrededor de mi cintura, su respiración tranquila y constante contra mi cuello. Por un momento, me permití disfrutar de la sensación de seguridad que me daba estar entre sus brazos, un sentimiento que había temido nunca volver a experimentar.

Me giré lentamente para mirarlo, observando cómo sus ojos aún cerrados y su expresión relajada mostraban una paz que hacía mucho no veía en él. No quería moverme, no quería romper la magia de ese momento, pero sabía que había llegado la hora de enfrentar la realidad. Habíamos tenido nuestra noche juntos, habíamos compartido algo profundo, pero ahora teníamos que tomar decisiones.

Deslicé suavemente su brazo de mi cintura y me levanté de la cama, tratando de no despertarlo. Me puse la camisa de Richard, que había quedado tirada al lado de la cama, y me dirigí hacia la ventana, mirando el jardín de la casa donde las primeras luces del amanecer comenzaban a tocar las hojas de los árboles.

Sabía que no podía seguir huyendo de las decisiones que debíamos tomar, tanto sobre nuestra relación como sobre nuestras vidas. Habíamos pasado por demasiado, y aunque el amor seguía allí, necesitábamos saber si éramos capaces de construir algo duradero sobre las ruinas de lo que habíamos sido.

—¿Ya estás despierta? —la voz adormilada de Richard me sacó de mis pensamientos.

Me giré para verlo, ahora sentado en la cama, con una sonrisa suave en el rostro. Su cabello estaba desordenado, y la sábana aún cubría parte de su cuerpo, pero en ese momento me pareció perfecto.

—Sí, solo... estaba pensando —respondí, regresando lentamente a la cama.

Me senté a su lado, y él tomó mi mano, acariciándola suavemente con su pulgar.

—¿En qué pensabas? —preguntó, su tono curioso pero cauteloso.

Suspiré, sabiendo que era el momento de ser completamente honesta.

—Pensaba en nosotros, en lo que significa todo esto... —comencé, buscando las palabras adecuadas—. No puedo negar lo que siento por ti, Richard. Anoche lo demostró. Pero también sé que necesitamos estar seguros de que esto no es solo una fantasía, algo que nos consuela en medio del caos.

Richard asintió, su mirada fija en la mía.

—Tienes razón. Hemos pasado por mucho, y no quiero que nada de lo que construyamos ahora sea frágil o temporal. Quiero algo real contigo, algo que no se rompa con el primer viento fuerte —dijo, su voz llena de una determinación que me tocó profundamente.

Le di un apretón suave a su mano, sintiendo la conexión entre nosotros crecer con cada palabra que decíamos.

—Si vamos a seguir adelante juntos, tiene que ser porque ambos estamos listos para comprometernos a ser honestos, a apoyarnos en los momentos difíciles, y a luchar por esto todos los días —dije, mi voz firme, pero suave.

Richard me miró con una seriedad que no había visto antes.

—Estoy listo para eso, más que nunca. Te amo, y quiero pasar mi vida contigo, pero quiero que sea de la manera correcta. No más juegos, no más inseguridades. Solo tú y yo, construyendo algo que valga la pena —respondió, y su sinceridad me hizo sentir una calidez en el corazón.

Asentí, sintiendo que estábamos en la misma página por primera vez en mucho tiempo.

—Entonces, vamos a hacerlo —dije, y su sonrisa se ensanchó, como si una gran carga hubiera sido levantada de sus hombros.

Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la cercanía, antes de que Richard se inclinara y me besara suavemente.

—Quiero que nos mudemos juntos —dijo de repente, rompiendo el beso y mirándome con seriedad—. Sé que es un gran paso, pero creo que es el momento de que empecemos a construir esa vida juntos.

Su propuesta me tomó por sorpresa, pero al mismo tiempo, sentí que era el paso correcto. Después de todo lo que habíamos pasado, tal vez era hora de comenzar un nuevo capítulo juntos, uno que nos llevara hacia adelante en lugar de mirar hacia atrás.

—Me encantaría —respondí, sonriendo—. Creo que es exactamente lo que necesitamos.

Richard sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estábamos en el lugar correcto, listos para enfrentar lo que viniera.

Esa noche, después de una cena tranquila con los amigos que aún estaban en casa, Richard y yo nos sentamos en el porche trasero, mirando las estrellas. Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando del momento, sabiendo que estábamos a punto de comenzar una nueva etapa en nuestras vidas.

—¿Estás lista para lo que viene? —preguntó Richard, rompiendo el silencio.

Lo miré, viendo la seriedad en sus ojos, y sonreí.

—Sí, lo estoy. Y sé que, mientras estemos juntos, podremos con lo que sea —respondí, apretando su mano.

Richard asintió, y juntos, nos quedamos allí, mirando el cielo nocturno, sabiendo que estábamos listos para lo que viniera, y que esta vez, lo enfrentaríamos juntos.

Mi jefe || Richard ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora