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Después de la fiesta en la empresa, al siguiente día, mi cabeza me estaba matando. Había tomado un poco más de lo habitual, pero tenía que cumplir con mis responsabilidades. Me desperté y me tomé un café bien cargado, luego me di una ducha de agua fría que me hizo sentir al 100%.

Cuando las chicas estuvieron listas, nos fuimos. Al entrar a las instalaciones del club de fútbol, agradecí eternamente tener a Lucía y a Mariana cerca todo el día. Por hoy estábamos en recepción y no con nuestros jefes. James Rodríguez llegó y nos saludó, hablamos durante cinco minutos.

Luego entró una llamada y yo contesté.

—Hola, ¿le puedes decir a James que lo necesito en mi oficina, por favor? —dijo Néstor, el jefe del equipo, a través del teléfono.

—James, te necesita Néstor —dije en cuanto colgué.

James se fue y entraron Daniel y Mojica, que nos saludaron. Mientras Mariana le decía a Daniel su horario de entrenamiento del día, yo les recordé a Mojica y a Daniel que tenían una reunión con Richard Ríos, uno de los jugadores estrella, en 20 minutos para discutir una colaboración con una marca deportiva. Ellos entraron hasta la oficina de Richard y luego llegó Lucho Díaz, quien le regaló un chocolate a Mariana.

—Ututui —dijo Lucía mientras veíamos a Lucho irse.

—Alguien de aquí va a tener novio —bromeé, y las tres reímos.

Richard se acercó a mí con su cara seria de siempre.

—Tendré una conversación con Mojica y Daniel. Para lo que sea que me necesites, que sea para después. Necesito una cita con mi fisioterapeuta y que llames a mi contador para examinar los extractos bancarios del mes. Cuando los tengas, los imprimes y me los envías. Aparte, necesito que tú tengas una carpeta con copias de todos los extractos del año y también que pagues mi recibo de la luz.

Asentí sin decir una sola palabra.

—Y mi café —dijo antes de irse.

—Aquí está —respondí.

Él lo agarró sin decir nada más y se retiró.

Llamé al fisioterapeuta y le dieron la cita para dentro de una semana. Después llamé al contador para que me diera acceso a su extracto bancario y lo imprimí. La verdad fue fácil, pero luego, cuando estaba revisando lo de los meses anteriores para guardar una copia en mi memoria, se acercó una chica a mi escritorio.

—Hola, vengo a hablar con Richard.

—En este momento no se encuentra disponible. ¿Tienes cita? —respondí amablemente con una sonrisa.

—¿Me ves cara de que debo sacar cita? —dijo mirándome con rabia.

y yo

—Lo siento, igual no te puedo dejar pasar

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—Lo siento, igual no te puedo dejar pasar. Está en una reunión importante.

—Entonces lo espero —dijo sentándose en una de las sillas que había ahí.

—Es la suprema —susurró Mariana.

—Me importa un culo, qué grosera que es —susurré.

—Total —dijo Lucía, pero justo a ella le llegó un correo de algo de Mojica y empezó a responderlo, así que nosotras nos quedamos calladas.

Terminé de imprimir los extractos de los meses anteriores y los guardé en una carpeta.

—Tráeme al menos un café —dijo Nicole con una cara de desagrado.

—Espera un momento, por favor, estoy enviando un correo importante.

Estaba haciendo tiempo, en realidad no le iba a traer ni mierda por grosera.

—Que me traigas el café, ¿es que no entiendes? —volvió a hablarme.

—Ella no te va a traer nada, porque el único que le puede pedir café soy yo —dijo Richard, con Mojica y Daniel detrás.

Yo por dentro estaba brincando de la emoción.

—Ya puedes pasar —respondí con la sonrisa más falsa que tenía.

Ella solo se levantó y, junto a Rios, se fueron.

Recibí una llamada de Juvena, así que contesté enseguida.

—Hola linda —dijo ella a través del teléfono.

—¡Hola! ¿Necesitas algo?

—Sí, es para ver si le puedes decir a Néstor que dentro de 3 dias es el cumpleaños de Thiago. No había podido decirte porque no sabíamos cuándo se lo íbamos a celebrar.

—Está bien, yo le aviso.

La mañana avanzaba y el ambiente en el club se volvía más tenso a medida que se acercaba la hora de la reunión con la marca deportiva. Daniel y Mojica salieron de la oficina de Néstor con expresiones serias. Algo no estaba bien. Me acerqué a Mariana y Lucía, tratando de mantener la calma.

—¿Notaron cómo salieron Daniel y Mojica? —les susurré.

—Sí, parecían preocupados —respondió Lucía.

De repente, James volvió a aparecer, con una expresión de urgencia.

—Necesito hablar con Néstor ahora mismo —dijo, y se dirigió directamente a la oficina sin esperar respuesta.

El teléfono sonó de nuevo, interrumpiendo el tenso silencio que se había formado. Contesté rápidamente.

—Recepción, ¿en qué puedo ayudarle?

—Soy Néstor, avísale a Daniel y Mojica que llego en cinco minutos —dijo una voz firme al otro lado de la línea.

—Claro, les aviso de inmediato —respondí.

Al colgar, sentí un nudo en el estómago. La reunión con la marca deportiva siempre era importante, pero hoy algo se sentía diferente, más cargado de tensión y expectativa. Me acerqué a Daniel y Mojica, que estaban hablando en voz baja cerca de la ventana.

—Néstor llega en cinco minutos —les informé.

—Gracias —respondió Daniel, apretando los labios.

Mientras tanto, Néstor salió de su oficina, su rostro mostraba una mezcla de preocupación y determinación.

—Vamos a la sala de juntas —ordenó, y todos lo siguieron sin decir palabra.

La oficina se quedó en un inquietante silencio después de que se fueron. Sentí una mezcla de curiosidad y preocupación, pero sabía que debía concentrarme en mi trabajo. Justo cuando iba a enviar un correo, Mariana se acercó con una expresión preocupada.

—¿Crees que todo estará bien? —me preguntó en voz baja.

—No lo sé, pero esperemos que sí —respondí, tratando de sonar más segura de lo que me sentía.

El resto del día pasó con una sensación de tensión en el aire. A medida que la tarde avanzaba, la puerta de la sala de juntas se abrió y Néstor salió primero, con una expresión que no pude descifrar. Daniel y Mojica salieron después, ambos visiblemente tensos. Finalmente, Richard Ríos salió, su rostro impasible, como siempre.

—Se acabó por hoy. Nos vemos mañana —dijo Néstor, y todos comenzaron a recoger sus cosas.

La jornada había sido más larga y estresante de lo que había esperado. Mientras nos preparábamos para salir, no pude evitar sentir que algo grande estaba por suceder. Algo que cambiaría el rumbo del club y nuestras vidas.

Mi jefe || Richard ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora