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Siempre es lo mismo, lo intentaré, haré esto, haré lo otro. No puedo simplemente fingir que no me dolió y creo que en el fondo lo sabía. Yo sabía que ellos seguían —le dije a Mariana con frustración mientras servía la cena, ya que Lucía estaba dormida porque estaba muy cansada.

—Pero yo no he visto a la Suprema más. Seguro fue para molestar —respondió Mariana, intentando consolarme.

—No sé —dije negando con la cabeza, suspirando.

Nos sentamos a comer y, cuando terminé, me llegó un mensaje de Richard.

—"Hola, ¿cómo estás?" —escribió.

—"Bien, ocupada. ¿Qué quieres?" —respondí, sin ganas de prolongar la conversación.

—"Quería hablar contigo. Sé que la he cagado, pero quiero arreglar las cosas." —dijo él.

—"Richard, siempre dices lo mismo. No puedo seguir así." —contesté, sintiendo el nudo en el estómago.

—"Esta vez es diferente. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que puedes confiar en mí." —insistió.

—"No sé si puedo creerte." —escribí, mi frustración evidente en cada palabra.

—"Déjame probarlo. Por favor." —respondió él.

Continuamos hablando hasta la 1 de la mañana. Sentía que cada mensaje era una lucha entre mi razón y mi corazón. De repente, dejó de contestar. Supuse que se había dormido, pero luego sentí el timbre y fui a abrir la puerta.

—¿Qué haces aquí? —dije, mirándolo de arriba abajo porque vino con su pijama puesta.

—¿Puedo dormir contigo? —preguntó, rascándose la nuca.

Sonreí un poco.

—Puedes pasar y dormir conmigo, pero no significa nada —dije, señalándolo con el dedo mientras pasaba.

Él sonrió con una sonrisa pequeña y caminó en silencio hasta el cuarto y yo detrás de él. Se tiró en la cama y yo hice lo mismo a su lado. Se acercó rápido y me enredó en sus brazos.

—Qué linda tu pijama —dijo en mi oído.

—Igual la tuya —respondí sarcásticamente.

Dejó su celular a un lado y yo hice lo mismo para que no fuera incómodo. La habitación estaba oscura, y solo se escuchaban nuestras respiraciones. Dejó un beso en mi frente y yo prendí el aire acondicionado.

Se acurrucó junto a mí y cerró sus ojos lentamente al igual que yo.

El sonido del despertador me sacó de un sueño profundo. Abrí los ojos y me encontré con Richard todavía abrazándome. Recordé la noche anterior y cómo habíamos terminado durmiendo juntos. Me removí un poco, tratando de salir de sus brazos sin despertarlo, pero él abrió los ojos lentamente.

—Buenos días —dijo, su voz ronca por el sueño.

—Buenos días —respondí, intentando mantener mi tono neutral.

—Gracias por dejarme quedarme anoche. Realmente necesitaba estar contigo —dijo, soltándome lentamente y estirándose en la cama.

—No te hagas ilusiones, Richard. Fue solo por una noche —dije, levantándome de la cama y dirigiéndome al baño.

Mientras me lavaba la cara, escuché que Richard se levantaba y comenzaba a vestirse. Salí del baño y lo encontré sentado en la cama, mirándome con una expresión seria.

—¿Podemos hablar? —preguntó, su tono más firme.

—¿Sobre qué? —dije, cruzando los brazos.

—Sobre nosotros. No quiero que esto sea solo una noche. Quiero arreglar las cosas, de verdad —dijo, su voz llena de sinceridad.

—Richard, siempre dices lo mismo. "Lo intentaré, haré esto, haré lo otro". Pero no puedo simplemente fingir que no me dolió. Creo que en el fondo sabía que tú y la Suprema seguían en contacto —dije, sintiendo la frustración y el dolor en mi voz.

—Te juro que no hay nada entre nosotros. Ella solo quería molestar y causar problemas. Pero yo estoy aquí, contigo, porque tú eres la única que me importa —respondió, su tono desesperado.

—Necesito pruebas, Richard. Necesito ver que realmente estás dispuesto a cambiar y a dejar atrás todo ese drama —dije, tratando de mantenerme firme.

—Lo haré. Haré lo que sea necesario para demostrarte que puedes confiar en mí —dijo, levantándose y acercándose a mí.

—Está bien. Pero esto no significa que te haya perdonado. Necesito tiempo —dije, mirando a sus ojos.

—Tomaré todo el tiempo que necesites. Solo dame una oportunidad para demostrarte que podemos ser felices juntos —dijo, tomando mis manos.

Suspiré, sintiendo una mezcla de esperanza y escepticismo.

—Veremos. Ahora, vámonos a trabajar antes de que lleguemos tarde —dije, soltando sus manos y dirigiéndome a la puerta.

El camino a la oficina fue silencioso. Richard intentó romper el hielo con pequeñas conversaciones, pero yo me mantuve distante, concentrada en mis pensamientos. Llegamos a la oficina y me dirigí a mi escritorio, tratando de concentrarme en mi trabajo.

Durante el día, Mariana notó mi actitud y se acercó a preguntarme.

—¿Qué pasó? Te ves más tranquila —dijo, con una sonrisa curiosa.

—Richard y yo hablamos. Quiere arreglar las cosas, pero no estoy segura de si puedo confiar en él —respondí, suspirando.

—Tómate tu tiempo. No tienes que decidir nada ahora. Solo asegúrate de que él realmente está dispuesto a cambiar —dijo, dándome un apretón en el brazo.

—Gracias, Mariana. Eso haré —respondí, sintiéndome un poco más aliviada.

El día continuó y, aunque las cosas seguían tensas entre Richard y yo, había una pequeña chispa de esperanza de que podríamos superar esto. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a darle una última oportunidad para demostrarme que realmente había cambiado.

Mi jefe || Richard ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora