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POV Richard

Después de que tiró la puerta, me senté en el escritorio, agarrándome la cabeza con desesperación. Las lágrimas no tardaron en salir. La había cagado. La única mujer que hacía que mi corazón latiera con fuerza era ella. Me golpeé la cabeza un par de veces al recordar que me despreciaba.

Entró Camila, cerrando la puerta detrás de ella.

—Hiciste lo correcto, eres el mejor —dijo, pero ni siquiera la estaba escuchando.

—Debes estar enfocado en el fútbol, y ella es una distracción. Necesitas una persona que esté ahí para ti —dijo, acercándose a mi oído.

Me sentía ahogado. Quité mi corbata con fuerza; todo me tenía cansado. Desabotoné mi camisa rápidamente. A la mierda la junta que tenía en una hora.

—Camila, ahora no quiero hablar —dije, sin mirarla.

Ella sonrió y salió de mi oficina.

Me quedé solo, sintiendo cómo la desesperación y la culpa me consumían. No podía creer que había dejado que todo llegara a este punto. Recordé los momentos felices que pasé con ella, sus risas, sus abrazos, y cómo me hacía sentir vivo. Y ahora todo se sentía vacío.

Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro, tratando de pensar en una solución. Pero todo lo que me venía a la mente eran los errores que había cometido. ¿Cómo pude ser tan idiota?

La puerta se abrió de nuevo, esta vez era Daniel, uno de mis compañeros de equipo.

—Richard, ¿qué pasa? Te ves fatal —dijo, mirándome con preocupación.

—La cagué, Daniel. La cagué con ella —respondí, sin poder contener las lágrimas.

—¿Qué pasó exactamente? —preguntó, sentándose en una silla frente a mí.

Le conté todo, desde cómo Camila había estado interfiriendo en nuestra relación hasta la pelea que acabábamos de tener. Daniel escuchó atentamente, sin interrumpirme.

—Mira, amigo, está claro que aún la amas. Pero necesitas hacer algo para demostrarle que estás dispuesto a cambiar. No puedes dejar que Camila siga metiéndose en tu vida de esa manera —dijo, con un tono serio.

—Lo sé, pero no sé cómo arreglar esto. Siento que cada vez que intento algo, solo empeoro las cosas —respondí, sintiéndome impotente.

—Empieza por ser honesto contigo mismo. Si realmente quieres que esto funcione, tienes que cortar de raíz lo que está causando los problemas. Habla con Camila y deja claras tus prioridades. Y luego, ve y dile a ella cuánto la amas y cuánto estás dispuesto a hacer para arreglarlo —sugirió Daniel.

—Tienes razón. No puedo seguir así. Necesito tomar el control de mi vida y de mi relación —dije, sintiendo una chispa de determinación.

Daniel me dio una palmada en el hombro antes de salir de la oficina, dejándome solo con mis pensamientos. Respiré hondo y decidí que era hora de enfrentar a Camila de una vez por todas.

La encontré en la sala de descanso, hablando con algunos compañeros. La llamé aparte y, cuando estuvimos solos, fui directo al grano.

—Camila, esto tiene que parar. No puedo seguir así. Tú y yo solo somos compañeros yo realmente no te quiero Ella es la mujer que amo y estoy dispuesto a hacer lo que sea para recuperarla —dije, mirándola a los ojos.

Camila me miró con una mezcla de sorpresa y enojo.

—¿De verdad vas a dejar que te manipule así? Ella no te merece, Richard. Tú necesitas a alguien que esté aquí para ti, que te apoye en todo —respondió, cruzando los brazos.

—No es cuestión de manipulación. Es cuestión de amor y respeto. —dije, firme en mi decisión.

Camila frunció el ceño, pero no dijo nada más. Simplemente se dio la vuelta y se fue. Me sentí aliviado, pero sabía que aún tenía mucho trabajo por hacer.

Volví a mi oficina y me senté, tomando un momento para respirar y planear mis próximos pasos. Sabía que tenía que demostrarle a ella que estaba dispuesto a cambiar, y eso significaba empezar a hacer las cosas bien desde ese mismo momento.

Decidí escribirle un mensaje, esperando que estuviera dispuesta a escucharme.

—"Lo siento por todo. Sé que he cometido muchos errores, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglarlo. Si estás dispuesta a darme una oportunidad, prometo que cambiaré. Te amo."

— "ni una mas richard , se feliz déjame en paz"

— "por favor"—

Esperé ansiosamente su respuesta, sabiendo que el camino por delante no sería fácil, pero estaba decidido a hacer lo correcto. Pero las horas pasaron y no recibí ninguna respuesta. La ansiedad comenzó a apoderarse de mí y decidí que no podía quedarme sentado esperando. Necesitaba hacer algo.

Salí de la oficina y fui directamente a su casa. Sabía que era una locura presentarme sin avisar, pero necesitaba verla, necesitaba hablar con ella cara a cara.

Cuando llegué, toqué la puerta con nerviosismo. Escuché pasos y la puerta se abrió. Ahí estaba ella, con una expresión de sorpresa y cansancio en el rostro.

—¿Qué haces aquí, Richard? —preguntó, su voz tensa.

—Necesito hablar contigo. No puedo dejar que esto termine así —dije, tratando de mantener la calma.

—No hay nada más que decir. Todo está claro y fuiste tú quien lo termino—respondió, intentando cerrar la puerta.

—Por favor, solo dame un momento. Necesito que me escuches —supliqué, sosteniendo la puerta abierta.

— No, lárgate —

Mi jefe || Richard ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora