Era una mañana agitada en la oficina. Había muchos documentos que revisar y correos electrónicos que responder. Decidí que era el momento perfecto para abordar a Richard y pedirle unos días de descanso. Reuní todos los documentos que necesitaba dejarle y me dirigí a su oficina.Cuando llegué, la puerta estaba entreabierta. Toqué suavemente y, al no recibir respuesta, entré. Richard estaba revisando unos papeles en su escritorio, su ceño fruncido en concentración. Deje los papeles encima de su escritorio y aclaré mi garganta para llamar su atención.
—Richard, ¿tienes un minuto? —dije, tratando de mantener un tono profesional.
—Claro, ¿qué necesitas? —respondió, levantando la vista y esforzándose por mantener la compostura.
—Quería ver si me podías dar dos días de descanso. Necesito ver a mi hermana —dije, sintiendo un nudo en el estómago.
Richard se quedó en silencio por un momento, evaluando mi solicitud.
—¿Está todo bien con tu hermana? —preguntó, su tono mostrando una mezcla de preocupación y curiosidad.
—Sí, está bien. Solo quiero pasar un tiempo con ella y asegurarme de que todo va bien en casa —respondí, tratando de no mostrar demasiada emoción.
—Entiendo. Puedes tomar los dos días. Solo asegúrate de que todo esté en orden aquí antes de irte —dijo, finalmente.
—Gracias, Richard. Aprecio mucho tu comprensión —dije, sintiéndome aliviada.
Antes de que pudiera salir de la oficina, Richard me detuvo.
—Espera, hay algo más que quería decirte —dijo, su voz tomando un tono más serio.
Me volví hacia él, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión.
—¿Qué pasa? —pregunté, intentando mantenerme neutral.
—Sobre lo que pasó... Quiero que sepas que lamento mucho cómo se dieron las cosas. Sé que no es fácil para ti confiar en mí ahora, pero haré todo lo posible para demostrarte que no fue lo que parecía —dijo, su tono lleno de sinceridad.
Suspiré, sintiendo cómo la tensión volvía a acumularse en mis hombros.
—Richard, agradezco que digas eso, pero necesito tiempo. No puedo simplemente olvidar lo que vi —dije, con firmeza.
—Lo entiendo. Solo quería que supieras que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglar las cosas entre nosotros —respondió, su mirada llena de determinación.
Asentí, sin saber qué más decir. Salí de su oficina y volví a mi escritorio, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. Sabía que necesitaba esos días para aclarar mi mente y decidir qué hacer con respecto a Richard y nuestro complicado pasado.
Mientras organizaba mis cosas para irme, Lucía se acercó a mi escritorio.
—¿Cómo te fue con Richard? —preguntó, con una expresión de curiosidad.
—Me dio los dos días. Necesito ver a mi hermana y aclarar algunas cosas en mi cabeza —respondí, intentando sonreír.
—Me alegra que te haya dado el tiempo. Espero que puedas descansar y aclarar tus pensamientos —dijo, dándome un apretón en el brazo.
—Gracias, Lucía. Eso espero yo también —dije, sintiéndome agradecida por su apoyo.
Cuando finalmente salí de la oficina, me sentí un poco más ligera. Sabía que los próximos días serían cruciales para encontrar claridad y decidir cómo seguir adelante.
Llegué a casa de mi tía y mi hermana con una mezcla de emoción y ansiedad. Necesitaba este tiempo para desconectarme y pensar en todo lo que había sucedido en las últimas semanas. Apenas toqué la puerta, mi hermana me abrió con una gran sonrisa.
—¡Hermana! ¡Qué alegría verte! —dijo, abrazándome con fuerza.
—¡Hola, pequeña! Te he extrañado mucho —respondí, devolviendo el abrazo.
Entré a la casa y mi tía vino a recibirme.
—¡Mija! Qué bueno verte por aquí. ¿Cómo estás? —preguntó, con su tono cariñoso de siempre.
—Hola, tía. Estoy bien, solo necesitaba un descanso del trabajo y verlas a ustedes —respondí, sintiéndome aliviada de estar en un lugar familiar.
Nos sentamos en la sala y comenzamos a charlar sobre todo lo que había estado pasando. Mi hermana me contó sobre sus aventuras en el colegio y mi tía me puso al día con las últimas novedades familiares.
—Y dime, ¿cómo van las cosas en el trabajo? —preguntó mi tía, mirándome con curiosidad.
—Complicadas. Ha habido algunas situaciones difíciles, pero estoy tratando de manejarlo lo mejor que puedo —respondí, sin entrar en detalles.
—Bueno, recuerda que siempre puedes contar con nosotras para lo que necesites —dijo, dándome una sonrisa reconfortante.
—Gracias, tía. Lo sé y lo aprecio mucho —respondí, sintiendo una oleada de gratitud.
Pasamos el resto del día disfrutando de la compañía y poniéndonos al día. Era justo lo que necesitaba para relajarme y despejar mi mente. Sin embargo, no podía dejar de pensar en Richard y en todo lo que había sucedido. Sabía que tendría que enfrentar esos sentimientos eventualmente, pero por ahora, estaba agradecida por este tiempo con mi familia.
Al día siguiente, mi hermana y yo decidimos dar un paseo por el parque cercano. Mientras caminábamos, ella me miró con curiosidad.
—¿Estás bien, hermana? Te he notado un poco triste —dijo, con su tono dulce.
—Sí, solo he tenido algunas cosas en el trabajo que me han estado molestando —respondí, tratando de no preocuparla.
—Bueno, espero que puedas resolverlo. Eres la mejor hermana del mundo y mereces ser feliz —dijo, sonriendo.
—Gracias, pequeña. Significa mucho para mí escuchar eso —respondí, sintiéndome conmovida por sus palabras.
Esa tarde, mientras estábamos en la casa, recibí un mensaje de Richard.
—Espero que estés bien y descansando. Estoy aquí si necesitas hablar.
Leí el mensaje varias veces, sin saber qué responder. Finalmente, decidí dejarlo sin respuesta por el momento. Necesitaba más tiempo para pensar.
Cuando los dos días de descanso terminaron, me sentía un poco más clara en cuanto a lo que debía hacer. Sabía que enfrentar a Richard y resolver nuestras diferencias sería difícil, pero también sabía que era necesario. Volví a la oficina con una determinación renovada y la esperanza de poder encontrar una solución que funcionara para ambos.