Capítulo 8

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En ese momento estaban frente a la máquina, Rebecca ya estaba acostada, pero lloraba fuerte por miedo a quedarse sola.

-Bec, no puedo entrar contigo, pero me quedaré afuera y te observaré -dijo Freen al ver a Rebecca negar con la cabeza-.

-Dijiste que no te alejarías de mi lado -dijo la menor llorando y Freen suspiró-. Por favor...

-Mira... -dijo Freen, llevando su mano al rostro de Rebecca y limpiando suavemente las lágrimas en el área -No me iré de aquí. ¿Qué tal si jugamos algo realmente genial? -Rebecca resopló, dejando de llorar para prestarle más atención a Freen-.

-¿Qué juego? -preguntó, aun dejando escapar sollozos involuntarios-.

-Juguemos que esta es tu nave espacial -dijo Freen-. Necesitas recostarte ahí y estar callada mientras te cuento una historia, ¿Sí?

Rebecca pensó por un momento y luego asintió.

Freen sonrió, inclinándose y dejando un beso en el rostro de la chica.

-Por eso me gustas, porque sabes comportarte -Rebecca sonrió tímidamente y luego Freen miró al doctor, asintiendo con la cabeza en confirmación-.

Al momento siguiente, la máquina llevó a Rebecca dentro y Freen respiró profundamente.

-¿Freen? Hay una luz en mi cara -dijo Rebecca preocupada, pero se sintió aliviada cuando escuchó reír a Freen-.

-Esa es la luz de tu nave -escuchó decir a Freen y sonrió emocionada-. Bec... -dijo Freen mirando al doctor-. El doctor me pidió que le contara sobre lo que no me dejaste hablar en la habitación.

-¡Freen! ¡No! -El tono de voz era de preocupación y el doctor asintió -Por favor no se lo digas. Es un secreto-.

-Todo bien princesa. Vamos a respirar, ¿de acuerdo? -dijo Freen apenas el doctor dio la señal-. ¿Puedes quedarte quieta un segundo para que pueda tomar una fotografía de tu cerebro?

-¿Y la historia? -Freen sonrió e ignoró el hecho de que el doctor la estaba escuchando-.

Érase una vez, una niña que no vivía en nuestra galaxia. Su nombre era Rebecca...

-¿Como yo?

-Sí, mi ángel, pero necesito que te quedes callada un ratito. ¿Puedes escucharme? -preguntó con dulzura al ver al doctor asentir positivamente-.

-Sí -dijo Rebecca y Freen continuó-.

Estaba viajando en su nave por el espacio en una misión, pero entonces una estrella gigante, llamada Betelgeuse, se interpuso en su camino, arrojándola a un planeta muy lejano al suyo. Allí encontró amigos y una chica muy dispuesta a ayudarla...

Rebecca escuchó atentamente toda la historia y ni siquiera se dio cuenta cuando su cuerpo estuvo frente al de Freen nuevamente.

-Dije que no dolería, ¿viste? -dijo Freen al vera Rebecca asentir y estirar los brazos pidiendo un abrazo-. Freen se inclinó sobre ella, sin poner demasiada fuerza en su cuerpo, y sintió unos brazos pálidos rodear su cuello.

-Freen, ¿y al final Rebecca se queda con Freen? -Freen se rió al darse cuenta de lo inocente que era Rebecca-.

-Sí, Rebecca. Permanecieron juntas -dijo alejándose del abrazo-.

-¿Aunque Rebecca es de otro planeta y diferente? -preguntó- mientras una enfermera la levantaba y colocaba en la silla de ruedas, ya que aún necesitaba fisioterapia para poder caminar sin problemas. Sus brazos también eran débiles, pero mucho más fuertes que sus piernas.

-Sí. Aunque Rebecca es de otro planeta -dijo mientras comenzaba a empujar la silla por los pasillos del hospital, llevando a Rebecca de regreso a su habitación -Freen estaba demasiado concentrada en su trabajo, en las estrellas, en su equipo -dijo, con Rebecca completamente sintonizada con sus palabras-. Creo que fue precisamente porque Rebecca era diferente que le llamó la atención. No cualquiera haría que ella se interesara de esa manera.

-Rebecca debe haber estado muy feliz de que Freen quisiera cuidarla para siempre -dijo y Freen sonrió-.

-Y Freen debe haber estado muy feliz de que Rebecca se quedara con ella -dijo al ver a Rebecca girar su cuerpo hacia atrás y mirarla-.

-¿Te vas? -Freen frunció el ceño-.

- ¿Cómo?

-¿Vas a dejarme o vas a hacer como Rebecca y quedarte? -Freen detuvo la silla y caminó frente a Rebecca, arrodillándose frente a ella-.

-Voy a hacer como Rebecca y quedarme -dijo tomando las manos de la castaña-. Porque al igual que Freen en esta historia, también tengo que cuidar a mi Rebecca

Freen no pudo explicar la intensidad de la sonrisa que se extendió por el rostro de Rebecca.

La mayor suspiró tontamente y se recordó que Rebecca era apenas una niña en un cuerpo de adulto, no tendría una historia igual que la de los cuentos, más su deseo de cuidarla no se iría, al contrario, ella quería cuidarla cada vez más.

-¿Freen?

-¿Sí?

-Voy a crecer -dijo Rebecca sonriendo-. ¿Seguirás cuidándome cuando mi mente se haga grande? -Freen se rió y asintió-.

-¿Puedo contarte un secreto? -preguntó Rebecca tan pronto como Freen se levantó y empujó su silla hacia atrás-. Yo... -el tono de voz preocupó considerablemente a Freen, quien se detuvo nuevamente y se inclinó frente a Rebecca-. La menor se sonrojaba y parpadeaba.

-Oye, ¿estás bien? -preguntó Freen al ver a Rebecca apretar los ojos con fuerza y asentir-. ¿Qué es lo que me querías decir?

-Quiero hacer popó. -susurró con la cabeza gacha, haciendo que Freen suspirara al ver que sus ojos volvían a la normalidad-.

-¿Y cómo puedo ayudarte? -preguntó Freen confundida-.

-Mis piernas no tienen mucha fuerza -dijo torpemente-. ¿Podrías ponerme ahí? -La mayor asintió, llevando a Rebecca al baño de su habitación-.

-¿Puedes sostenerte? -preguntó Freen, sabiendo que Rebecca aún no tenía mucha fuerza en sus brazos-.

-Sí -dijo Rebecca, parpadeando muy rápidamente de nuevo-. Freen asintió y salió del baño sin siquiera mirar a Rebecca de cintura para abajo.


Ahora sólo necesitaba esperar a que llegara el doctor para finalmente poder descubrir por qué Rebecca parpadeaba así.

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora