Capítulo 1

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Entre las paredes blancas de aquel hospital caminaba una muchacha a grandes zancadas. Estaba desesperada, otro día más en el que estropearía las cosas, eso era inconcebible. Su superior, Saint, fue grosero, impaciente y extremadamente impetuoso.

¿Cómo le explicaría la pobre muchacha que su simple tarea de encontrar la habitación veintitrés había fracasado estrepitosamente?

¿O era el veintiséis?

Freen Sarocha Chakimha tenía una memoria terrible y estaba en prácticas de Fisioterapia, su último año, y ése mismo día estuvo en más de quince habitaciones, pero un estúpido dejó caer café en su bata de laboratorio, manchando el último número de la habitación a la que debía ir.

Estaba agotada, sólo necesitaba un buen baño y su cama. Ni siquiera le importaría si Nam, su mejor amiga y compañera de cuarto en un departamento de la ciudad de Bangkok, estaba escuchando música a todo volumen. Estaba tan cansada que seguramente se desmayaría tan pronto apoyara la cabeza en la almohada.

Freen tenía veintidós años, tenía una belleza cruda pero hermosa. Odiaba el maquillaje y cosas por el estilo para su rostro, siempre prefería lo natural. Su cabello era negro y ligeramente ondulado; no era alta y a pesar de su perfil delicado y dulce, no tuvo suerte en su vida amorosa, por eso siempre fue completamente nerd.

-Está bien, respira -dijo, ajustándose la bata de laboratorio y apartándose un mechón de pelo de los ojos-. Puedes hacer esto.

Los ojos avellana se centraron en el número veintitrés de la puerta.

-Si no es este, discúlpate y todo estará bien.

-Chakimha, ¿Estás bien?

La voz gruesa de Saint la sobresaltó, lo que hizo que dejara escapar un grito débil y se llevara la mano al pecho... ¡Mierda!

-S-Sí -dijo tartamudeando-, viendo como el hombre dejaba caer las gafas hasta la punta de la nariz y la miraba con seriedad.

-Entonces, ¿Por qué estás parada frente a esa puerta en lugar de entrar y trabajar?

-Yo... Es... Iba a eso -dijo, sonriéndole antes de llevar su mano al pestillo plateado de la puerta y abrirla-.

Entró rápidamente, cerró la puerta y respiró aliviada.

-¿Quién está ahí?

La voz de una mujer hizo que Freen se llevara un segundo susto y volviera a saltar, volviéndose hacia la dueña de la voz. La mujer tenía ojos cafés y su piel era clara. Estaba sentada en una silla junto a la cama de un paciente, sus ojos estaban hundidos, totalmente apagados. Llevaba consigo un kit de tejido.

Freen caminó hasta el borde de la cama, consciente que se había equivocado, porque su último paciente era un adulto mayor y, por el contrario, en la cama había una hermosa mujer, bastante pálida, pero hermosa y joven.

-Lo siento. Soy nueva en este hospital y me acabo de dar cuenta de que me equivoqué de habitación.

Una risa dulce, pero dolorosa, llenó la habitación antes de que la mujer la mirara meticulosamente.

-¿En qué año estás?

-¿Perdón? -preguntó Freen confundida-.

-Apuesto a que eres un pasante o estudiante de algo en el área de la salud. Déjame ver... -dijo ella, sin mirar la bata de laboratorio, porque ahí decía la profesión y le encantaba adivinar-.

-Cirugía.

-¡Eww! ¡No! -dijo Freen riéndose-. No soy médico, estoy en el último año de Fisioterapia.

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora