Capítulo 16

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Freen no sabía qué la había llevado a donde estaba en ese momento. Después de la cuarta cerveza se había vuelto más relajada, riendo emocionada mientras hablaba con todos. Sus constantes cambios de lugar a lo largo del día se debían a que Faye se acercaba a ella todo el tiempo, chocaba a propósito con su rodilla, acariciaba sus muslos, se recostaba en su regazo. Esto definitivamente le quitó la paciencia a Freen.

No sabía cuántas cervezas había tomado en total, pero recuerda que hubo un momento en el que se sintió cansada. Se despidió de todos y subió las escaleras; se dio una ducha rápida y se puso el pijama, se metió debajo de las sábanas, pero el sueño no llegó.

La imagen de los ojos cafés aparecía constantemente en su mente y luego, de repente, se levantó, se cambió, se abrigó y se fue. Ni media hora después se encontraba en la recepción del hospital, esperando la autorización de Rawe para entrar.

No se permitía pasar la noche a más de una persona, pero la cantidad de dinero que Rawe había dado hizo que todo el hospital fuera muy receptivo a sus solicitudes.

-Lamento venir a esta hora -le susurró Freen a Rawe, no queriendo despertar a Rebecca-. Pero el ruido en casa no me dejaba dormir y decidí venir. Traje café -dijo extendiendo la taza de café a la mujer, quien aceptó encantada-.

-¿Renunciaste a una cama cómoda? -preguntó Rawe riendo y Freen asintió-.

-Siéntete como en casa. Voy a aprovechar tu tiempo para irme a casa y darme una ducha rápida, ¿te importa?

-Si quieres, puedes dormir allí. Paso la noche aquí -dijo Freen y Rawe sonrió-.

-Mi hija eligió la voz adecuada para escuchar cuando decidió abrir los ojos -dijo Rawe suavemente al ver a Freen sonreír de reojo-. Entonces me iré. Vendré en la mañana, ¿está bien?

-Bien. Buenas noches Rawe.

-Buenas noches, nuera -dijo Rawe al ver a Freen sonrojarse-. ¡Ups! digo Freen -dijo Rawe riendo. La mujer dejó un beso en la sien de Freen antes de tomar su bolso y salir de la habitación-.

Sin demora, la fisioterapeuta simplemente se quitó los zapatos y se metió en la cama, enredándose en los brazos de Rebecca y quedándose dormida a los pocos minutos.

¿Qué fue eso? -se preguntó Freen, riendo y negando con la cabeza-.


[...]


Algo suave, pero con capacidad motora, despertó a Freen, haciéndola abrir un ojo, ya que el otro no podía abrirlo.

-¿Te duele? -la voz ronca de Rebecca mientras un dedo tocaba el ojo cerrado de Freen hizo reír a la niña-.

-No, Rebecca -dijo Freen al verla colocar toda su mano sobre su rostro-.

-¿Puedes verme así? -Freen se rió y negó-. ¿Y ahora? -preguntó abriendo un poco los dedos, dejando la visión de Freen ligeramente abierta-.

-Ahora sí, pero todavía tengo dudas.

-¿Dudas sobre qué? -preguntó Rebecca-.

-Si estoy viendo a Rebecca o un ángel -dijo Freen-. ¡Oh, no, espera! Ambos son sinónimos -dijo al ver a Rebecca pellizcarle la nariz-.

-¿Puedes respirar así? -preguntó Rebecca y Freen se mordió el labio, tanta ternura que transmitió Rebecca-.

-Sólo por la boca -dijo al ver a Rebecca taparse la boca-.

-¿Puedes hablar? -Freen abrió la boca y arrastró sus dientes por la piel de la mano de Rebecca, haciéndola reír-.

-No puedo, pero sí puedo morder -dijo al ver a Rebecca sonreír dulcemente mientras admiraba sus ojos-.

-Pensé que estaba soñando -dijo Rebecca después de suspirar-. Me desperté y no vi a mamá, pero luego te vi a ti.

-Tu madre se fue a dormir a tu casa -dijo Freen-. Y vine a dormir contigo. ¿Te importa?

-No. Me gusta -reveló Rebecca, volviéndose de lado y pasando su dedo por la ceja de Freen -¿Por qué querías venir?

-No pude dormir -dijo Freen viendo los orbes cafés atentos al contorno de su otra ceja-.

-¿Extrañaste mi olor? -Freen sonrió asombrada al escuchar tal pregunta-.

-Mucha nostalgia -confesó en un susurro-.

-¿Por qué aparecen florecitas cuando te veo? -preguntó Rebecca, pasando su dedo lentamente por el rostro de Freen-.

-¿Dónde crecen las florecitas? -preguntó Freen confundida-.

-Aquí -Rebecca señaló su propio corazón-. Nacen tantas florecitas que siento que apenas puedo respirar. ¿Por qué?

Freen sintió que se le revolvía el estómago cuando escuchó eso. Rebecca podia explicarse fácilmente, a pesar de su comportamiento dulce e inocente.

-Disculpa por eso -susurró Freen-.

-Cuando estás así de cerca aumenta -murmuró Rebecca-. Y quería regalarte las flores, pero no sé cómo.

-Yo también siento esas florecitas cuando te veo -confesó Freen-.

-Pero no dejan de crecer, Freen -dijo Rebecca-. Crecieron mucho cuando desperté y te vi aquí conmigo.

Oh Dios mio -susurró Freen para sí misma, sin creer que eso realmente se estuviera diciendo-.

-Podrías hacerte grande pronto -pensó Freen en voz alta sin siquiera darse cuenta-.

-¿No te gusto así? -preguntó Rebecca confundida y Freen enterró su rostro en el hueco del cuello de Rebecca y envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de la niña-.

-¿Sabes por qué vine? -preguntó Freen-.

-Porque estabas sin dormir -dijo Rebecca y Freen se rió entre dientes, mientras su rostro estaba contra la piel de Rebecca-.

-Vine porque pronto vas a salir del hospital y ya no podré dormir contigo -confesó-. Así que vine a pasar la noche contigo.

-Le pido a mamá que te deje dormir connmigo en mi casa, Freen -dijo Rebecca como si hubiera encontrado la solución a sus problemas-.

-Apuesto que sí, princesita, pero será más complicado.

-Tengo una manta rosada y esponjosa que mamá dijo que me compró. La comparto contigo.

-Lo discutiremos más tarde, ¿de acuerdo? Ahora duerme porque mañana por la mañana tienes una cita con Vanessa.

-Tengo frío -Rebecca susurró como si fuera un secreto y luego Freen se quitó la sudadera con capucha y se la colocó a Rebecca con cuidado, tirando a la niñ a sus brazos y envolviéndola con ellos-.

-Gracias por mantenerme caliente -dijo Rebecca, levantando su rostro e inclinándose ligeramente, colocando un beso en el rostro de Freen. Los orbes cafés se quedaron mirando a los avellanas durante mucho tiempoy, sin darse cuenta, Rebecca comenzó a parpadear cuando miró los labios de Freen, haciendo que la pelinegra contuviera la respiración.

-De nada -murmuró Freen en voz baja-. Rebecca se inclinó y le dio a Freen un beso en la mejilla, luego otro. No contenta con eso, se inclinó por última vez y dejó un beso en la comisura de los labios de Freen, antes de recostarse sobre el pecho de la chica.

-Lo siento -susurró Rebecca, parpadeando no tan rápido, pero sí de una manera inusual-. Quería saber cómo era. Lo vi en la televisión.

-¿Hiciste eso simplemente porque lo viste en la televisión? -preguntó Freen con curiosidad-.

-Buenas noches, Freen -dijo enterrando su rostro contra el pecho de la pelinegra.

-Buenas noches, Bec -dijo Freen mordiéndose el labio inferior y respirando profundamente-.

Rebecca había parpadeado, pensó, sonriendo.

Tal vez ella... ¡No! Pensó Freen. No crees expectativas. No te hagas ilusiones, se repitió para sus adentros.

Sin embargo, era inevitable sonreír ante eso, especialmente porque la acción vino de Rebecca.


Esa noche Freen se fue a dormir con el corazón lleno de florecitas.

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora