Capítulo 2

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Las fuertes y heladas ráfagas de viento hicieron que Freen encogiera todo su cuerpo, a finales de otoño el frío castigaba con severidad. La mujer estaba guardando su placa en el bolso cuando sus llaves cayeron al suelo, ¿Te imaginas tener que tocar metal, ahora húmedo a 9 grados centígrados?

Estaba tranquilo por la hora: Poco después de las once de la noche. Freen hizo lo que tarde o temprano tendría que hacer y terminó tomando la llave del suelo. Volvió a levantarse, pero algo no la dejaba moverse. Cerró los ojos cuando se dio cuenta de que debió ir a visitar a la señora Rawe y a Rebecca.

Sus pasos eran torpes, se apresuró a entrar en el hospital y pronto estaba en el ascensor rumbo a la habitación de la niña. Afortunadamente, no tuvo que registrar otros números de habitación ese día, de lo contrario, definitivamente tendría problemas para recordar el número de habitación de Rebecca.

Tan pronto llegó al piso donde se suponía debía bajarse, se dirigió a la habitación. Golpeó suavemente la puerta y luego se abrió.

-Hola -dijo dulcemente-. ¿Es muy tarde? Si quiere puedo volver mañana y...

-No te preocupes hija, entra -dijo Rawe al ver entrar a una Freen ahora sin uniforme-.

La chica dejó su bolso en un rincón de la habitación y se acercó a Rebecca.

-Hola Rebecca, ¿Cómo estás? -dijo Freen, al ver a Rawe recostarse en su silla-. Veo que te han peinado, ¡Te ves hermosa!

-Nadie la visitaba y bueno, a ella siempre le gustaba estar bien arreglada para recibir visitas. La arreglé un poquito -dijo Rawe sonriendo débilmente-.

Freen se agradeció mentalmente por acordarse de visitarla. La mujer se habría molestado si el cerebro de Freen hubiera decidido desconectarse.

-¡Oh! -dijo Freen-. La menor analizó la expresión de la madre de Rebecca. Esa mujer llevaba consigo un dolor tan profundo que se reflejaba en sus ojos -¿Ves, Rebecca? Tu madre aún recuerda tus gustos. Clara se rió suavemente y asintió.

-Eres muy especial Freen -dijo Rawe, provocando una sonrisa en el rostro de la menor-.

-Gracias señora -dijo sintiéndose halagada-. Rebecca, te contaré y a tu mamá sobre mi jefe, ¿Quieres escuchar? -preguntó Freen sonriendo-. Peleó mucho conmigo por venir aquí antes. Realmente no debo agradarle -Habló riendo-.

-¡Oh, querida! Los errores ocurren, ¿Por qué pelearía contigo?

-Por perturbar la paz de una familia. Debí irme a otra habitación. Recibí muchos insultos, pero, ¿Sabes, Rebecca? Me encantó conocerlas.

La puerta se abrió de repente, robando la atención del momento por el doctor que entró a la habitación.

-Buenas noches señoras, ¿Cómo estamos hoy?-. El hombre que parecía tener poco más de cuarenta años y un poco canoso, era increíblemente guapo y simpático. -¿Tenemos una nueva visita para ti, Rebecca? -dijo el hombre en tono alegre y emocionado-.

-Freen es nuestra nueva amiga, doctor Heng. -dijo Rawe sonriendo-. Haciéndose a un lado para darle espacio al doctor, quien sacaba su pequeña linterna del bolsillo de su bata de laboratorio.

-Bien. Veamos -dijo-, abriendo uno de los ojos de Rebecca y arrojándole luz.

Freen pudo ver que sus ojos también eran cafés, un tono increíble, si iba a ser honesta.

-¿No te molesta eso, Rebecca? Si alguien me ilumina los ojos lloraría de rabia -dijo Freen riéndose-. Soy un poco explosiva, más con el síndrome premenstrual.

-¿Cómo dijiste que te llamabas? -preguntó el doctor, volviéndose hacia Freen-.

-Bueno, no lo dije. Rawe fue quien me presentó. Soy Freen.

-Cierto. Freen...

-Bien. Pedirá silencio, ¡Perdón! -dijo riendo un poco avergonzada-.

-Al contrario. Sigue hablando.

Freen arqueó una ceja.

-Está bien, no entiendo, pero está bien. Soy buena para decir cosas al azar, ¿Eso me hace una loca? -preguntó, al ver reír a Rawe-.

-No, querida -respondió la mujer gentilmente-.

-Freen, camina hacia la puerta, por favor -dijo el doctor y Freen asintió confundida-. Sigue hablando.

¿Qué clase de loco era ese doctor? Freen decidió cumplir su petición de todos modos.

-No puedo hablar sola, doctor. Me pide que hable, pero es complicado y compromete mi imagen frente a Rebecca.

-Repite su nombre -dijo el hombre con vehemencia-.

-¿Está todo bien, doctor? -Rawe preguntó preocupada-. El hombre nunca había hecho algo así en todos los años que estuvo con ellas. Apenas era un interno cuando se le presentó el caso y ha permanecido con la familia hasta el día de hoy.

-Sí. Sólo necesito que Freen repita el nombre de Rebecca.

-Claro. Rebecca, no sé por qué el doctor quiere que repita tu nombre, pero me gusta "Rebecca". Es un nombre bonito y por eso lo repetí sin ningún problema.

El hombre soltó una risa emocionada y apagó su linterna, mirando a Rawe visiblemente conmovida. Se había encariñado con la chica y dijo que en esos catorce años Rebecca le enseñaba a perseverar todos los días.

-Señora Rawe, ¿Podemos hablar un momento a solas? -preguntó-.

Rawe lo miró confundida y asustada.

-Prefiero que Freen esté conmigo -confesó-. Sabe que no tengo... A nadie más, doctor.

Los ojos negros del hombre se dirigieron a Freen antes de asentir.

-De acuerdo... Señora Armstrong, de alguna manera su hija parece responder cuando le hablan. Las pupilas se dilatan y se mueven, pero...

-¡Oh, Dios mío! -dijo Rawe llevándose la mano a la boca-. ¿Nos escucha? ¡Oh, Dios mío! ¡Mi hija!

La mujer comenzó a llorar y el doctor respiró hondo.

-Necesito que se calme, señora Armstrong. Hay más -dijo, mirándola secarse algunas lágrimas-.

Rawe sintió un cálido apretón en su mano, volteándose para ver que era Freen.

-Continúe, doctor.

-Lo más extraño es que, bueno... Rebecca sólo responde a la voz de Freen. Yo le hablé y nada, usted le habló y nada, Freen le habló y sus ojos la siguieron. Cuando Freen dijo su nombre, fue como si sus ojos la buscaban.

-¿Está diciendo...? -Rawe fue interrumpida por el doctor-.

-La voz de Freen es el estímulo que hemos estado buscando todos estos años para Rebecca, Rawe.

Freen parpadeó lentamente, tratando de procesar lo que acaba de escuchar.

¿Cómo rayos se vuelve tan loco tu día?

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora