Capítulo 47

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-¿Puedo, eh, entrar? -preguntó Rebecca, mirándose los pies y Freen encontró extraña esa acción-.

-Claro, ¡Pasa! -dijo Freen, dándole espacio a Rebecca para pasar-.

-Lo siento, Freen... -dijo Rebecca suavemente, su voz llena de dolor y Freen miró a Billy, quien observaba todo preocupado-.

-Billy, voy a hablar con ella arriba, ¿vale? -advirtió Freen, entrelazando sus dedos con los de Rebecca antes de ver a su amigo asentir positivamente-.

-Ven aquí, bebé... -llamó Freen, subiendo las escaleras con Rebecca tras ella-.

Entraron a la habitación y Freen apenas tuvo tiempo de cerrar la puerta, mientras Rebecca se arrojaba a sus brazos, enterrando su cabeza en su cuello.

-Oye, ¿qué pasó, ángel? -preguntó Freen, tomando un mechón de cabello de Rebecca y acariciándolo-.

-Ella no es mi amiga. Tenías razón -dijo Rebecca, apretando aún más sus brazos alrededor de Freen-.

-¿Por qué dices eso?

-Ella me besó. Freen lo siento. Rompí nuestra promesa del meñique. Soy horrible.

Freen sintió su pecho comprimirse y sintió una mezcla de dolor y desesperación, pero trató de mantener la calma.

-¿Tú... le correspondiste? -preguntó Freen conteniendo la respiración-.

No sabía que podía tener tanto miedo de una respuesta hasta ese día, pero necesitaba preguntar.

-No. La empujé -dijo Rebecca y Freen dejó salir el aire de sus pulmones-. Por favor, perdóname... Fui una tonta.

-Tú no tienes la culpa del mal que hay en el corazón de los demás, amor -dijo Freen, depositando un beso en la frente de Rebecca-. No rompiste nuestra promesa, lo habrías hecho si le hubieras devuelto el beso.

-Debí haberte escuchado cuando dijiste que ella me miraba diferente -dijo Rebecca y Freen jaló a Rebecca, sin dejar su abrazo, hacia la cama, colocando a Rebecca para sentarse en su regazo-. Prometo no volver a tener amigos para no correr el riesgo de romper nuestra promesa. -Freen se rió y negó con la cabeza-.

-No quiero que no tengas amigos. Estaría muy triste si hicieras eso, de hecho. -dijo Freen y Rebecca la abrazó con fuerza, sintiendo que Freen le daba un beso en la clavícula-.

-Fui estúpida.

-Te voy a contar una historia, esta vez real -dijo Freen y Rebecca la miró con atención-. Hay gente que engaña mucho. Yo he caído en muchos de esos engaños. Tú también. Eres ingenua en muchas cosas y aún te queda mucho por desarrollar, fueron muchos años en coma -Freen le quitó el cabello de la cara a Rebecca antes de continuar-. Esta es la primera vez que alguien te lastima. ¿Conoces ese pequeño dolor que está haciendo morir a tus florecitas?

-¿Cómo sabes que duele?

-Porque todos pasamos por eso. Nos ofende que fuimos tan estúpidos como para creerle a alguien, pero la verdad es que la persona que nos lastimó fue estúpida.

-¿De verdad?

-Sí. Y con el tiempo perdemos la ingenuidad y nos volvemos más inteligentes en algunas cosas, porque lamentablemente es común en la naturaleza humana cometer errores y, bueno, nos adaptamos. ¿Heidi? Ella no será la última persona en lastimarte, pero cada pequeño dolor como este nos enseña algo. Sólo quiero que me prometas algo.

-¿Qué? -preguntó Rebecca suspirando-.

-Nunca te sientas alguien malo, alguien estúpido por haberle dado tu confianza a alguien. Simplemente muestra cuán puro es todavía tu corazón.

Rebecca hizo un comienzo de sonrisa cuando escuchó eso.

-Ni siquiera si sucede muchas, muchas veces. Hay corazones que, a pesar de estar golpeados, prefieren creer que alguien en este mundo puede ser mejor.

-Como tú -dijo Rebecca, tocando su frente con la de Freen-. Eres lo que cuentan los cuentos de amor, Freen. Existes aquí en la vida real y eres mi amor.

-Y tu eres el mío -dijo Freen, sintiendo los labios de Rebecca rozar sutilmente los de ella-.

-Yo te amo mucho.

-También te amo. Ahora cuéntame qué pasó allí -preguntó Freen y Rebecca asintió-.

-El primer día solo me ofreció vino y ante su insistencia terminé aceptando una copa. Ella bebía mucho y yo iba a regresar caminando porque no había cogido dinero y mi celular se había descargado -dijo Rebecca y Freen asintió-.

-Su teléfono estaba roto, según ella, por lo que no podía llamarte a tí ni a mi mamá. Ella quería llevarme, pero no la dejé porque había estado bebiendo, así que pagó mi taxi.

-Mmmm -dijo Freen en un susurro para que Rebecca continuara-.

-Y hoy empezó a fumar marihuana y me la ofreció. Dijo que estaría cachonda y que te gustaría. Estaba confundida, pero luego recordé que dijiste que te gustaba tal como soy, así que vi que no necesitaba eso y dije que no.

-¿Aceptó ella tu decisión?

-No. Ella insistió cada vez más y yo quise irme, pero ella se disculpó y empezó a hablar de los libros -dijo Rebecca-. Cuando ya estaba bastante drogada, terminó confesando que la sacaron del servicio porque era adicta a la bebida y las drogas.

-No puedo creer que te dejé con esa mujer -exclamó Freen irritada-.

-Entonces empezó a oler más y me fui de allí, despidiéndome y diciendo que tenía que salir con mi madre. Ella corrió detrás de mí y me besó, así que la empujé y llamé a mi madre, pero le mentí diciéndole que era a la policía y ella se disculpó y entró.

-Y tu madre te trajo aquí -dedujo Freen y Rebecca asintió-.

-Tu con tiempo libre y la idiota de aquí lo estaba pasando con otra -dijo Rebecca, molesta consigo misma-.

-Oye, ¿qué dije sobre no hablar así de ti?

-Pero eso no fue porque fuera una idiota. Fue porque el hecho de que ella fuera idiota me abrió los ojos, yo también lo era, pero contigo.

-Ya estás perdonada y ¿sabes por qué? -dijo Freen y Rebecca negó con la cabeza-.

-Todavía es mi día libre y podemos abrazarnos mientras vemos series. ¿Qué tal?

-Dios me está recompensando por todos los años que estuve en coma, ¡lo juro! -dijo Rebecca, repartiendo besos por todo el rostro de Freen-. Nunca volveré a cambiar pasar tu día libre contigo, por nada en esta vida -Freen se rió ante la mirada eufórica de Rebecca y la miró-.

-Creo que es mucho mejor -dijo Freen, entrecerrando los ojos antes de inclinarse y conectar sus labios con los de Rebecca en un beso un poco más apasionado.

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora