Capítulo 26

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-Freen, pobre bestia -dijo Rebecca-, girándose en el sofá para enfrentar a Freen y acurrucándose aún más con el cálido cuerpo de la chica. A pesar de la calefacción y la chimenea, hacía bastante frío.

-¿Por qué te volteaste? -preguntó Freen mirando a Rebecca-. Ella estaba en la esquina del sofá y Rebecca estaba al final, ambas recostadas con las piernas estiradas.

-Porque no me gusta verlos insultar a la bestia solo por su apariencia -dijo Rebecca y Freen sonrió-.

-Me alegra que tengas ese concepto en mente -dijo Freen, levantando aún más la cubierta-. Su mano tocó respetuosamente la cintura de Rebecca, sólo por comodidad y conveniencia, después de todo no había ningún lugar donde descansar su mano.

-¿Bella protegerá a la Bestia?

-No te lo voy a decir, tienes que ver la película, señorita -dijo Freen riendo-.

-Yo también me di vuelta porque me gusta mirarte -dijo Rebecca y Freen suspiró-.

-A veces parece que tú eres la que tiene experiencia aquí -dijo Freen riendo y Rebecca levantó su rostro, mirando meticulosamente los orbes marrones-.

-Freen, ¿puedo hacerte una pregunta? -preguntó Rebecca y Freen asintió con curiosidad-.

-Tantas como quieras -respondió dulcemente-.

-¿No te gustó, es decir, no te gusta cuando te beso aquí? -preguntó llevando su dedo índice a los labios de Freen, provocando que la menor se petrificara-.

-No es eso... -Freen se limitó a decir, siendo completamente sincera-.

-¿Así que te gusta? -preguntó Rebecca, confundida por la respuesta de Freen y la pelinegra suspiró-.

-Me gusta.

-¿Entonces por qué siempre huyes? -preguntó Rebecca nuevamente, acomodándose más en su asiento-.

-Estás pasando por mucho en este momento. No quiero parecer apresurada o irrespetuosa, no quiero que hagas algo por curiosidad y luego veas que solo fue confusión.

-Pero me gustó, Freen -dijo Rebecca acariciando el rostro de Freen como si fuera una obra de arte-. Me gusta mucho estar cerca de ti, más que el maestro y más que el psiquiatra, más que Vanessa y más que ver todas las películas de princesas del mundo.

Era inevitable que una sonrisa tonta apareciera en los labios de Freen.

-También me gusta estar cerca de ti, Bec. Tanto es así que he estado aquí todos los días desde que llegaste el mes pasado.

-¿Eso significa que puedo darte más besos aquí? -Y su dedo índice recorrió una vez más el contorno de los labios de Freen con total suavidad-.

-¿Quieres? -preguntó Freen, un poco insegura si debería haber preguntado eso-.

En lugar de una respuesta con palabras, Rebecca se inclinó y subió para estar a la altura de Freen, luego besó su mejilla prolongadamente. Freen iba a decir algo, sin embargo, Rebecca apartó sus labios de su rostro y dejó otro beso, esta vez, en la punta de la nariz de Freen.

Freen contuvo el repentino impulso de acercar a Rebecca para besarla, así que lo único que hizo fue apretar un poco más la cintura de la chica, sin siquiera darse cuenta de lo que estaba haciendo. Rebecca dejó otro delicado beso en la comisura de los labios de Freen, haciendo que el corazón de la pobre chica latiera contra su pecho sin vergüenza alguna.

-¿Freen? -susurró Rebecca tan pronto como rozó sus labios contra los de Freen, su aliento acarició la piel de la niña más pequeña mientras sus dos orbes cafés se elevaban y se enfocaban absolutamente en la mirada de Freen, buscando algún tipo de aprobación-.

Era demasiado para Freen. Todas sus fuerzas para alejarse fueron en vano, porque Rebecca estaba muy cerca, tan cerca que podía sentir el sabor de los labios de Rebecca sobre los suyos, tan cerca que el olor del champú de Rebecca invadía por completo sus sentidos, tan cerca que no podía. No puedo resistirme: se inclinó un milímetro más y tocó sus labios con los de Rebecca.

El roce de labios fue un poco más largo que los demás, lo cual fue suficiente para que Freen perdiera absolutamente todo el aire de sus pulmones. Tener que mantener todas sus ganas de profundizar el beso le costó un dolor casi físico, pero aun así lo logró, alejándose unos segundos después.

-Tu besito sabe a miel -susurró Rebecca con una sonrisa-.

Freen se rió, porque aunque no le gustaba la miel, entendía que Rebecca quería decir que era dulce.

-¿Ah sí? -preguntó Freen, mordiéndose el labio para contener su sonrisa-.

-Sí -dijo Rebecca en voz baja-. Y creo que soy una abejita -añadió inclinándose de nuevo y robándole otro beso a Freen-.

Y luego otro.

Y otro.

Freen sintió que le dolía el pecho debido a los insistentes latidos de su corazón, pero casi se queda sin aliento cuando Rebecca la miró intensamente, como si su respiración fuera tan desregulada como la de Freen, como si ese momento fuera igual de mágico.

Y entonces Rebecca se inclinó de nuevo, era como si eso no fuera suficiente, tal vez era por las escenas de parejas de la serie que había visto recientemente, o tal vez era solo su pobre corazón diciéndole que podía hacer más. Que podía conectar mejor con esa boca rosada y tan atractiva a los ojos de Rebecca.

Tomada por toda su voluntad, curiosidad y coraje, Rebecca abrió la boca cuando sus labios se conectaron y, para deleite de las mariposas en su estómago, Freen no se apartó.

Sintió que algo se derretía dentro de él cuando la lengua de Freen rozó la suya y, de repente, su estómago se sintió extraño y una fuerte presión en su pecho dominó a Rebecca, lo que la hizo cerrar los ojos y llevar sus dedos a la raíz de sus huesos. La lengua de la niña era suave, cariñosa y sumamente adictiva.

Rebecca jadeó cuando Freen lo terminó con un beso largo y apretó su cintura, probablemente para contenerse de algo que Rebecca no podía entender.

-¿Freen? -susurró Rebecca, todavía con los ojos cerrados-. Las florecitas quieren matarme.

La graciosa risa de Freen llenó sus oídos.

-Sólo quieren nacer -dijo, completamente entumecida, ya que aún podía sentir el sabor del beso de Rebecca en sus labios-.

-Todas nacieron, ahora mismo -dijo Rebecca-. Ahora quieren matarme e invadir mi cuerpo ¡Estoy segura!

-No te harán daño, mi amor -dijo Freen acariciando la cintura de Rebecca-.

-¿Pinky promise?

-Lo prometo por el meñique -dijo Freen, sintiendo a Rebecca enterrar su rostro en el hueco de su cuello e inhalando su perfume-.

-Ya no estoy preocupada por la Bestia, Freen -dijo Rebecca con una voz ligeramente apagada-.

-¿Ah no? ¿Puedo saber por qué?

-Si a Bella le gusta la Bestia tanto como a mí me gustas tú, lo cual creo que a ella le gusta, entonces sé que protegerá a la Bestia como yo te protegería a ti...


Freen abrió la boca para decir algo, pero lo único que salió fue otro suspiro de asombro. Al parecer Rebecca había despertado esos suspiros en ella y, definitivamente, le encantaba.

En un parpadeo [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora