💵Capítulo 5💵

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KAREN

El paso por mi lado y empezó a caminar hacia la sala; lo seguí.

—"¿Qué haré hoy?"

—"Terminar el trabajo de ayer, que no tengo ni puta idea de por qué no lo terminaste."

—"Pero tú..."

Él se giró hacia mí. —"Dígame, tacones, ¿qué pensaría mi hermano si le dijera que no está haciendo su trabajo?"

—"¿Tacones?"

—"Claro, es la única que anda desde que se levanta con eso puesto."

—"Se llama moda, por si no lo sabía."

—"Si quieres, puedo ayudarte a conseguirte una cita con un diseñador para que modele sus zapatos."

—"Esa es otra forma de que me vaya."

—"Quizá sí, pero no necesito eso porque te irás pronto."

Él caminó hasta la puerta a la que dijo que era su oficina. Me senté y empecé a trabajar, contestando los correos y revisando los archivos de ayer.

No sabía cuántas horas habían pasado hasta que mi estómago sonó, indicándome que necesitaba comer. Me levanté de mi asiento y caminé hacia la oficina de Edward.

La abrí y en el momento en que lo hice, recordé que él me había dicho que no lo hiciera. Lo miré; estaba en su escritorio con la cabeza pegada a la pantalla de la computadora.

—"¿Qué diablo te dije? No entres a mi oficina sin que te llame". —Levantó su cabeza y me miró. —"Estás despedida, ahora fuera de mi vista".

—"Pero solo vine a preguntar si quería algo de comer".

Él se levantó de su asiento y caminó hasta pararse frente a mí.

—"¿Te dije yo que tenía hambre?".

—"No, pero creo que necesitas comer".

—"No eres nadie para decirme a mí qué necesito".

Agarró mi brazo queriendo sacarme de la oficina, pero me alejé, haciendo que él se balanceara hacia mí.

—"No me vas a sacar, me iré de tu oficina porque quiero".

—"Me está colmando la paciencia".

—"¿Qué hará el niño rico?".

—"¿Cómo me llamaste?".

—"Niño rico".

Él se alejó de mí con una sonrisa en la cara. —"Ahora sí estás despedida".

—"No te piensas cansar de decir eso".

Agarro mi brazo y me sacó de la oficina. —"Te vas ahora mismo de mi casa".

Comenzó a llevarme hacia la puerta. Abrió la puerta y me colocó hacia afuera.

—"Piensa hacer esto todos los días".

—"Sí, hasta que te largue por dónde viniste".

Intentó cerrar la puerta, pero coloqué mi mano. —"Mi cartera".

—"Te la llevaré a la oficina de mi hermano".

—"La llave de mi carro está ahí".

Él cerró la puerta y, cuando ya me iba, volvió a abrirla dándome mi cartera.

—"Volveré mañana".

Él me miró de arriba abajo. —"Hoy mismo cambiaré la puta cerradura".

Cuidando Al CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora