💵Capítulo 44💵

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KAREN

La mañana siguiente estaba en la mansión de Jack ya había comenzado a sentir como mi hogar. A menudo me quedaba a dormir allí y, por momentos, parecía que él también hacía lo mismo en mi casa. Era un vaivén de sentimientos complejos que a veces me aturdía, pero hoy todo se sentía relativamente tranquilo. Jack estaba en su oficina, ocupado con asuntos que no compartíamos, y yo me encontraba en la sala, disfrutando de una taza de té que Luisa había preparado con esmero.

El timbre de la puerta resonó, interrumpiendo ese instante de paz. Escuché el chirrido de la puerta abriéndose y, al girar mi cabeza, me topé con la figura de Edward. No lo había visto desde aquella acalorada pelea con Jack. Al mirarlo ahora, sentí una extraña calma en mi interior. No había rastro de los fervorosos sentimientos que una vez había tenido por él.

—"¿Qué quieres?"— pregunté, llevándome la taza a los labios, buscando cualquier excusa para evitar una conversación incómoda.

—"H— Hablar contigo"— dijo, su voz sonando temblorosa.

El aroma a alcohol que emanaba de él llegó a mí casi de inmediato.

—"¿Estás borracho?"— interrogué, con una mezcla de incredulidad y desdén.

—"No solo tomé una copa"— musitó, como si intentara justificarse.

—"Si vienes a buscar a Jack, él está en su oficina"— respondí, intentando ser directa y cortar la conversación.

Sin embargo, él se sentó a mi lado, mirándome de una manera que no podía ignorar.

—"Vengo a pedirte perdón y a decirte que te amo, Karen, y que quiero estar contigo"— confesó, su voz entrecortada.

Escuchar esas palabras me causaron un leve estremecimiento. —"Eso te lo hubiera creído cuando estaba enamorada de ti, pero mi corazón ahora pertenece a Jack. No quiero nada contigo"— le respondí, luchando contra la tentación de recordar el pasado.

—"No digas eso. Sé que estás con Jack solo para molestarme, estoy seguro de que me amas igual que yo a ti"— insistió, sus ojos llenos de desesperación.

—"Por favor, no te creas tan importante como para hacer que todo gire a tu favor"—le dije, intentando aferrarme a mis decisiones tomadas.

Entonces, se acercó más y se inclinó hacia mí. La tensión en el aire se volvió palpable.

—"¿Qué diablo haces?"— pregunté, mi voz cargada de incredulidad.

—"Demostrándote que todavía me amas"— contestó, y antes de que pudiera reaccionar, intentó besarme. La adrenalina recorrió mi cuerpo y me alejé rápidamente, pero él me sujetó con una fuerza inesperada, empujándome hacia atrás hasta que caí en el mueble, con él montado sobre mí.

—"¡No, suéltame! ¡Maldición!"— grité, llenándome de pánico.

Justo en ese momento, la puerta se abrió con un estruendo, y escuché la voz de Jack resonando en la sala.

—"¿No escuchaste que la sueltes?"— exigió, su tono autoritario resonando con furia contenida.

—"Oh, Jack, amigo mío, has llegado en el mejor momento para ver cómo la zorra de tu mujer quiere acostarse conmigo"— dijo Edward, burlón y desafiante.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Jack lo apartó de mí con un movimiento brusco y le lanzó un puñetazo, haciendo que Edward cayese al suelo. La rabia llenó el aire, y Jack estaba a punto de seguir golpeándolo cuando, impulsivamente, me levanté y me interpuse entre ellos.

—"¡Está borracho! No lo hagas"— le dije, tratando de calmar la situación.

Sin embargo, el ambiente estaba cargado de tensión. Decidí ayudar a Edward a levantarse del suelo, pero una oleada de furia me recorrió al mirarlo. Sin pensarlo dos veces, le di una bofetada tan contundente que sabía que le dejaría una marca.

—"Para que escuche cuando una mujer dice que no"— le grité, mientras él tocaba su mejilla adolorida, procesando lo que había sucedido.

Las palabras pesadas, y la sala se llenó de un silencio incómodo. Como un eco persistente, mis palabras resonaban en mi mente. Había tomado una decisión. Era el momento de cerrar puertas y abrir mi corazón a lo que realmente importaba. Pero, ¿sería suficiente para mantenerme alejada de un pasado que aún insistía en seguir presente?

Cuidando Al CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora