💵Capítulo 37💵

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KAREN

Estábamos viendo películas, y no bromeaba al decir que Jack hizo que la pobrecita de Luisa preparara un montón de cosas para comer. Era un festín de palomitas, nachos, refrescos y dulces. La sala olía a todas mis golosinas favoritas, y por un momento, me dejé llevar por la diversión.

—"Espero que te esté gustando la película" —dijo Jack, lanzando un vistazo hacia mí mientras reía con la comedia que estaba en pantalla.

No pude responder, porque en ese instante, la puerta se abrió de golpe. Nos giramos para ver al intruso, y mi corazón se hundió al darme cuenta de que era Edward.

—"¿Quién lo dejó entrar?" —pregunté, casi como si esta casa fuera mía, aunque claramente no lo era.

—"Seguro fue Luisa. Como es mi mejor amigo, la dejó pasar" —respondió Jack, manteniendo su calma.

—"No soy tu mejor amigo. Los amigos no se meten con la mujer de un amigo" —gritó Edward, su voz llena de ira y reproche.

Mi corazón latía con fuerza, y aunque sabía que Jack tenía razón, la tensión en el aire era palpable.

—"No es tu mujer. Si lo fuera, no te hubiera subido a un escenario a gritar que te iba a casar con otra" —replicó Jack, y pude ver cómo la rabia comenzaba a acumularse entre ellos.

En una fracción de segundo, Edward se acercó a Jack y le dio un puñetazo. El sonido del golpe resonó en la sala, y aunque me sentí horrorizada, Jack no se quedó atrás y le devolvió el golpe. En menos de unos segundos, los dos estaban enzarzados en una pelea, intercambiando golpes como si no hubiera nada más en el mundo.

—"¡Dejen de pelear!" —grité con todas mis fuerzas, pero no me escuchaban. La adrenalina había tomado el control de la situación.

Sin pensarlo dos veces, salí y rápidamente me puse entre ellos, usando mis brazos para separarlos y detener la pelea.

—"¡Dije que dejen de pelear!" —vociferé, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de mí.

Miré a Jack, tratando de entender su estado.

—"¿Estás bien?" —pregunté con preocupación, mi corazón aún acelerado por la confrontación.

—"Sí" —respondió, respirando hondo, pero sus ojos mostraban que la situación lo había puesto al límite.

—"Y por mi parte, no vas a preguntar si estoy bien" —escuché la voz de Edward, cargada de lo que parecía ser indignación. Se notaba que estaba a punto de estallar por la rabia.

Mi mente estaba en caos, atrapada entre la lealtad a un amigo y el dolor que me causaba ver a Edward así. La tensión llenaba el aire, y sabía que debía hacer algo para desescalar la situación, pero las palabras se atascaban en mi garganta. Aquel momento se había vuelto un campo de batalla emocional, y yo solo quería que todo terminara.

Cuidando Al CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora