💵Capítulo 40💵

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KAREN

Miré a Jack, y en ese momento sentí una chispa de esperanza. Podía ser la persona correcta en mi vida, el que me mostrara que el amor bonito realmente existía.

—"¿Quieres que te dibuje?" —dijo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

—"Bueno, Jack, acepto. ¿Quién no querría que lo dibujaran?" —respondí, jugando con la idea de su arte.

—"También acepta que la ponga en frente de la puerta principal" —agregó, con un tono juguetón que me hizo sonreír.

—"Bueno, vamos a ver cómo quedó y luego puedo pensar en eso" —dije, tratando de mantener la conversación ligera mientras observaba el golpe que Edward le había provocado, ya coloreándose en su piel.

—"Tenemos que ponerle hielo para que no se ponga feo" —comenté, sintiendo una punzada de preocupación.

—"Lo que diga mi enfermera" —rió, su humor aliviando un poco la tensión del momento.

Fui a la cocina y le pedí a Luisa que me buscara el hielo y un trapo. Era una mujer un poco mayor, pero se notaba que tenía un gran corazón. Siempre estaba dispuesta a ayudar.

Cuando regresé con el hielo y el trapo, se lo coloqué sobre el golpe, y Jack gimió ligeramente de dolor. Podía sentir mi culpa latente en el aire.

—"Lo siento mucho" —le dije, casi en un susurro.

—"No te preocupes. Si es por ti, acepto todos los golpes que vengan" —replicó, mirándome con una intensidad que me dejó sin aliento.

—"¿Eres real o solo es mi corazón roto que te ve así?" —pregunté, la inseguridad pesando en mis palabras.

—"Soy completamente real, pero eso lo comprobarás tú, si me das la oportunidad" —contestó, sus ojos fijos en los míos como si ya supiera la respuesta.

Miré el reloj; Dios mío, era casi las cuatro de la madrugada.

—"¡Por Dios, tengo que irme! Necesitas dormir" —exclamé, alzando las manos en señal de protesta.

—"No puedes irte a esta hora. Duerme en una de las habitaciones de invitados. Estaré más tranquilo si te quedas" —insistió, su mirada seria pero amable.

—"Oh, no. Ya he molestado demasiado" —me apresuré a decir, sintiendo un calor en las mejillas.

—"Insisto. O amanecemos despiertos o duerme en la habitación de invitados, pero no te dejaré que te vayas a esta hora" —dijo, su tono firme pero con un matiz de preocupación.

—"Está bien" —cedí, sintiendo que no podía seguir resistiéndome. —"Después no tengo con qué irme. Deje mi carro en la fiesta" —añadí, recordando la noche caótica que acabábamos de vivir.

La verdad era que irme no era lo que realmente deseaba. Había algo en Jack que me hacía sentir en casa, incluso en medio de este lío. Y tal vez, al amanecer, nuestras vidas no serían igual que antes.

Mientras nos quedábamos en silencio, solo interrumpido por el suave murmullo de la noche, supe que estaba dispuesta a darme la oportunidad de descubrir si realmente era el amor bonito que tanto anhelaba.

Cuidando Al CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora