Capítulo 25

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Charlamso, esta que la presentación se acabó, en el camino hacia la estación, no hablamos cuando el tren se puso en marcha; al mirar a mi lado vi a Raquel riéndose. Es muy agradable esa chica; además de bonita, es increíble. Cada vez que estamos a punto de llegar a esa conila, me sigue impresionando cuando llegamos a la habitación.

—Es hora de que regreses; nos veremos dentro de dos semanas.

—Sí —no dudé en abrazarlo, realmente lo voy a extrañar.

—Adiós, señor Arturo —dijo Oliva antes de cruzar el portal.

—Sara, por cierto, tengo algo para ti. —Al dármelo es un regalo. No supe qué decirle en ese momento; estaba muy sorprendida por esto.

Realmente no quería que nos dieran estas nimias vacaciones libres; me gusta estar aquí.

Al llegar a mi mundo, ya me había acostumbrado a usar el transporte público. Trato de sentarme en las ventanas, así veo a través de ella, y suelo imaginar muchas cosas. A veces pienso que me volveré loca, pero al ver que en ese mundo todo es posible, sé que no estoy loca del todo.

Cuando llegué, la casa estaba cerrada. Es estaño, es la primera vez que me toca esto. Al revisar mi mochila, no traía mis llaves; las olvidé de nuevo. Solo me senté ahí en el piso esperando que alguien llegue. Qué horror, ni siquiera traje mi celular, tampoco me lo llevo a la escuela. No me acostumbro a mi celular, solo lo uso a veces en la casa, solo para mis animes o escuchar música en las noches cuando no puedo dormir.

Saqué mi cuaderno de dibujo y, al ver el cielo, pasar un avión, decidí dibujar un avión. Sentía que alguien me estaba observando; traté de no tomarle importancia. Después de varios segundos, me sentí mareada. Escuché unos gritos, vi que todo se empezó a mover, los árboles... Es un temblor. Vi a los vecinos afuera, asustados; yo solo me quedé sentada abrazando mi cuaderno. Cuando abrí mis ojos, sé que vi a alguien en esos arbustos. Ya después de varios minutos, todos regresaron a su nueva casa y yo seguía afuera y escuchaba cómo el teléfono de la casa sonaba.

Traté de relajarme y mantener mi respiración continua, hasta que sentí que alguien tocó mi hombro.

—Saray, ¿estás bien? —La dirección me es familiar.

—Sí —al ver en su hombro ese símbolo, sé que es de ese mundo. No me di cuenta de que había arruinado mi libro; me aferre con tanta fuerza que lo he maltratado.

—Esperaré aquí a que lleguen tus padres. —Solo asentí con la cabeza y guardé mi cuaderno.

—¿Tú eres mi guardián?

—Si uno de tantos que has tenido... —Esa información me sorprendió mucho.

—No sabía que tenía más; creí que solo era uno.

—Seix has tenido, incluyéndome —tomo un suspiro antes de continuar. —Después de tu primera visita me asignaron a mí. Bueno, en realidad tu padre habló conmigo, no confiaba del todo a quién te pondrían, hizo muchas cosas para que pusieran alguien de confianza.

—No te aburras. —Dije eso para distraer mi mente; ahora entiendo por qué mi padre estaba tan estresado que actuaba diferente. Tal vez fue por eso que habló con el consejo para asignarme a la guía, pero no sé cómo lo hizo, si no pudo cruzar o usó a alguien. Mi mente no paraba de generar varias posibilidades de lo ocurrido. Hay veces que detesto mi mente; no para de imaginar muchas cosas.

—Un poco.

—Cuando esté aburrido, podemos jugar; tengo varios juegos de mesa. —No se mira muy grande el señor, pero menos creo que sería divertido pasar tiempo con alguien que es del otro mundo; tan increíble así podría aprender mucho más y sus reglas.

—No es posible, se supone que no debo acercarme mucho a menos que sea necesario.

—Entonces, ¿por qué?

—Te estabas lastimando el brazo. —Al mirar vi los rasguños que me hice; no sé en qué momento me lastimé, uno me salía un poco de sangre. 

Me curo mis heridas; además, conocí un poco de él; antes de cambiarlo, él fue un guardia del señor Héctor. Ahora sé por qué se me hacía familiar. Antes de que llegaran mis padres, él se fue minutos antes. Cuando llegó el día de Navidad, no quiero estar ahí; me siento muy incómoda. A pesar de que es familia, no me gusta estar rodeada de tanta gente. Me la pasaba mucho en el patio mirando el fuego, solo imaginándome cómo sería pasar Navidad. Recordé unos edificios de la decoración del otro mundo; incluso la gran cabaña estaba decorada.

—¿Qué haces aquí afuera? —me sacó de mis pensamientos al escucharla a mi prima y sentándose en la silla de mi lado, con una gran taza de chocolate caliente.

—Nada. —Solo quería irme; me sentí bien estando sola. Poco a poco, más parientes se unieron a nosotras; yo no dejaba de mirar el fuego, hasta que escuché a los que estaban con los fuegos artificiales. Me asusté ya que no esperaba que los prendieran justo ahora, hasta que en el árbol vi algo raro. Al mirar más, sabía que alguien estaba detrás de ahí; sabía que era él, pero al ver que más familia salía al patio y con la bocina algunos ya estaban ebrios, decidí mejor irme a mi cuarto.

Cuando entré, tomé una ducha; apestaba a humo por la fogata y me puse mi pijama. Cuando vi la ventana, no le había prestado atención; al principio vi el topper que dejé, con una nota. 

          ¨ Gracias & Feliz Navidad ¨

Me alegro saber que sí ha comido lo que le dejé. Espero que también le guste la flor que le dejé; la había hecho de papel. Las primeras que hice fueron con periódico; quería que me saliera bien para darle algo. Debe sentirse solo y todo por mi culpa, que él esté aquí y no con su familia; creo que por eso no me sentí bien hace rato, por esos pensamientos de culpabilidad. Además, también le dejé un chocolate para él y su compañero; sé que son dos los que me cuidan; ellos se rotan los turnos.

° Eres como una flor de loto; algún día me gustaría verte florecer porque ese día descubrirás lo grandiosa que eres. °

Cuando regresamos a la escuela, estaba muy feliz de ver a mis amigas. Sé que muchos no comprenden este sentimiento; incluso dirían que es extraño que a alguien le guste estar en la escuela, pero para mí es mejor que estar en casa. Lo único que me hacía sentir bien es estar soñando raro; aún no distingo cuáles son sus recuerdos, pero espero lograr saber cómo manejar esto. Y sabré cuáles son mios y cuáles son de ella. Durante este tiempo no vi ese capullo florecer, pero espero que lo haga pronto.

Me pregunto si Cristian estará bien. Nos hace falta que él esté aquí o, más bien, me hace falta su gran humor peculiar y las babosadas que hacía; realmente él sabía ambientar y hacer reír a todos.

Me hacía olvidar los problemas en casa, pero así como él desapareció, mi padre también; ha estado más ausente de lo normal.

Yumbrel: nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora