Capítulo 19

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Hoy hicimos algo diferente, después de que tomamos una clase en grupo, subimos a ese tren, pero los vagones de los últimos de cada extremo tienen un diseño diferente, ya que es el único donde no tiene segundo, y por la altura de mis amigas, es más cómodo para ellas después de unos minutos. Bajamos en una estación similar, pero en esta hay unos pilares y un techo que está cubierto de racimos de uva. Caminamos hasta llegar a un enorme bosque. Solo nos comentaron que la clase sería en un campo al seguir el camino de tierra. Entramos a una cabaña enorme; solo nos dijo que ahora tomaremos las clases ahí. Dejamos nuestras cosas, después caminamos un par de minutos y nos dirigimos a un establo. Es muy enorme, es diferente a como me lo había imaginado; tenía mucha curiosidad por saber de qué se trata el día de hoy.

Nos mostrarían algunas criaturas las llaman caballos alados.

—¿Qué es eso? —la chica de ojos rosas está emocionada, al igual que yo, al escucharla al lado mío.

—Tal vez lo conozcas como pegasos. —Al escuchar, recordé lo de la clase; nos habían mostrado varias criaturas, pero en mi mundo solo eran leyendas, historias. 

Al entrar a ese enorme establo, fue impresionante ver a otros estudiantes; unos vestían con la misma vestimenta; ese debe ser el uniforme. Es raro, no había visto algo así; es similar la vestimenta cuando vi a esas mujeres, solo que este tiene muchos más colores. Me gustaría saber cuándo nos darán el nuestro.

Arturo, junto con otros dos hombres, serán nuestros instructores hoy. Habíamos entrado a ese establo; es muy grande. Nos dejaron acercarnos a los caballos; es impresionante, tienen alas, es magnífico verlo. Algo así, todos se amontonaron para verlos; Olivia y yo seguimos caminando para poder ver el siguiente, pero también estaban amontonados, y solo podíamos mirar a distancia. Olivia estaba decidida a verlos, y se acercó y, moviéndose entre los compañeros, yo solo seguí caminando, es bastante largo, incluso ya no escucho tanto sus murmullos. aunque los otros cubículos estaban vacíos. Del lado izquierdo se podía ver el patio y la otra estructura.

Al seguir el camino, es más corto que el otro que camino; se podía ver mejor el patio, gracias a la enorme puerta. Incluso a lo lejos, una sección está abierta y pude ver a mis compañeros. El chico de cabello blanco me miró o al menos eso creo. Seguí caminando. 

Se podía ver que unas cuantas personas estaban caminando; creo que están examinando el lugar. Al seguir caminando y girar por segunda vez, solo veía algunos cubículos vacíos, hasta que escuché un resoplido. Al mirar, es un caballo negro; al verlo bien, tiene alas también, pero se ve horrible, es como si lo hubieran atacado y perdido sus plumas; está desnutrido, se ve muy mal. Sentí un dolor horrible al verlo así.

Me acerqué a él, y solo podía sentir una gran tristeza y soledad cuando lo vi a los ojos.

—Te sientes solo, ya somos dos. Cuando estoy en casa, es cuando más lo siento. —No sé por qué le dije eso, como si me entendiera. Le sonreí al sentirme tonta si alguien me ve hablando como una loca.

Al acercarme más y ver que está muy flaco, debe estar enfermo. Al ver que, en otro, en medio de una cubeta con fruta, tomé una y se la dejé en la puerta y vi cómo se la comió, así que le puse más fruta.

—Gracias —escuché decir. Me asusté, haciendo que retrocediera, y me caí al suelo; no sé con qué me tropecé, pero me dolió la caída. Escuché a alguien gritar.

—Cuidado, ¿estás bien? —me dio mucha vergüenza al saber que alguien me vio.

Traté de levantarme tan rápido como pude, pero sentí como agarró mi brazo para ayudarme. Me dolía mucho, pero traté de aguantar el dolor. Al verlo, es Arturo, me dio mucha más vergüenza.

Yumbrel: nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora