Estaba muy feliz de regresar a este lugar; en cuanto vi al señor Francis, no oculté mi alegría. Abracé a mis amigas como si nunca las hubiera visto.
Realmente las extrañé. Hablamos sobre lo que hicimos; me sorprendió mucho saber que gran parte del mundo se Sisa. Ya estaban curados, pero su hermano no está del todo bien; además, ya se habían llevado refugiados a su mundo otros, se querían quedar aquí.
Nos llevarían a montar los caballos; esta sería mi segunda vez, pero no quiero subirme otra vez. La primera vez me caí, me dolió, pero era más mi vergüenza. Cada estudiante estaba con su instructor; Arturo estaba hablando con alguien y yo solo estaba esperando que termine de hablar. Solo veía a los otros, como le estaba poniendo algo en su cintura; creo que es para que no se caigan de los caballos. No puedo creer que nos vayan a poner eso, es mi culpa por haberme caído así.
Sentí como alguien tocaba mi hombro. Es Arturo. —Vamos a ir a prepararte. —Lo seguí hasta llegar a unas bancas donde le estaban poniendo a cada uno esos arneses. —Usualmente los niños lo suelen usar y los que montan los caballos alados, para evitar cualquier accidente decidieron modificar unos para ustedes; así sería mejor que los empezaran a usar, así se acostumbrarían a utilizarlos. —Siento que solo lo dijo para que no me sienta culpable de lo que pasó.
Después de ayudarme a ponerme todo eso, solo veía cómo algunos ya los montaban. Además, estaban los compañeros que vimos en la evaluación; no puedo creer que no haya tocado. Es la tercera vez que nos toca compartir este lugar esta vez con ellos, pero ahora con la diferencia de que ya sé quiénes son. Nos turnan para poder subir; mientras algunos observamos cómo los otros los montaban y les daban explicaciones, pero hay otros que están más avanzados y solo veníamos a ver cómo ellos montaban. Los caballos alados son muy hermosos esos caballos.
—Hola. —Al voltear y ver que es él, Luck, me puse nerviosa. Hasta por unos segundos dejé de respirar. Arturo me ha prohibido hablar con él y no quiero que se enoje o recibir un regaño o tal vez me ponga un castigo muy feo. —¿Acaso no me vas a saludar?
—Hola, espero que este año te vaya muy bien. —Incluso mi voz se escucha indiferente; espero y eso haga que se aleje de mí.
—Feliz año nuevo para ti también, ¿y cómo estás? —Miré a otra parte, no quiero mirarlo. Ya me siento mal hacer esto.
—Bien.
—¿Acaso estás enferma?
—No —sentí cómo él se recargó en la barricada y está más cerca de mí.
—¿Enojada?
—¿Por qué lo estaría? —Solo espero que mi actitud lo aleje.
—Estás muy rara, pensé que tú tuviste un día malo. Dime qué te dijo esa chica para que estés así. —Recordé la charla que tuve con Stella, pero no me dijo nada malo; al contrario, me dio ánimos. Me siento mal por esta situación, no quiero ser mala con él, pero tengo que obedecer.
—Mis amigas no me hicieron nada.
—Parece una niña pequeña y encaprichada. Solo intento ser amable y no eres tú, ¿qué te pasa? ¿Me odias?
—No
—Ah, ya tienes un problema hormonal
—No.
—¡¡¿que?!! ¿Acaso me vas a hacer adivinar? Qué ridícula. Al escuchar decir eso, me acordó a mi madre; es como una daga en mi corazón escuchar eso de alguien más. —O toque un punto doloroso para ti. —Detesto cuando mi rostro es tan obvio.
—Te encontré una; es tu turno, linda. —Escuché la voz de Arturo, me alegro de que llegara.
Seguí sus instrucciones. Sentía mucho nervio; otra vez el caballo, es muy alto. Hasta me ayudaron a subir otra vez; ni con la banca podía subirme, y eso me avergonzó. Solo sentía las miradas de los demás y me sentía mucho más nerviosa.
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Yumbrel: nada es lo que parece
Avventuraen un universo fracturado por la guerra y la traición, descubrir que mi familia puede ser mi mayor enemigo. Confié en la persona equivocada y aprendí que la traición puede venir de aquellos mas cercanos, hubiera sido mejor morir aquel día que vivir...