Capítulo 27

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Al terminar la evaluación nos dirigimos a la estación. Durante la caminata al tren, solo escuchaba cómo cada quien decía sobre lo que experimentar y cómo les duele el trasero, además de que pudieron hablar con más chicos que viven aquí. Bueno, la más emocionada es Stella; realmente le encanta conocer gente nueva.

Mi mirada se cruzó con la de mi compañero. Al entrar en el tren, Sisa subió sus pies en frente del que me iba a dar; además, sentí las miradas de las demás.

—Creo que alguien te espera. —Al mirar hacia donde ella volteó, vi a ese chico de pelo blanco de mi clase.

Traté de quitar sus pies, pero ni siquiera se esforzó. Es muy fuerte, demasiado; hasta hizo un gesto de aburrimiento y gracia al ver que yo intentaba quitar sus pies.

—Ve, con él, anda, además te estuvo viendo todo este tiempo. —Me gustaría saber que Olivia miente, pero es la verdad; a veces lo cachaba cuando montaba a caballo.

—Solo por hoy siéntate allá, ¿qué puedes perder? Además, le dije a Raquel que se viniera con nosotras. —Sé que no le puedo ganar en una discusión con Sisa; siempre sabe qué decir. —Mira quién llegó al fin. —Sisa bajo sus pies.

—Perdón por tardar. —Al mirar atrás, es Raquel.

—No te preocupes, siéntate.

—Además es guapo, ¿no crees? —Stella con esa mirada pícara; solo me daba vergüenza.

—Ni que tú fueras Cupido.

—¿Quién es Cupido?

Me di por vencida, me fui a sentar antes de que el tren se pusiera en marcha; solo escuchaba cómo Oliva les explicaba lo que es Cupido.

Me molesté, no tenía opción, son tres contra una. Bueno, al menos, espero que Raquel no esté involucrada en esto y no soy nada fuerte. Seguí caminando buscando un asiento vacío; estaba casi hasta el fondo, y del otro lado vi a Dacota, que también estaba mirando la ventana. Me alegro de que los cuatro asientos estén vacíos; me senté justo en la ventana, así podré admirar esta hermosa ciudad.

Estaba molesta porque acababan de hacerme ellas. Me daban ganas de decirle que el señor Arturo, pero no quiero molestarlo con algo absurdo y, además, si alguien nos escucha, pueden crear rumores; luego serán chismes y no quiero eso. Están en el chisme y en la boca de todos; me gusta ser invisible y no tener la atención. Suelen estar rodeadas de estudiantes haciendo preguntas de su planeta o sus costumbres; yo solo me alejo o me quedo atrás, solo esperando que terminen.

Soy lo contrario de Sisa y Stella; a ellas se les da muy bien, incluso ya son muy reconocidas, y más cuando tenemos que compartir el campo con los estudiantes de este mundo en la hora de entrenar. Ellas sí son guerreras, las entrenaron desde chicas como a los chicos; es increíble lo hábiles que son. Me gustaría ser tan ágil como ellas, son en verdad graciosas. 

Me gustaría poder comprar unos audífonos y usarlos en estos momentos de incomodidad y frustración; al menos la música me ayuda a distraerme. Después de varios segundos, sentí una mirada; al voltear, es él, qué fastidio. Solo lo miré, le devolví la sonrisa y miré otra vez por la ventana.

—Hola. —Cuando dijo eso, solo lo miré unos segundos y luego a la ventana.

—Hola —solo quería molestarme; esos pensamientos me llegaban a mi cabeza, solo cosas negativas y ninguna positiva.

—¿Puedo sentarme aquí? —Solo moví mi hombro, a modo de que no me importaba. Vi a su hermano; del otro lado se sentó con los otros chicos. Solo reconocí a uno de mi clase; el otro que está de espalda debe ser su primo.

Yumbrel: nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora