Put Me in a Movie / DabiHawks

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Takami pasaba un pequeño algodón por su rostro en un intento de curar aquellas heridas que hace unos minutos su ‘prometido’ le había hecho, sollozaba en voz baja para no despertarlo y que nuevamente pusiera sus garras sobre él. No solo había lastimado su físico, si no que ultrajó su cuerpo para darle paso a aquel monstruoso embarazo que quería provocar en el menor. Keigo estaba seguro de una cosa, si se le presentaba la oportunidad abortaria al fruto de una unión forzada, claro que sabía que aquella práctica era mal vista en esos tiempos pero prefería el odio de la sociedad a tener un hijo de ese tirano.

Miro su rostro en el espejo y el único sentimiento que se manifestó fue desagrado, odiaba ver su rostro y pensar en todo lo que está viviendo por un sueño que ahora le parece estúpido, ya tenía claro que ese hombre no lo haría un actor famoso, solo quería que actuará en la obra de un “matrimonio feliz”, Keigo poco a poco sentía el golpe de realidad, pero no podía hacer nada, si confesaba lo que sucedía seguramente el pelinegro se vengaria de él lastimando lo que más le quiere.

Dejó aquel algodón de lado y simplemente suspiro, debía regresar a la cama o ese hombre iría por él, caminó con dificultad ya que se sentía tan adolorido, después de unos segundos de recostó a lado de aquel hombre y lo miró, miró el rostro de Touya y algo rápidamente se le ocurrió: se casaría con Touya para después matarlo, Takami al ser esposo de ese hombre se quedaría con toda su fortuna, el pelinegro tendría su merecido y el rubio tendría una recompensa por aquel sufrimiento.

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A la mañana siguiente Touya despertó sorprendentemente de buen humor, se acercó al rubio y lo despertó con un beso en la mejilla.

— Buen día, creo que me hace bien tener un poco de intimidad contigo antes de dormir — beso sin consentimiento los labios del rubio — Anda, levántate que tenemos que arreglar los últimos detalles de nuestro matrimonio, ya le he pedido a alguien más que le entregué la invitación a su padre ya que dentro de dos días nos vamos a casar.

— Bien.

Al escuchar la voz sería del rubio se sintió sorprendido, no era la actitud común del menor.

— Y te has portado muy bien, debo reconocer que antes me desesperabas pero ahora creo que encontré la manera de controlarte — acariciaba los mechones dorados del contrario — Te mereces un premio, no creas que me olvide de ese sueño que tanto aprecias, te conseguí el papel protagónico en la película de un amigo mío.

— No quiero un papel similar al de la otra vez.

— Por lo que leí en el guión es una comedia romántica en la que dos sujetos se enamoran en un viaje, actuarás en esa película, te pagarán muy bien y podré estar en el estudio contigo para encargarme de que todo esté bien.

— ¿Piensas que puedo presentarme en un estudio con la cara llena de golpes?, no quiero ni salir a la calle por la vergüenza que sentiría si alguien me ve así… De por sí siento vergüenza de mi sola imagen …

— Eres como un muñeco, hermoso en todos los sentidos, algo que todos quieren tener… pero al igual que un juguete puedes sufrir golpes si alguien juega contigo de mala manera, aún cuando el muñeco está desgastado, el dueño lo conserva por el valor que representa… y tú eres mi muñeco.

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Caminaban por la calle juntos y como se costumbre; Touya aparentaba amar al rubio, lo besaba y sonreía, incluso llegaba a ser caballeroso con él, Takami permanecía serio con la excusa de sufrir de dolor de cabeza, pasaron a una joyería para recoger sus anillos de compromiso, la mirada de Keigo permanecía sobre un hermoso brazalete de color plateado el cual tenía hermosas piedras brillantes de color naranja, aquel objeto le parecía tan majestuoso.

— ¿Te gusta? — preguntó el pelinegro.

— Es lindo.

Touya le hizo una seña a la persona que atendía aquel lugar, el empleado le advirtió el precio elevado de aquel artefacto, pero fue silenciado por el pelinegro.

— No te pregunté por el precio, te dije que me dieras ese brazalete.

Aquel empleado obedeció las órdenes de Touya y le entregó aquel brazalete dentro de una caja negra de terciopelo la cual tenía grabado el nombre de la tienda. Touya lo tomó en mano y miró al rubio quien estaba sorprendido por aquella acción, el pelinegro abrió la caja dejando ver la hermosa joya.

— Para ti, muñequito… — la sonrisa de Touya en vez de parecer tierna le causaba un escalofrío al rubio.