Put Me in a Movie / DabiHawks

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Aquel hombre no dudaba de las palabras de Tenko, dejó salir a su marido sin problema alguno pero Touya no tuvo la misma reacción, se negó rotundamente y uso de excusa el hecho de que Keigo no conocía la ciudad. Después de aquellos volvieron a casa, durante el camino ambos estuvieron en silencio pero el pelinegro sostenía la mano del rubio, ya en casa Takami fue a su habitación y aunque Touya lo visitaba con frecuencia esa noche fue diferente, en cierta manera Keigo agradecía no pasar una noche más junto a ese hombre pero también se sentía solo, no tenía a su familia cerca y tampoco tenía amigos, en aquella ciudad sólo tenía a Touya lo cual equivalía a no tener a nadie.

Se recostó en la cama y miraba al techo, miro el brazalete que el otro le había regalado y sintió algo bastante extraño, el pelinegro era tan cruel con él pero cada vez que el rubio tenía algún capricho sin pensarlo dos veces el pelinegro lo cumplía, sin importar el precio ni lo que fuera. De eso mismo se aprovecharía tenía pensado aprovecharse, quizás la vida del rubio no fuera tan miserable como él pensaba.

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En aquella mañana, Keigo comenzó su día con normalidad con la diferencia de que Touya aún no salía de su habitación, aquello le pareció extraño a Keigo pero disfrutaba de su tiempo a solas, salió al jardín de aquella casa y noto la ausencia del auto, ahora sabía que el pelinegro había salido.

Sonrió ampliamente y siguió disfrutando de su soledad, camino a la habitación de Touya y al verificar que no estaba abrió el armario del mismo, conocía perfectamente que Touya escondía ahí diversas cosas de valor, Takami tomó varias de esas cosas, no era una persona mala pero las acciones del pelinegro lo habían cambiado tanto, salió de ese lugar no sin antes dejar todo como lo había encontrado, fue a su habitación y escondió aquellos objetos ya que tenía la idea de cambiarlos y así comenzar a tener dinero propio. No era idiota como el pelinegro pensaba ya que después de aquella acción borro las grabaciones en donde quedaba evidenciado.

Se quedó en su habitación esperando la llegada del otro y solo tuvo que esperar un par de horas más para que escuchara el llamado del pelinegro desde la sala, rápidamente fue y se llevó la sorpresa de que aquel lugar estaba lleno de regalos.

- ¿Y eso? - preguntó Takami acercándose al pelinegro.

- En la madrugada pensé en lo que sucedió, Tenko le dijo a su marido que ambos querían salir a comprar algunas cosas y yo no lo permití, me sentí algo culpable así que te compre alguna cosas para compensarlo - el pelinegro beso ligeramente al otro - Compré todo a mi gusto porque quiero que luzcas bien para mí, además de que ya te hacía falta un guardarropa nuevo, anda, ve y abre tus regalos.

- ¿A qué se debe ese arrepentimiento?...

- Tu lo haz dicho, lo mejor es que nos llevemos bien si nos vamos a casar, lo que yo estoy haciendo no es más que tratarte como siempre te han tratado, eras el niño mimado de tu padre y yo también te estoy consintiendo.

- Mi padre me amaba, usted solo me llena de cosas materiales, son cosas muy diferentes, ¿No lo crees? - las juguetonas palabras de Takami no hacían más que envolver al pelinegro.

- Si eres inteligente sabrás que todo esto que yo te doy es mucho mejor que sentir amor a alguien, me reprochado que eres desdichado en nuestra unión, así que cuando nazca nuestro hijo, crezca y te pregunté si amas a su padre responderás que sí pensando en que quizás jamás nos enamoramos pero si te di todo lo que alguna vez pudiste desear.

- ¿Pretendes que nuestro matrimonio dependa de caprichos?, ya es decisión tuya si quieres que mi interés en ti no sea más que en lo material, después de todo eres tú el que quiere que nos casemos - Takami abría sus regalos emocionado, no podía mentir, amaba que el otro le llenará de cosas caras que él nunca podría comprar - ¿Es por esto que saliste en la mañana?

- Si, veo que te gusta mucho lo que traje para ti, di lo que quieras pero ya estoy aprendiendo un poco más de ti, te gusta que te consienta y no me negarás que te gusta cuando soy dadivoso contigo, podemos llegar a llevarnos bien si tú aprendes cómo mantenerme calmado... yo ya descubrí como mantenerte contento.