—El presidente la recibirá ahora— se puso de pie con la maceta abrazada contra su pecho.
Al parecer haber vomitado sangre fue excusa suficiente para ser sacada de la fiesta de la manera más discreta que pudo Lara, trasladada de regreso al apartamento con un doctor ya esperándola, dándole un diagnóstico de bulimia nerviosa, al parecer las fuertes emociones de la noche combinadas con la poca comida en su sistema había lastimado su interior, pero con unos cuantos medicamentos estuvo lista para dormir esa noche y la tarde del día siguiente, ser mandada de regreso a casa. No durmió en toda la noche, llorando la pérdida de lo que creyó alguna vez sería un nuevo comienzo, lleno de nuevas experiencias y emociones, pero más importante, completa seguridad para ella y para Enzo. Pero su intuición siempre había sido demasiado grande, desde que era niña sabía que si algo dentro de ella no se sentía bien, era porque algo a su alrededor no estaba bien, por lo que su tristeza se transformó en rabia, ante sí misma más que el Capitolio, por creer que el sistema que había arruinado su vida podía ser utilizado a su antojo e incluso engañado, nunca logrando ser más fuerte que ellos, solo siendo una pequeña niña del distrito 11.
El palacio presidencial se veía tan diferente de día y sin tantos adornos y luces, lleno de personas alguna vez, el patio trasero de este se veía más pequeño de lo que era, una gran extensión de bellas plantas cuidadas con demasiada delicadeza por el hombre frente a ella, notándolo al fondo de este bajo un marco de rosas, sentado en una pulcra banca de piedra, sintiendo por como era guiada por los agentes que era donde era esperada. Su respuesta siendo dada a ella cuando sus penetrantes ojos sin vida la miraron, indicándole con su mano que se sentara frente a ella, dándole la orden a las personas que la habían llevado que los dejaran solos, cosa que hicieron en cuestión de segundos.
—Cuando me dijeron que tenía un obsequio para mí no pensé que sería esto— dejó la maceta en medio de ellos dos, viendo los dedos con guantes del hombre acariciar los pétalos de la rosa recién florecida frente a él —¿Es...?
—La misma que usted me mandó... Bueno no la misma, pero descendiente de— le explicó haciéndolo asentir mientras inspeccionaba cada detalle de la flor, como si fuese un experto en la materia —Una pequeña muestra de gratitud por su apoyo todos estos meses, y los regalos que dejó en mi casa para mi hermano y para mi.
—¿Cómo está tu hermano?, parece mejor con el tratamiento, creciendo de manera considerable— su corazón que hasta ese momento latía con fuerza en su pecho se detuvo unos segundo al escuchar eso, más al escucharlo seguir hablando —La leucemia es una fea enfermedad, te deteriora a tal nivel... que terminas como tú madre, un esqueleto empotrado a una cama— sintió como sus ojos empezaban a lagrimear, queriendo actuar fuerte pero siendo golpeada donde más le dolía, su familia —Lo bueno es que a pesar de tener el rostro de tu madre, tienes esa actitud vivaz y perseverante que tenía tu padre, al menos eso es lo que me han dicho, Anzo Morris, con un banjo en mano y una pala en la otra, dándolo todo para que su familia no sufriera, lástima que el si sufrió al final, ¿No?— lo vio soltar la rosa mientras acercaba su mano al interior de su saco, sacando de este un pañuelo blanco y poniéndolo en sus manos —Seca esas lágrimas, si las cámaras no las ven, no importan.— no tuvo más remedio que seguir sus órdenes, limpiando las dos lágrimas silenciosas que habían caído por sus mejillas —Aceptó tu regalo, una bella y joven rosa del distrito 11 me será de utilidad para cuidar al resto, y creo que por tu conversación con Finnick anoche, sabes lo que quiero decir con esto.— detuvo sus movimientos en su rostro, haciéndola bajar sus manos de este, solamente viendo al presidente con temor puro. —Déjame contarte dos historias para dejarte claro cómo funciona esto, la primera pasó hace tantos años que tus padres eran tan solo niños cuando sucedió, una bella vencedora de los primeros juegos, siempre me fue de utilidad, pero se marchito con el tiempo, o al menos así fue hasta que el correcto público apareció para ella, pero para entonces había tomado demasiado valor como para decir lo que estoy seguro viniste a decir hoy, que no podía ser obligada a ser nada, pero para ese entonces ella tenía algo que creía no podía ser arrebatado, o al menos así fue hasta que cambie las reglas, y esta vencedora perdió a su hijo como muchos otros los perdieron en la cosecha, cuando lo vio morir tanta fue su pena que sufrió un derrame, y ya no pudo decir esas palabras que tú ibas a decir, ¿sabes de quién es esta historia?
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LOTUS - Los Juegos del Hambre
Fanfiction"Bienvenidos a los 69 Juegos del Hambre, y que la Suerte, esté siempre de su lado"