CARITA SONRIENTE

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Salí de la habitación de Brook con la mente dando vueltas y un nudo en el estómago. Me pasé el dedo por los labios, notando que, aunque había sido solo un simple pico, todavía sentía el calor de su beso en mi piel.

Me dirigí a mi habitación, tratando de sacudirme la confusión que me había dejado el encuentro. Necesitaba despejarme y pensar con claridad. La noche había sido demasiado intensa y una ducha parecía ser la única solución para relajar mis músculos y tratar de olvidar a esa mujer con ojos de gata y una actitud desafiante.

Al llegar al baño, me metí bajo el chorro de agua caliente, permitiendo que el vapor envolviera mi cuerpo. El agua caía sobre mí, y mientras me enjuagaba, mi mente no podía dejar de regresar a la manera en que Brook me había mirado, la forma en que había reaccionado cuando le di aquel beso impulsivo.

No podía negar que estaba atrapado entre la atracción que sentía por ella y la preocupación por su comportamiento temerario. La mezcla de emociones me estaba agotando. Intenté centrarme en la sensación del agua sobre mi piel, en el ritmo constante de la ducha, pero su imagen seguía apareciendo en mi mente.

Me costaba aceptar que el simple roce de sus labios pudiera dejarme tan descolocado. Intenté no pensar en ello, concentrándome en la rutina diaria, en el simple hecho de dejar que el agua caliente relajara mis músculos tensos. Pero, sin importar cuánto lo intentara, su imagen seguía acechando en mi mente.

La ducha se convirtió en un momento de reflexión. Mientras el agua seguía cayendo, me preguntaba si había hecho bien en intervenir, si mi beso había cambiado algo o solo había complicado las cosas. ¿Realmente estaba listo para enfrentar lo que esto significaba?

Finalmente, me enjuagué y me preparé para salir de la ducha. Mientras me secaba, me preguntaba si algún día podría entender completamente a Brook o si estaba destinado a ser solo un espectador en su mundo caótico.

Eran las seis de la mañana cuando unos gritos me sacaron del sueño profundo. El ruido provenía del pasillo, y al escuchar los nombres, me di cuenta de que era Brook quien estaba gritando.

—¡Jasper, déjame pasar! —gritaba Brook, su voz llena de frustración.

—¡No te voy a dejar salir de la habitación, Brook! —respondía Jasper con firmeza—. ¡Joder, hace menos de doce horas Lynx te estaba sacando una bala del hombro! Quédate en la cama, no me hagas llamar a Ethan para que dé la orden.

Me levanté rápidamente de la cama, aún aturdido por el sueño, y salí al pasillo para ver qué estaba pasando. Al abrir la puerta de mi habitación, me encontré con Jasper bloqueando la entrada de la habitación de Brook. Su expresión era seria y preocupada, mientras Brook, que aún tenía el vendaje en el hombro, estaba forcejeando para salir.

—¡Suéltame, Jasper! No necesito que me cuiden como a una niña —le decía Brook, su voz era una mezcla de dolor e irritación.

—No, Brook, no voy a dejarte salir. Necesitas descansar y recuperarte —respondió Jasper con determinación—. Ethan lo dijo claramente: necesitas reposo. No te voy a permitir que te pongas en peligro otra vez.

Vi que Brook estaba visiblemente agitada y me acerqué, preocupado.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunté, tratando de entender la situación.

Brook se giró hacia mí, con los ojos llenos de frustración.

—Dile a Jasper que me deje salir, Ares. No puedo quedarme aquí encerrada mientras hay cosas que debo hacer.

Jasper me miró, buscando apoyo.

—Ares, ¿puedes ayudarme a convencerla? No podemos dejar que Brook se ponga en riesgo otra vez. Necesita descansar.

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