UN DESFILE DE CULOS

22 4 5
                                    


Después de lo que acababa de pasar, la ducha se sentía como un respiro necesario. Necesitaba aclarar mi mente y cuidarla, demostrarle que no todo tenía que ser intensidad y control. Mientras el agua caliente corría sobre nosotros, me tomé mi tiempo para enjabonarla, mis manos recorriendo cada curva de su cuerpo con una mezcla de ternura y posesión. Era una sensación increíble, tenerla allí conmigo, completamente entregada.

—Esto es increíble —murmuró Brook, girando la cabeza para mirarme mientras masajeaba su cuero cabelludo—. Creo que podría acostumbrarme a esto.

Le sonreí, aunque mis manos no dejaron de trabajar en su cabello.

—Lo haré siempre que lo desees. Quiero que estés bien, que te sientas bien conmigo.

Terminamos de ducharnos, y me aseguré de secarla con cuidado antes de que ambos nos vistiéramos. Mientras ella se dirigía a su vestidor, yo fui a mi habitación para ponerme algo cómodo. Elegí unos pantalones deportivos oscuros y una camiseta de entrenamiento que me permitiera moverme con facilidad. Me cambié rápido, sabiendo que ella tardaría un poco más.

Cuando bajamos a la cocina, pude notar su tensión. Era evidente que estaba nerviosa por cómo podrían reaccionar los demás después de todo lo que había pasado. Cuando nos acercamos a la entrada de la cocina, noté que se detenía, sus pies vacilando como si dudara en dar el siguiente paso.

—Brook, no te van a decir nada, bebé. Somos un equipo, así que tranquila —le dije, apretando su mano un poco más fuerte para que supiera que estaba a su lado.

Entramos juntos, y sentí todas las miradas sobre nosotros. Había sorpresa, curiosidad, pero también una especie de aceptación que me tranquilizó un poco. La tensión de Brook era palpable, así que la mantuve cerca, sosteniendo su mano como una ancla.

—¿Qué tal la mañana? —preguntó Hank, rompiendo el silencio con una sonrisa en los labios, aunque sus ojos brillaban con curiosidad—. Pero, un momento, ¿cómo es que habéis entrado cogidos de la mano?

Brook se sonrojó, y yo aproveché la oportunidad para pasar mi brazo alrededor de su cuello, atrayéndola hacia mí y besando su cabeza. No iba a dejar que se sintiera sola en esto, ni que la incomodidad se apoderara de ella.

Blaze, que estaba en la cocina preparándose algo, intervino antes de que Brook pudiera decir algo:

—Esta mañana fui a la habitación de Ares para buscarlo y entrenar, pero la puerta estaba cerrada. Así que atando cabos, ¿habéis vuelto a dormir juntos?

Me reí ante la pregunta directa de Blaze, pero antes de que pudiera responder, Gael, siempre el bromista, añadió:

—¿No ves el maravilloso cutis que tiene mi colega? —dijo señalándome con una sonrisa—. Es obvio que ha pasado una noche muy... productiva.

La sala se llenó de risas y comentarios, y sentí a Brook relajarse un poco contra mí. Su rubor seguía ahí, pero ya no era solo incomodidad, sino una mezcla de vergüenza y alivio. Le apreté un poco más fuerte, dejando que supiera que todo estaba bien.

—Sí, hemos pasado la noche juntos —dijo finalmente, con una voz firme aunque todavía tímida—. Lo siento por no haber sido más clara antes.

—No hay problema, Brook —respondió Blaze—. Lo importante es que estés bien y que estemos todos en la mismo barco.

Nos sentamos a comer, y poco a poco, la tensión en la cocina se disipó. Volvimos a nuestro ritmo habitual, charlando y disfrutando de la comida, pero yo seguía atento a Brook, asegurándome de que se sintiera bien, de que supiera que, sin importar lo que pasara, estaba ahí para ella.

DARK ELITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora