¿DULCE NAVIDAD?

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Habían pasado ocho meses desde que Ares llegó a Dark Elite. Estos meses con él habían sido buenos, intensos y, sobre todo, muy raros. No estoy acostumbrada a tener a alguien como Ares a mi lado. Su posesividad, su protección, su calidez hacia mí me hacían sentir bien, pero también extraña. Durante estos meses no hemos hablado sobre qué somos exactamente. Él dice que soy su novia, incluso a veces ha dicho que soy su mujer. No voy a negar que me ha gustado escucharlo. Las cosas con Ethan y Leisa han estado "mejor". Sé que, aparte de ser nuestros jefes por decirlo de alguna manera, también son los padres de Ares y se preocupan por él.

Las Navidades se están acercando. No es que me gusten estas fechas, pero las chicas están muy emocionadas con el tema de decorar la casa. Y aquí estamos, las cinco en el centro comercial, que está repleto de gente haciendo compras, y yo estoy que me quiero tirar por un puente.

Lynx, que caminaba a mi lado con una sonrisa radiante, me miró de reojo y soltó una risita.

—Brook, si sigues poniendo esa cara de funeral, Santa Claus se va a deprimir.

Mara, cargada con un par de guirnaldas brillantes, se unió a la conversación.

—En serio, Brook, tienes que admitir que todo esto es precioso. ¡Mira estas guirnaldas! Van a quedar geniales en el salón.

Suspiré, intentando mantener la calma.

—No es que no lo aprecie, chicas, pero... ¿de verdad todo este jaleo es necesario? No tengo mucho espíritu navideño, para ser sincera.

Vega, que iba algo más adelante, se dio la vuelta y me miró con una mezcla de exasperación y diversión.

—Claro que no lo tienes. Nunca has sido de las que se emocionan con estas cosas.

Raven, que estaba examinando un muñeco de nieve de peluche, no pudo evitar un comentario.

—Vamos, Brook, ni siquiera de niña te emocionaba la Navidad. 

—Nunca tuve tiempo para estas cosas —dije encogiéndome de hombros—. Además, no entiendo por qué todo el mundo se vuelve loco con un par de luces y unos cuantos regalos.

—Porque es más que eso, Brook —dijo Mara con paciencia—. Es un momento para disfrutar, para estar con la gente que te importa.

—¿La gente que me importa? —repliqué, arqueando una ceja—. En nuestro trabajo, es difícil tener tiempo para esas cosas.

Lynx dejó escapar un suspiro y me miró directamente a los ojos.

—Precisamente por eso necesitamos estos momentos, Brook. Porque nuestro trabajo es una mierda la mayoría de las veces, y necesitamos recordarnos a nosotras mismas que no todo es luchar y sobrevivir. Somos una familia, y eso merece ser celebrado, ¿no crees?

—Familia, ¿eh? —murmuré, reflexionando. Pensar en esa palabra me hizo pensar en Ares y en cómo se refería a mí. Un sentimiento cálido surgió en mi pecho, pero lo mantuve bajo control.

—Mira, solo te pedimos que pongas un poco de tu parte —dijo Raven, acercándose a mí con una sonrisa—. No te estamos pidiendo que te pongas un gorro de Papá Noel y te pongas a cantar villancicos. Solo queremos que no gruñas mientras decoramos.

—Vale, vale —cedí finalmente, con una pequeña sonrisa—. Puede que me contagie un poco... pero no os acostumbréis a verme emocionada con estas cosas.

Vega soltó una carcajada.

—Es todo lo que pedimos, Brook. Con que no estés de mal humor mientras ponemos las luces, nos conformamos.

Asentí, y mientras seguíamos recorriendo los pasillos del centro comercial, con el carrito cada vez más lleno de adornos y regalos, me di cuenta de que, aunque no tuviera el espíritu navideño de las demás, con ellas era imposible no sentir al menos un poco de ese calor que tanto valoraban.

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