LO QUE DESCUBRES CUANDO ESPIAS

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Nos entregaron los informes con todos los datos que habían conseguido reunir. Era poca información para lo que íbamos a enfrentar, pero era lo que había. Mientras hojeaba las páginas, no pude evitar sentir un nudo en el estómago.

La información era escasa, pero contenía lo esencial: los lugares donde solían cazar a sus víctimas, esos malditos sitios donde la desesperación era una constante y donde cualquier promesa falsa podía parecer una oportunidad de escape. Clubes nocturnos, estaciones de autobús, barrios donde nadie preguntaba ni miraba demasiado. También teníamos algunos nombres y fotos de los hombres que hacían de gancho, los que convencían a las víctimas para que bajaran la guardia.

Pero lo más importante, lo que verdaderamente nos importaba, eran las fotos de los jefes. Esos rostros... fríos, calculadores, los verdaderos cabecillas de esta red de trata de blancas. Ellos eran los que manejaban los hilos, los que creían que podían actuar con impunidad.

Hijos de puta.

Pasé mis ojos sobre cada imagen, memorizando sus caras. Sabía que desmantelar esta red no sería fácil, que probablemente nos enfrentaríamos a situaciones difíciles, pero no podíamos permitirnos fallar. No esta vez.

Sentí la tensión en el ambiente, pero al mismo tiempo una determinación férrea en cada uno de nosotros. Estábamos listos para lo que venía. No importaba lo que hiciera falta, íbamos a derribar a estos tipos y acabar con esta operación de una vez por todas.

—Ares irá con vosotros, pero no intercederá en la misión —dijo Ethan con la voz firme, sin espacio para negociación.

Ares protestó al instante, levantándose de la silla.

—¿Qué? ¡No puedo quedarme al margen mientras todos vosotros arriesgáis vuestras vidas!

Ethan lo miró fijamente, la calma antes de la tormenta.

—Todavía no estás preparado para una misión de tal calibre —dijo, tajante—. Pero tampoco puedo permitir que te quedes en los Hamptons. Por tu seguridad, irás con ellos, pero mantendrás un perfil bajo.

Sentí la mirada de Ethan posarse sobre mí, lo que hizo que me tensara de inmediato.

—Brook... —dijo, y su tono cambió, volviéndose más personal—. Sé que esta misión es muy difícil, pero Ander sigue bajo tu cargo. Lo siento si es demasiado para ti, pero confío en tus habilidades.

Se acercó a mí, bajando la voz lo suficiente como para que solo yo pudiera escuchar lo siguiente:

—Y sé... que eres la única que puede controlarlo de todos los Enforcers.

—¿Cuándo nos vamos a Brasil? —preguntó Raven, rompiendo el tenso silencio que se había instalado en la sala.

Ethan, sin vacilar, respondió con firmeza:

—En dos días. Tenéis hasta entonces para prepararos y revisar toda la información disponible. Quiero que estéis listos para cualquier eventualidad.

Cuando nos pusimos en marcha para preparar la misión, Jasper nos dijo cómo coordinar todos los detalles y prepararnos adecuadamente. A mí, como en cada misión, me asignó la tarea de encargarme de las armas. Bajé a la armería para empezar con la preparación. Decidimos que las chicas se harían pasar por señuelos para atraer a los ganchos, mientras que Vega y yo estaríamos en las favelas, donde sabíamos que se encontraba uno de los jefes. Estaba preparando las pistolas M1911, además de cuchillos de combate y varios objetos que podrían servir como armas encubiertas, como bolígrafos con mecanismos ocultos para lanzar cuchillos.

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