NOS VEMOS PRONTO

18 4 5
                                    

A la mañana siguiente, me desperté envuelta en sus brazos, con el calor de su cuerpo pegado al mío. Ares todavía dormía, y por un momento, me quedé ahí, mirándole. Parecía tan tranquilo, tan en paz... Era difícil creer que el mismo hombre que anoche me había hecho temblar de placer ahora estaba ahí, con esa expresión tan serena en el rostro.

Me moví con cuidado, intentando no despertarle, pero al parecer, mi intento fue inútil. Sentí cómo sus brazos se apretaban un poco más a mi alrededor, manteniéndome cerca de él.

-¿Adónde crees que vas? -murmuró, con la voz aún ronca por el sueño.

-A prepararme un café -respondí, intentando no reírme-. ¿Te he despertado?

-Sí, pero no pienso soltarte -dijo, besando mi cuello, haciéndome estremecer.

-Ares... -Intenté sonar seria, pero era casi imposible cuando tenía sus labios recorriendo mi piel.

-Ni se te ocurra irte -insistió, con ese tono mandón que a veces usaba, que me hacía poner los ojos en blanco y a la vez, me encantaba-. Quédate conmigo un rato más, conejita.

-Vale, pero solo un rato, porque el café me está llamando -respondí, acomodándome mejor contra él.

-¿Sabes lo que me apetece a mí más que un café? -preguntó con una sonrisa traviesa.

-Ni idea -dije, haciéndome la tonta.

-A ti, otra vez. -Sus palabras hicieron que me ruborizara, y él se dio cuenta, porque soltó una pequeña risa antes de besarme de nuevo.

Había algo en la forma en la que me miraba, en la manera en que sus manos recorrían mi cuerpo, que hacía que me sintiera como la única mujer en el mundo. Y, por más que quisiera resistirme, sabía que era imposible.

Me rendí ante su beso, dejándome llevar por la sensación de su boca sobre la mía. Sus manos empezaron a recorrer mi espalda lentamente, como si quisiera grabarse cada línea, cada curva. Sentí cómo me acercaba más a él, y no pude evitar sonreír entre beso y beso.

-Eres imposible -susurré contra sus labios, intentando sonar molesta, pero mi sonrisa me delataba.

-Lo sé, y te encanta -respondió con esa seguridad que me sacaba de quicio y a la vez me volvía loca.

-Solo un poquito -admití, con los ojos cerrados, disfrutando de sus caricias.

Él dejó escapar una risa suave y sus labios bajaron por mi cuello, arrancándome un suspiro. Por un momento, me olvidé de todo lo que había pasado la noche anterior, de Violetta, de sus amenazas, de todo. Solo existíamos nosotros dos, enredados entre las sábanas.

Pero como siempre, la realidad tenía que golpearme en la cara. De repente, mi móvil empezó a sonar en la mesilla de noche, haciéndome volver al presente. Intenté ignorarlo, pero Ares se separó un poco, levantando una ceja.

-¿No vas a cogerlo? -preguntó, mirándome con curiosidad.

-No quiero -contesté, intentando volver a besarle, pero él lo evitó.

-Brook, puede ser importante -insistió.

Bufé, rodando los ojos y me estiré para alcanzar el móvil. Al ver el nombre en la pantalla, solté un suspiro. Era Mara que estaba en la sala de seguridad.

-Dime Mara -contesté, intentando sonar profesional.

-Brook, siento molestarte tan temprano, pero necesitamos que vengas a la sala de vigilancia. Parece que tenemos un problema con Violetta -me informó.

-Genial, justo lo que me faltaba para empezar el día -murmuré antes de colgar y mirar a Ares-. Tenemos un lío con la plásticos.

Ares soltó un gruñido de frustración y se dejó caer de espaldas en la cama, cubriéndose el rostro con las manos.

DARK ELITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora