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—¡Está despierto! —Samantha medio gimió, rodando en el sofá y mirando a Abril, que tenía los ojos fijos en el televisor.

—Eso dijiste la última vez, boba —Samantha se frotó los ojos. Casi se había quedado dormida.

Habían estado en la casa de Maia y de Toby por un poco más de una hora. Lucas todavía no se había despertado, y Presley había tomado el cometido de vigilar su cuna mientras dormía.

—¡Tiene los ojos abiertos! —protestó la niña, saltando de nuevo en la sala de estar y mirando a Samantha con esperanza. Abril se rió, girando a Samantha y dándole la misma mirada expectante como Presley.

—Es mejor que estés diciendo la verdad —bromeó Samantha, extendiendo la mano y agitando el cabello de Presley. La niña más pequeña parecía estar hoy en un mejor estado de ánimo. Parte de Samantha se preguntó si era porque finalmente había hablado con ellas.

Resulta que Presley no estaba mintiendo. Cuando Samantha entró en el cuarto de niños, Lucas estaba de pie en su cuna con una sonrisa en su rostro somnoliento.

—¿Ves? —Presley sonrió con orgullo, tirando de la manga de Samantha—. ¿Puedo jugar con él ahora?

—Él tiene que comer primero, boba —Samantha se rió, levantando suavemente a Lucas de la cuna y sosteniéndolo contra su cadera—. Entonces podemos jugar.

—¿Qué es lo que come? —preguntó Presley, inclinando la cabeza hacia un lado y siguiendo a Samantha cuando se dirigió a la cocina—. ¿Puedo ayudarte?

—Creo que eso depende de lo que Maia haya dejado para él —Samantha sonrió suavemente, todavía acostumbrándose a la pequeña voz de Presley. Era tranquila y rasposa, diferente de lo que Samantha hubiera imaginado, pero le encajaba perfectamente.

—Aquí —Samantha bajó cuidadosamente a Lucas en su periquera, tirando de él por encima de la mesa—. A él le gustan los plátanos. Vamos a darle un plátano.

—¿Cierto, amigo? —Samantha arrugó la nariz, agachándose y dando a Lucas una sonrisa tonta. El niño pequeño se rió, golpeando sus manos en la bandeja de la periquera.

Samantha estaba pendiente de Presley, que estaba haciendo muecas en Lucas mientras cortaba el plátano. Poniendo una silla frente a su silla alta, Samantha se sentó y colocó el plato de rodajas de plátano en su regazo.

—¿Quieres darle una? —Samantha volvió a Presley con la cabeza hacia el recipiente.

Sonriendo con timidez, la niña más pequeña recogió cuidadosamente una rebanada de la fruta y la tendió delante de Lucas.

—Es un plátanoooo —Presley se rió en voz baja, moviendo la comida para llamar su atención. Samantha vio cómo el niño más pequeño aceptaba el trozo de plátano de Presley, llevándolo a su boca con el puño cerrado.

—Creo que a él le gusta —Presley susurró, mirando a Samantha sonriente con esperanza. Riendo, la chica de ojos verdes asintió suavemente.

—Yo también lo creo —susurró ella. Esto le valió una sonrisa torcida de Presley, que juntó las manos y cuidadosamente entregó a Lucas otro trozo de plátano.

Mientras tanto, Abril se apoyó en el arco que conectaba a la cocina, observando la interacción entre Samantha y Presley. Había una ternura en Samantha que ella nunca había experimentado con ninguna otra persona. Para Abril, Samantha era un ángel en la Tierra.

Estaba presente en todas sus acciones. Samantha era verdaderamente etérea, de la forma en que hablaba a la forma en que trataba a los demás. Abril estaba orgullosa de sí misma al darse cuenta de eso desde el principio, y sostenía ese hecho incluso cuando parecía perder todo lo demás.

Green ( rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora