Fierce Obsession

Capitulo 3

CAPITULO 3

Ethan

Mis instintos se activaron, mis ojos recorrían cada pequeño espacio que se extendía a mí alrededor. No la podía encontrar entre tantas personas, su rastro poco a poco se iba perdiendo, su aroma se hacía cada vez más débil, pero igual seguía siendo exquisito.

Después de un tiempo de caminar buscando, vi a Erick a unos metros mío esperándome donde habíamos acordado. No quería permitir que ella se me fuera, por un momento paso por mi mente pedirle ayuda a Erick, así poder encontrarla.

Mientras me dirigía a donde estaba mi amigo, recorrí mí alrededor por última vez, embriagándome de ese aroma. Hasta que la vi. Respire profundamente una vez más, hasta que lo sentí.

Como si fuera un golpe seco, mis ojos se abrieron de tal impresión, por primera vez al verla, después de años esperándola y con solo sentirla mi cuerpo la rechaza. Mi esperanza se desmorona.

Frente a mí de espalda, vi una cascada de lesividad con ondas color castaño brilloso, su cabello le caía con gracia por toda su espalda, le llegada hasta dos manos arriba de su cintura. Su cuerpo era pequeño, pero cada curva te hacia una íntima invitación a la locura.

Pero todas esas cualidades se borraron de mi mente rápidamente. Era una humana. En toda mi maldita existencia nunca pensé en tener como mate a una humana. Al lado mío iba a tener a alguien débil, que naturalmente para mi raza solo sirve una vez, solo para jugar. Una humana. Mi peor enemigo.

Nunca se me cruzo por lamente tener una compañera humana, no solo porque ellos no son devotas de mi aprecio, sino porque siempre tuve fija la idea de que iba a ser alguien de mi raza. Pensar en todo eso, me trae recuerdos y es lo que odio. Porque con tan solo con mirarla, mis ojos borra por instinto algún sentimiento "bueno" así ella, pero lo remplaza por asco y repudio a su raza, y a ella misma por tener que ser mía.

Mi lobo interno, aulló con repudio hacia mis pensamientos. Él la acepta, porque ella es su compañera de vida, porque con solo sentirla la quiere hacer suya. Y con eso caigo yo. Porque es mi lobo el que la desea y yo soy el lobo. Yo en cuerpo y alma la deseo. Aunque no lo admita. Por más que intente despreciarla, no puedo. Desprecio con facilidad a su raza, pero ella es la excepción, no lo entiendo, es algo tan confuso, con solo una mirada. Todo cambia.

Ella es mi Luna, mi mujer. Pero también es una Humana.

No podía dejarla ir. No me importaba, después de todo algún uso le obtendría, nose cual, pero alguno encontrare. En mi mente, sé que por más cosas que piense en hacer con ella, solo son excusas. Algo me lleva a querer tenerla conmigo. Es un anhelo extraño.

- Mira a esa chica. Murmure en la cabeza de mi amigo, en tan solo unos minutos lo tuve al lado mío, mirando al mismo punto que yo. A la chica.

- ¿Ella es tu compañera? Pregunto con incredulidad él.

- Así es, ¿qué tiene? Gruñí sin apartar mi mirada de ella.

- Yo la conozco. Admitió.

- ¿De dónde? Lo mire.

- Ella es amiga de Angélica, estuve viendo que está viviendo con ella.

- Bien.

- ¿No te vas a acercar? ¿Hablarle?

- No me agrada gasta mi tiempo querido amigo.- Murmure con burla.- Pero cuando esté interesado, la iré a buscar.

- ¿Estas jodiendo? Ethan es tu compañera. Regaño.

- Es una humana. Reproche.

Amy

Llevaba horas viendo y preguntando, probándome todo lo más posiblemente.

Hubo un momento en el que me sentí incomoda. No podía sacarme de la mente esa horrible sensación de ser vigilada. Era como si un par de ojos me estarían viendo cada movimiento exacto que hacía.

No quería darme vuelta, así que solo ignore la sensación y seguí con lo mío. Aun sabiendo que esa penetrante mirada me estaba observando. Tenía miedo de girarme y descubrir algo que probablemente no me gustara. Muy en el fondo algo me decía que mirase, que viese eso que me incomodaba, pero no, solo seguí con mi camino.

Dejando que mi mente vagara, recordé por que vine a este lugar. El regalo de Angélica. No quería regalarle cualquier cosa, aunque sé que ella se conforma rápido, peor quería algo especial, así como ella o es para mí, ella es la hermana que no tengo, la más querida.

Mientras buscaba, vidriera por vidriera, mis ojos cayeron en un precioso vestido azul eléctrico, su color favorito, recordé haber escuchado que no sabía que ponerse para su cumpleaños y que mejor regalo que este.

[...]

Abrí la puerta del apartamento y en el recibidor vi las llaves de Ann, ya había llegado, era hora de anunciarle la presencia de alguien nueva en su fiesta.

- ¡Ann! ¿Dónde estás? Medio grite, buscando su paradero.

- En la cocina. Escuche su respuesta.

- ¿Qué haces? Murmure viéndola amasar con fuerza. Era raro que ella cocinara algo.

- Intento hacer una pizza. Respondió sin mirarme concentrada en su labor.

- Ann, debo decirte algo. Me rasque mi brazo derecho, signo de nerviosismo.

- ¿Qué pasa? Pregunto lanzándome una mirada rápida.

- Hoy fui al centro, para recorrer, en el camino me encontré a ese chico que te está persiguiendo.- Al decir eso, la vi levantar su mirada por completo y observarme con interés.- Me anuncio que vendrá a la fiesta, para hablar de seguro con vos.

- Como... Empezó a murmurar.

- Ann creo que sería mejor cancelar todo. Propuse.

- No, esa es mi noche y la voy a disfrutar, con o sin él.

- Pero...

- Amy, si él quiere venir, que venga, él solo se arriesga, no se va a atrever a hacerme algo. Además, si no lo hizo hasta ahora, dudo que lo haga.

- ¿Segura? Murmure.

- Confía en mí.

- Bien. Susurre.

Ethan

- Eres un estúpido, como la pudiste dejar ir.

- No ves que si otro la encuentra la puede hacer suya.

- Me das lastima, ella era hermosa.

- Búscala, es nuestra y tiene que estar a nuestro lado.

Así estuvo mi lobo, durante todo el regreso a casa. Después de años, sin dirigirme una palabra, solo me recrimina el hecho de haberla dejado ir. Aunque sé que no estuvo bien, por más que lo quiera negar, me dolió dejarla. Pero no puedo rechazar el hecho de que es una humana. Lo odio.

Según lo poco que Erick me pudo decir, pronto habrá una fiesta y ella estará ahí. Ese será mi momento, habrá mucha gente, nadie se fijara en mí, nadie se dará cuenta lo que pase. O que le pase a ella.

Ese día la tendré.

Para mí.

Solo mía.

[...]

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