La cené estaba preparada. —¡Oh!, Señores Salinas, es un placer tenerlos por aquí, en la misión Salinas Navarro.- Dijo con cortesía el mayordomo, Carlos.
Pasaron a los padres de Jorge a el comedor. —Enseguida vienen los señores, con permiso.- Aclara Carlos.
Silvia entró a la sala donde estaba el comedor del brazo de Jorge. —Bienvenidos.- Dijo Jorge admirando a sus padres. El padre de Jorge, Arnold, comenzó a dejar caer algunas lágrimas. —H-Hijo.- Salían poco a poco las palabras del padre de Jorge, Jorge se acercó a abrazarlo.
Después de ese emotivo momento se sentaron a la mesa. —Papá, mamá, les tengo algo que contar.- Dijo Jorge serio, pero con entusiasmo.
— ¿Qué pasa hijo, dínoslo.- Insistían María y Arnold, ya que las palabras de su hijo habían hecho que se preocuparan, y el corazón de los mayores, Arnold y María, latía muy rápidamente.
—Princesa, ¿Me harías el favor de contarles a mis padres?, ¡Por favor!.- Dijo Jorge con cautela.
—Por supuesto, Amor.- Afirmó Silvia. Silvia salió de la sala, después de algunos segundos, se abrió la puerta. Unos pasos muy delicados sonaban.
— Roi, Sergio, saluden, por favor.- Dijo Silvia y procedió a sentarse.
— ¿Quienes son estos señores, mamá?.- Preguntó el pequeño Roi. —Son tus abuelos, hijos.- Dijo Jorge muy certero.
María y Arnold quedaron sin palabras, se quedaron algunos segundos admirando a los pequeños gemelos de Roi y Sergio.
—¿C-Cómo se llaman pequeños?.- Preguntó María derramando una lágrima.
— Soy Roi Alexander Salinas Navarro, ¿Y usted, señora?.- Se presentó Roi muy amablemente.
— Soy Sergio Jaden Salinas Navarro, un placer.- Dijo Sergio estrechando la mano del señor Arnold.
—Soy María Guadalupe Pérez Ocaña, madre de tu papá, Jorge.- Dijo la mayor sonriendo a los pequeños.
— Y yo soy Arnold Jorge Salinas Medina, el padre de su papá.- Dijo Arnold con una sonrisa en el rostro.
Los mayores abrazaron a los gemelos, Roi y Sergio no entendían muy bien la situación, pero aceptaron ese abrazo con ternura, incluso les cayeron muy bien.
Al terminar la cena, los padres de Jorge se retiraron. — Carlos, a mi estudio, ¡AHORA!.- Recalcó con una voz grave y temerosa. Jorge cerró la puerta con mucha fuerza.
Carlos entró al estudio muy seguro, abrió la puerta sin tocar, algo que no le agradó mucho a Jorge, Jorge lo miró de una manera muy amenazadora.
— ¿Qué sucede, Salinas?.- Pregunta Carlos mirándolo a los ojos.
—¿No te enseñaron a tocar, Carlitos?.- Dijo Jorge muy sarcástico.
— No me vengas con juegos, Salinas, dime ¿Qué necesitas?.- Respondió Carlos sentándose frente a Jorge.
—¡Ay, Carlos!, Eres mi único amigo y necesito que me escuches.- Dijo Jorge serio, le indicó donde quería que se sentara.
— Salinas, me vas a tener que pagar dinero extra, ¡Eh!, Me contrataste como tu mayordomo, no como tu amigo y cuanto menos para escucharte.- Dijo Carlos serio, pero soltó una carcajada al final.
— Por favor, Carlos, es serio, ¡Por dios!.- Dijo Jorge enojado. — Entonces, ¿Me vas a escuchar ó no?, ¿Cuanto dinero quieres para que me escuches?.- Preguntó Jorge a Carlos riguroso.
— Salinas, estoy bromeando, ¡Por dios!, Claro que puedo escucharte.- Dijo Carlos riendo, dándole una palmada en la espalda.
— Gracias Charlie.- Dijo Jorge riendo. — Me vuelves a llamar así y me voy, eh.- Dijo Carlos.
— Okay, Carlitos.- Dijo Jorge carcajeando.
— Bueno, te escucho.- Al decir eso, Carlos se sentó prestando atención a Jorge.
— Me encantó ver a mis padres de nuevo, espero puedan llevarse bien los gemelos con mis padres, también estamos de acuerdo que ocupo pasar MÁS tiempo con mi familia.- Dijo Jorge con claridad, Carlos asintió.
— Ay, Salinas, ve y disfruta de tu familia y de TU MUJER, ¿Cuando le pedirás que sea tu esposa?.- Preguntó Carlos muy chismosamente.
— Pronto.- Respondió Jorge saliendo del estudio, Carlos salió detrás de él, pero Jorge subía las escaleras y Carlos iba a la cocina.
Jorge entró a la habitación y le dio un beso a Silvia.
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