(Narra Barbi)
La noche había pasado demasiado rápido. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones y situaciones que todavía no terminaba de procesar. Desperté con el ruido de mi alarma, el sonido suave pero insistente que me sacaba de un sueño ligero. Estaba en mi cuarto, mi santuario. Había reformado esta habitación hace un par de años, y era sin duda mi lugar favorito en el mundo. Grandes ventanales dejaban entrar la luz de la mañana, iluminando cada rincón. Me encantaba cómo la luz jugaba con los detalles de la decoración: la cama de matrimonio con su cabecera tapizada en terciopelo, los cojines cuidadosamente dispuestos, las estanterías llenas de libros y pequeños objetos que había recolectado a lo largo de los años. Todo en mi cuarto reflejaba quién era yo, o al menos, quién quería ser.
Suspiré, estirándome en la cama antes de sentarme en el borde, dejando que la luz cálida bañara mi rostro. Hoy era un día importante. Tenía que prepararme para una comida con mi familia y la familia del socio de mi padre. Un evento que, aunque formal, formaba parte de la vida en la que había crecido.
Siempre me había gustado despertarme temprano. Sentía que si me levantaba tarde, desperdiciaba la mañana, y para mí, la mañana era sagrada. No siempre había sido así. Hace unos años, mi vida giraba en torno a las noches interminables en discotecas, bebiendo hasta el amanecer. Era emocionante, liberador, pero con el tiempo, algo dentro de mí comenzó a cambiar. Ya no veía las cosas de la misma manera. Aunque seguía disfrutando de salir con mis amigas y tener aventuras sin compromiso, los últimos acontecimientos me habían hecho reflexionar profundamente sobre mi estilo de vida.
Mientras me duchaba, el agua caliente relajando mis músculos tensos, esos pensamientos inundaban mi mente. La vida es una, me repetía, pero no en el sentido en que solíamos decirlo para justificar nuestras locuras. Es una sola vida, y aunque es importante vivirla al máximo, también es crucial no desperdiciarla en tonterías. No estaba segura de cuándo había comenzado a sentirme así, pero sabía que algo dentro de mí estaba cambiando, creciendo.
Salí de la ducha y me envolví en una toalla, mirando mi reflejo en el espejo empañado. Mientras el vapor se disipaba, comencé a maquillarme, eligiendo un look natural pero elegante. Un toque de base para igualar el tono de mi piel, un poco de rubor para dar vida a mis mejillas, y un delineado sutil que acentuaba mis ojos. Terminé con un labial en un tono rosa suave, perfecto para un evento familiar.
Al vestirme, opté por un conjunto que sabía que mi madre aprobaría. Un vestido midi en tono marfil, ajustado en la cintura y con una falda que caía suavemente hasta la mitad de mis pantorrillas. Era clásico, sofisticado, con un toque de feminidad. Lo combiné con unos tacones nude y unos pendientes de perlas, simples pero elegantes. Mientras me miraba en el espejo, no pude evitar pensar en lo mucho que había cambiado. Años atrás, habría optado por algo más atrevido, más revelador, pero ahora, este look me hacía sentir más segura, más yo.
Salí de mi habitación y bajé a la cocina, donde mi madre estaba preparando el desayuno. Ella era la perfecta anfitriona, siempre asegurándose de que todo estuviera en su lugar, que todos estuvieran cómodos.
—Buenos días, mamá —dije, dándole un beso en la mejilla mientras me servía una taza de café.
—Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien? —preguntó, mirándome con su habitual mezcla de preocupación y afecto.
—Sí, aunque todavía estoy un poco cansada —admití, tomando un sorbo de café—. Ha sido una semana complicada.
—Lo sé —dijo, acariciándome el cabello con ternura—. Pero hoy tenemos una comida importante, así que intenta relajarte y disfrutar.
Asentí, aunque mi mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en el chico de la discoteca, ese que había aparecido de la nada y había capturado toda mi atención. Ni siquiera sabía su nombre, pero su imagen estaba grabada en mi mente, como una marca indeleble. Sus ojos, su voz, la forma en que su presencia me había afectado... No podía sacármelo de la cabeza.
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No podrás olvidarme
Подростковая литератураEn el vibrante y lujoso escenario de Marbella, Bárbara y sus amigas se sumergen en una red de secretos y peligros que amenazan con cambiar sus vidas para siempre. Entre chantajes, una trama ilegal, y encuentros cargados de pasión y erotismo, descubr...
