La brisa cálida de la tarde acariciaba mi rostro mientras caminaba hacia la casa de Paola. Marbella estaba envuelta en una calma que contrastaba con el caos interno que ambas estábamos viviendo. Desde el primer mensaje de Paola sobre el chantaje, sentí un peso en el pecho, una preocupación que no me había abandonado. Paola y yo éramos más que amigas, éramos casi hermanas, almas gemelas en la amistad. Nunca había habido secretos entre nosotras, y sabía que la situación actual la estaba consumiendo por dentro.
La casa de Paola, una villa blanca de estilo mediterráneo, me recibió con la familiaridad de siempre. El jardín delantero estaba impecable, lleno de flores de colores que su madre cuidaba con esmero. Pero hoy, todo parecía un poco más apagado, como si incluso la casa sintiera el peso de lo que Paola estaba atravesando.
Toqué el timbre y, unos segundos después, la puerta se abrió lentamente. Paola estaba ahí, con el rostro cansado y los ojos un poco hinchados, como si hubiera estado llorando. Su belleza natural, con su cabello castaño claro y esos ojos verdes que siempre habían sido su sello distintivo, se veía opacada por la angustia que la rodeaba.
—Barbi... —susurró, y en ese simple gesto sentí todo el dolor y la culpa que cargaba.
—Pao... —dije, envolviéndola en un abrazo antes de que pudiera decir algo más—. Estoy aquí, no estás sola en esto.
Nos quedamos así un momento, abrazadas en la puerta de su casa, sintiendo la fortaleza de nuestra amistad como un escudo ante todo lo que estaba por venir.
—Vamos adentro —dijo, finalmente soltándome y dándome paso.
La casa estaba en silencio, solo el sonido lejano de una fuente en el patio rompía la tranquilidad. Nos dirigimos al salón, un espacio amplio y decorado con gusto, como todo en la vida de Paola. Nos sentamos en el sofá blanco, y Paola tomó un respiro profundo antes de comenzar a hablar.
—Barbi, lo siento tanto... No debí haberte ocultado todo esto, debí haberte contado sobre Rodrigo desde el principio. Pero... me sentí tan estúpida. Me dejé llevar, y ahora todo está fuera de control.
—No digas eso, Pao. No soy nadie para juzgarte. Solo quiero entender qué pasó, y cómo puedo ayudarte —le dije, sosteniendo sus manos entre las mías.
Paola asintió, sus ojos llenos de arrepentimiento.
—Rodrigo... lo conocí esa noche en Olivia Valère, ya te conté. Pero nunca te dije lo que pasó después, porque no quería que pensaras mal de mí. Me sentí atraída por él desde el principio, por cómo me miraba, cómo hablaba... Y aunque sabía que era mayor, y casado... no pude evitarlo. Después de esa primera noche, empezamos a vernos a escondidas. Primero fueron cenas en restaurantes discretos, luego escapadas a hoteles de lujo... Me hacía sentir especial, deseada. Como si yo fuera la única en su vida, aunque sabía que no era verdad.
Su voz se quebró, y apretó mis manos con fuerza, como si temiera que la soltase.
—Barbi, hicimos cosas que nunca había hecho con nadie... Me sentí tan viva, tan emocionada... Pero ahora todo eso me parece tan vacío, tan... sucio. Rodrigo... me envolvió en su mundo, y yo caí como una tonta. Y ahora, por no haberte contado nada, por pensar que podía manejarlo sola... estoy metida en este lío.
La escuchaba en silencio, con el corazón encogido. Ver a Paola así, tan vulnerable, me partía el alma.
—Pao, no estás sola en esto —repetí, con firmeza—. Nunca lo estarás. No te voy a dejar caer. Vamos a salir de esto, juntas, como siempre lo hemos hecho. Y no importa lo que hayas hecho o dejado de hacer. Lo que importa es que estamos aquí, ahora, y que vamos a encontrar una solución.
ESTÁS LEYENDO
No podrás olvidarme
Fiksi RemajaEn el vibrante y lujoso escenario de Marbella, Bárbara y sus amigas se sumergen en una red de secretos y peligros que amenazan con cambiar sus vidas para siempre. Entre chantajes, una trama ilegal, y encuentros cargados de pasión y erotismo, descubr...
