(Narra Barbi)
El momento en el que entramos en la casa de Massimo, todo lo que había estado sintiendo por él durante las últimas horas me golpeó de lleno. No era solo deseo lo que me empujaba hacia él, no solo la necesidad física que había compartido con otros antes. Había algo más, algo que me hacía querer estar cerca de él de una manera completamente diferente. No estaba lista para admitirlo, no todavía, pero algo dentro de mí comenzaba a susurrar que lo que sentía por Massimo era más profundo de lo que había esperado.
Mientras caminábamos por el vestíbulo, la anticipación crecía en mi pecho. Sabía que esta iba a ser la primera vez que dormiríamos juntos, que compartiríamos más que el simple calor del cuerpo del otro. Y aunque eso me emocionaba, también me llenaba de una extraña mezcla de nerviosismo y vulnerabilidad.
Massimo me detuvo antes de continuar hacia el salón y me dio un beso suave. No era como los besos apasionados que habíamos compartido antes; este era diferente. Era un beso cargado de significado, un beso que me hizo sentir como si todo a nuestro alrededor se desvaneciera. Sentí una calidez profunda en mi pecho, como si ese simple gesto tuviera el poder de curar todas las inseguridades que había estado guardando.
—Eres especial, Barbi —susurró contra mis labios, su voz apenas un murmullo—. No lo olvides nunca.
Sonreí ante sus palabras, sintiendo que algo muy bonito estaba naciendo entre nosotros, algo que no podía ser ignorado. Pero antes de que pudiera responder, algo en el salón captó mi atención. Había una figura en el sofá, alguien que no podía identificar de inmediato.
Cuando me acerqué un poco más, frené en seco, sintiendo un escalofrío recorrerme. Allí, en el sofá, estaba el padre de Massimo, pero no estaba solo. Junto a él, reconocí a Paola. Mi amiga Paola, quien supuestamente había quedado con Rodrigo, su amante. Mi mente trató de procesar lo que veía, pero nada tenía sentido.
—Massimo, espera... —le susurré, poniendo una mano en su pecho para detenerlo.
Él me miró, sorprendido por mi tono, pero cuando dirigió su mirada hacia el salón, su expresión cambió por completo. Su rostro se tensó, y pude ver la incredulidad en sus ojos.
—¿Qué diablos...? —murmuró, sus palabras quedando atrapadas en el aire.
Ambos nos quedamos allí, congelados, incapaces de comprender lo que estábamos viendo. Paola estaba sentada junto al padre de Massimo, y ambos parecían profundamente inmersos en una conversación, ajenos a nuestra presencia. La situación era surrealista, como si estuviéramos atrapados en una película de la que no entendíamos el guion.
—No puede ser —murmuró Massimo, sacudiendo la cabeza—. Tenemos que salir de aquí.
Asentí rápidamente, incapaz de encontrar mi voz. Lo único que podía hacer era seguirlo mientras salíamos de la casa de manera silenciosa, sin hacer ruido, para no llamar la atención. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, una mezcla de confusión y temor envolviéndome mientras regresábamos al coche.
Nos sentamos en silencio durante un momento, ninguno de los dos sabiendo por dónde empezar. Fue Massimo quien finalmente rompió el silencio, sus palabras cargadas de una seriedad que no le había visto antes.
—Barbi, hay algo que necesito contarte —dijo, su voz grave—. Esta mañana, mi padre me habló sobre algunos negocios que tiene en Marbella... negocios turbios.
Lo miré, asimilando lo que decía. Sabía que su padre no era precisamente un santo, pero no había esperado que estuviera involucrado en algo así. Sin embargo, lo que más me preocupaba era lo que había visto. Paola estaba allí, con él, y eso no tenía ningún sentido.
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No podrás olvidarme
Подростковая литератураEn el vibrante y lujoso escenario de Marbella, Bárbara y sus amigas se sumergen en una red de secretos y peligros que amenazan con cambiar sus vidas para siempre. Entre chantajes, una trama ilegal, y encuentros cargados de pasión y erotismo, descubr...
